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LA ZONA MUERTA - www.moreliain.com

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a cambiar. Se convirtió en la voz quebrada e insegura de un adolescente.<br />

–Es para cuando cruces Lisbon Street con el semáforo en rojo, Terry, o para<br />

cuando aparques con uno de esos tipos de E. L. No lo olvides, Terry... no lo<br />

olvides...<br />

La mujer regordeta que le había preguntado a Johnny quién sería el candidato<br />

demócrata el año siguiente lanzó un débil gemido de miedo.<br />

–Jesús bendito! –musitó con voz ronca uno de los operadores de TV.<br />

–¡Cállese! –susurró Dussault. Su rostro había adquirido un color gris<br />

enfermizo. Tenía los ojos desencajados y la saliva brillaba <strong>com</strong>o si fuera cromo<br />

sobre su labio inferior, bajo la luz inclemente. Sus manos se estiraron hacia el<br />

medallón, cuya fina cadena de oro estaba enroscada ahora alrededor de los<br />

dedos de Johnny. Pero sus manos carecían de fuerza o autoridad. El medallón<br />

se mecía, despidiendo destellos hipnóticos.<br />

–Recuérdame, Terry –suplicó la voz adolescente–. No te corrompas, Terry...<br />

por favor, por el amor de Dios no te corrompas...<br />

–¡Cállese! ¡Cállese, hijo de puta!<br />

Entonces Johnny recuperó su voz.<br />

–¿Fueron las anfetaminas, verdad? Y después la metadona. Murió de un<br />

ataque al corazón cuando tenía veintisiete años. Pero lo usó durante diez años,<br />

Rog. Se acordaba de usted. No lo olvidó nunca. No lo olvidó nunca... nunca...<br />

nunca... nunca.<br />

El medallón resbaló de sus dedos y cayó al suelo con un ruido débil,<br />

tintineante. Johnny se quedó un momento con la mirada fija en el vacío, con una<br />

expresión serena y fría y lejana. Dussault gateó a sus pies para recoger el<br />

medallón, sollozando roncamente en medio del atónito silencio.<br />

Se disparó un flash y el rostro de Johnny se despejó y volvió a ser el suyo. Le<br />

rozó el espanto, y después la <strong>com</strong>pasión. Se arrodilló desmañadamente junto a<br />

Dussault.<br />

–Lo siento –dijo–. Lo siento. No quise...<br />

–¡Farsante hijo de puta! –le gritó Dussault–. ¡Es mentira! ¡Todo es mentira!<br />

¡Todo es mentira! –Le lanzó un manotazo torpe al cuello y Johnny se desplomó

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