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LA ZONA MUERTA - www.moreliain.com

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formaban colas en los surtidores. El límite legal de velocidad en todo el país era<br />

de ochenta y cinco kilómetros por hora y los camioneros que transportaban<br />

cargas a grandes distancias casi se habían sublevado contra esta medida.<br />

Pero todo esto no era nada. La guerra había terminado. Vietnam se había<br />

vuelto <strong>com</strong>unista. Herb dijo que esto había ocurrido precisamente cuando<br />

Johnny empezaba a dar señales de que tal vez saldría del <strong>com</strong>a. Después de<br />

tantos años y de tantos derramamientos de sangre, los herederos del tío Ho<br />

habían enrollado el país <strong>com</strong>o si fuera una persiana en cuestión de días.<br />

El presidente de los Estados Unidos había viajado a China. No Ford sino<br />

Nixon. Había viajado antes de renunciar. Nada menos que Nixon, el viejo<br />

cazador de brujas en persona. Si no se lo hubiera contado su padre, Johnny se<br />

habría negado categóricamente a creerlo.<br />

Era una exageración, era demasiado aterrador. De pronto no quiso saber<br />

más, por miedo a enloquecer totalmente. Esa pluma que había utilizado el doctor<br />

Brown, ese rotulador... ¿cuántos elementos análogos existían? Cuántos<br />

centenares de insignificancias, todas las cuales subrayaban hasta el hartazgo la<br />

misma noción: Has perdido una parte de tu vida, casi el seis por ciento, si<br />

debemos dar crédito a las estadísticas. Te has quedado a la zaga de los<br />

tiempos. Se te han escapado.<br />

–¿John? –Era una voz suave–. ¿Duerme, John?<br />

Se volvió. Una vaga silueta se recortaba en el vano de la puerta. Un hombre<br />

menudo cargado de hombros. Weizak.<br />

–No. Estoy despierto.<br />

–Eso esperaba. ¿Puedo entrar?<br />

–Sí. Por favor, entre.<br />

Esa noche Weizak parecía envejecido. Se sentó junto a la cama de Johnny.<br />

–Esta tarde hablé por teléfono –murmuró–. Llamé a la oficina de<br />

informaciones de Carmel, California. Pregunté por la señora Johanna Borentz.<br />

¿Cree que existía el número?<br />

–A menos que no figure en la guía o que no tenga teléfono –respondió<br />

Johnny.

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