OBJETIVO. Propiciar el intercambio de experiencias en torno del ...

manera en que lo hará, y se considerará satisfecho, si logró capturar la atención de sus educandos,
nunca la totalidad de éstos, pero sí de la mayoría, quedando entonces, con la vaga esperanza de que
éstos queden en posesión del conocimiento expuesto.
Muchos de los estudiantes y aún gran parte de las autoridades escolares, ―olvidan‖ el enorme trabajo
que implica el aprehender un tema en particular, para luego enseñarlo a multitud de personas,
quienes varían en sus habilidades para adquirir ése tipo de conocimiento, en todas las formas
posibles. Parece ser que consideran que el profesor, por su propia naturaleza, ―ya posee‖ (por algún
favor mágico), toda la sabiduría y habilidades que expone y despliega en sus clases. Olvidando o
dejando para segundo término, la consideración de que el abordar ante los demás cualquier tema,
para que lo aprendan, es fuente de estrés, fatiga y tensión nerviosa, hecho que solo recuerdan o
toman en cuenta, cuando es a ellos a quienes les toca presentar algún material educativo en
particular.
TRABAJOS COLECTIVOS: ―CONSTRUYENDO‖ EL CONOCIMIENTO EN EL AULA
Lo anterior se ha magnificado con las ―modalidades educativas‖ actuales donde se exige que el
profesor se ―olvide‖ del método de la exposición, ya que la actual tendencia ―pedagógica‖, es que sea
el propio alumno quien ―descubra‖ o ―construya‖ por si mismo o en compañía de los demás
estudiantes, el conocimiento que implica cierto tema, contando para ello con el ―sutil‖ apoyo del
profesor, quien desde ―bambalinas‖, debe lograr que uno o varios grupos de estudiantes, con todo
tipo de variaciones biológicas, psicológicas y sociales, de algún modo (el método no lo señala),
interactúen con la precisión de los engranes de un reloj, para llegar a ―descubrir‖ el conocimiento en
turno, y la satisfacción de la tarea desarrollada, quede en los propios estudiantes, olvidando
nuevamente, que el profesor como todo ser humano, necesita retroalimentación a su desempeño,
pero con la modalidad ―constructivista‖, lo que el educador obtiene es el anonimato, y por la propia
naturaleza de este procedimiento, lo único que se está logrando es la labor ―destructivista‖ del ánimo
de enseñar en el docente.
EL DOCENTE HA MUERTO, QUE VIVA EL FACILITADOR
De un plumazo, los émulos de Sócrates, Platón y Aristóteles, hemos sido ―eliminados o borrados del
mapa‖, ya que se pretende que ahora solamente seamos ―facilitadores‖ de la educación. Así, el
trabajo docente se inicia, desde el tedioso proceso de proporcionar las instrucciones básicas y
necesarias a los estudiantes, sobre algún tema que deberán desarrollar (sin la exposición del
profesor), luego, debe conducir discretamente al grupo de alumnos, para lograr que ―descubran el
conocimiento‖, organizando cielo, tierra y mar, para que ello sea posible, el método constructivista no
aborda como llevar a cabo esto, en un país, donde los centros educativos, ni siquiera cuentan con los
crayones para escribir en el pizarrón.
El ―facilitador‖ debe además dejar en claro, por qué se tiene que hacer la tarea que encarga o permite
seleccionar a sus alumnos, convenciéndolos de las bondades de ello, ubicando fechas y lugares,
nombrando o facilitando la creación de equipos, describiendo materiales, formas, modos, costos,
tiempos y maneras de exposición, calibrando todo ello en un escalafón de costos, valores o puntajes
asignados a los diferentes papeles y responsabilidades que uno u otro estudiante desempeñará,
siempre bajo el regateo de una u otra forma de trabajo, una labor realmente agotadora, (que no
facilita nada, sino más bien complica todo), ya que implica organizar un conjunto de personas
extremadamente heterogéneos, donde algunos captan la naturaleza del trabajo por realizar ante la
primer explicación del docente, en tanto que otros estarán sobre éste, en infinidad de ocasiones, para
que les explique de mil formas diferentes la misma tarea, en tanto que otros de plano, quedarán
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