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LA ZONA MUERTA - www.moreliain.com

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Sarah soltó una risita.<br />

–Acepto la invitación. ¿Qué día es el mejor?<br />

–¿Qué te parece mañana o pasado, Sarah?<br />

–Mañana está bien –asintió ella, después de una muy fugaz vacilación–.<br />

Hasta entonces.<br />

–Cuídate, Sarah.<br />

–Tú también.<br />

Colgó pensativamente, y se sintió al mismo tiempo excitado y culpable... sin<br />

una buena razón para ello. Pero la mente deambula por donde se le antoja,<br />

¿verdad? Y en ese momento su mente deseaba examinar posibilidades que<br />

quizás habría sido mejor excluir.<br />

Bueno, ella sabe lo que necesita saber. Sabe a qué hora llega papá a casa...<br />

¿qué más le hace falta?<br />

Y su mente se contestó a sí misma: ¿Qué harás si se presenta a mediodía?<br />

Nada, respondió él, y en realidad no lo creyó. El solo hecho de pensar en<br />

Sarah, en la configuración de sus labios, en la ligera oblicuidad de sus ojos<br />

verdes... todo esto bastaba para hacerle sentir débil y sentimental y un poco<br />

desesperado.<br />

Johnny fue a la cocina y empezó a preparar lentamente la cena de esa noche,<br />

que no era tan importante, sólo para dos. Compartida entre padre e hijo. No<br />

había estado tan mal. Seguía convaleciendo. Él y su padre habían conversado<br />

acerca de los cuatro años y medio que él había perdido, acerca de su madre...<br />

contorneando escrupulosamente el tema pero siempre un poco más cerca del<br />

núcleo, en una espiral que se <strong>com</strong>primía poco a poco. No era necesario<br />

entender, quizá, pero sí habituarse. No, no había estado tan mal. Era una forma<br />

de terminar de a<strong>com</strong>odar las cosas. Para ambos. Pero eso terminaría en enero<br />

cuando él volviera a ocupar su puesto de profesor en Cleaves Mills. La semana<br />

anterior Dave Pelsen le había enviado el contrato, y él lo había firmado y se lo<br />

había devuelto. ¿Qué haría su padre entonces? Seguiría viviendo, suponía<br />

Johnny. La gente encontraba la forma de apañarse, ciñéndose a la rutina,<br />

abriéndose paso sin ningún dramatismo, sin redobles sonoros. El iría a visitar a

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