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Ciencia, innovación y desarrollo de tecnología en la vida cotidiana: historia de la elaboración del vestido en Querétaroelaboración de telas comunes en unidades habitacionales o domésticas. Estas últimas se adquiríane intercambiaban a través de redes comerciales, o bien se aplicaban al pago de tributos”. 10Época virreinal: siglos XVI al XVIIILa Conquista española significó un cambio radical en todos los aspectos, y la indumentaria noescapó a las transformaciones. En el siglo XVI fueron traídos a la Nueva España los primerosrebaños de ovejas, que se adaptaron fácilmente al medio ambiente, y los primeros gusanos deseda y moreras. “Para 1572, la lana era ya un producto de exportación de Nueva España a lametrópoli y los animales se habían aclimatado perfectamente.” 11En el caso específico de Querétaro, prosperaron grandes cantidades de rebaños cuyo pelaje fueaprovechado para la producción de telas de lana. “En la misión de Santiago, Jalpan, huboimportante producción de seda utilizada por los otomíes para la elaboración del quechquemitl,prendas de fiesta.” 12Para hacer uso de estos nuevos recursos, se trajeron al Nuevo Mundo las maquinarias adecuadaspara trabajarlas, y la redina para hilar la fibra que consistía en “dos ruedas desiguales, unidas poruna banda en forma de ocho, la rueda mayor lleva una manija que se opera manualmente y queimprime un movimiento rápido y constante a la rueca pequeña” 13 obteniendo, de este modo, elhilo. Otras herramientas empleadas para la producción de lienzos de lana eran el urdidor verticalrotatorio y el telar de marco fijo y pedales, manejado con los pies para obtener lienzos de mayorlargo y amplitud que con los telares de cintura.10 Daniel Valencia, op. cit., p. 7.11 Ma. Cristina Suárez y Farías, “El uso de la lana y la elaboración de sarapes, cobijas y cotones entre los grupos indígenas deMéxico”, Exposición temática temporal del mes de junio de 1984, Departamento de Etnografía, Museo Nacional de Antropología,INAH-SEP, p. 1.12 Irmgard W. Johnson, op. cit, p. 50.13 Ma. Cristina Suárez y Farías, op. cit., p. 2.39