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LA ZONA MUERTA - www.moreliain.com

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–No –contestó Bannerman sencillamente–, pero creo que usted tiene que<br />

estar presente. Quizá pienso que él debe tener la oportunidad de mirarle a la<br />

cara, Johnny. Venga conmigo. Los Dodd viven a sólo doscientos metros de aquí.<br />

Echaron a andar, encapuchados, calzados con sus botas: un par de sombras<br />

en medio de la ventisca. Bannerman llevaba su revólver reglamentario bajo el<br />

abrigo. Tenía las esposas prendidas al cinturón. Cuando aún no habían recorrido<br />

cien metros por la nieve profunda, Johnny empezó a cojear mucho. Sin embargo<br />

mantuvo la boca tenazmente cerrada y no se quejó.<br />

Bannerman lo notó. Se detuvieron en el portal del Castle Rock Western Auto.<br />

–¿Qué le sucede, hijo?<br />

–Nada –respondió Johnny. También volvía a dolerle la cabeza.<br />

–Claro que le sucede algo. Camina <strong>com</strong>o si tuviera las dos piernas rotas.<br />

–Cuando salí del <strong>com</strong>a debieron operarme las piernas. Los músculos se<br />

habían atrofiado. Para decirlo con las palabras del doctor Brown, habían<br />

empezado a licuarse. Los re<strong>com</strong>pusieron de la mejor manera posible con<br />

sustancias sintéticas...<br />

–¿Como al Hombre de Seis Millones de Dólares, eh?<br />

Johnny pensó en las pulcras pilas de facturas del hospital que conservaba en<br />

su casa, en el primer cajón del aparador.<br />

–Sí, algo parecido. Cuando paso demasiado tiempo apoyado en ellas, se<br />

entumecen. Eso es todo.<br />

–¿Quiere volver atrás?<br />

»Claro que quiero. Volver atrás y no pensar más en este infernal asunto. Ojalá<br />

no hubiera venido nunca. No es nada de mi incumbencia. Este es el tipo que me<br />

<strong>com</strong>paró con una vaca de dos cabezas.<br />

–No, estoy bien –murmuró.<br />

Salieron del portal y el viento los atrapó e intentó echarlos a rodar por la calle<br />

desierta. Siguieron avanzando dificultosamente bajo el resplandor inclemente de<br />

las luces de sodio veladas por la nieve, encorvados para luchar contra el viento.<br />

Giraron por una calle lateral y Bannerman se detuvo frente a la quinta casa, una<br />

pequeña y pulcra construcción típica de New England. Como las otras casas de

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