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LA ZONA MUERTA - www.moreliain.com

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–No lo sé. Pero lo averiguaré.<br />

Tropezó en el primero de los seis escalones que conducían al pabellón de<br />

conciertos, manoteó para conservar el equilibrio, y lo habría perdido si<br />

Bannerman no le hubiera cogido por el brazo. Entonces subieron al escenario.<br />

Allí la capa de nieve era más fina, apenas un polvillo, porque el techo cónico no<br />

la dejaba pasar. Bannerman dirigió el rayo de la linterna hacia el suelo y Johnny<br />

se puso en cuatro patas y empezó a arrastrarse lentamente. Tenía las manos<br />

muy rojas. Bannerman pensó que ya debían de parecer trozos de carne cruda.<br />

Johnny se detuvo repentinamente y se puso rígido <strong>com</strong>o un perro que ventea<br />

a su presa.<br />

–Aquí –murmuró–. Lo hizo aquí mismo.<br />

Una avalancha de imágenes y texturas y sensaciones. El sabor cobrizo de la<br />

excitación, reforzado por la posibilidad de ser visto. La chica se retorcía, trataba<br />

de gritar. Le había cubierto la boca con una mano enguantada. Una excitación<br />

tremenda. Nunca me atraparán, soy el Hombre Invisible, ¿ahora es<br />

suficientemente inmundo para tu gusto, mamá?<br />

Johnny empezó a gemir, sacudiendo la cabeza hacia atrás y adelante.<br />

Ruido de ropas desgarradas. Tibieza. Algo que fluía. ¿Sangre? ¿Semen?<br />

¿Orina?<br />

Se echó a temblar de pies a cabeza. El pelo le cayó sobre la cara. Su cara.<br />

Su cara sonriente, franca, rodeado por el borde circular de la capucha del<br />

impermeable mientras sus (mis) manos se cierran alrededor del cuello en el<br />

momento del orgasmo y aprietan... aprietan... aprietan.<br />

Sus brazos se fueron aflojando a medida que las imágenes se disipaban. Se<br />

deslizó hacia adelante, tumbado ahora cuan largo era sobre el escenario,<br />

sollozando. Cuando Bannerman le tocó el hombro profirió un grito y trató de<br />

escapar a gatas, con las facciones convulsionadas por el terror. Luego, poco a<br />

poco, se distendieron. Apoyó la cabeza contra la baranda situada a nivel de la<br />

cintura y cerró los ojos. Los estremecimientos le corrían por el cuerpo <strong>com</strong>o<br />

descargas eléctricas. Tenía los pantalones y el abrigo espolvoreados de nieve.<br />

–Sé quién es –dijo.

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