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re - Ateneo de Madrid

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que el <strong>de</strong>stino orló con áu<strong>re</strong>as gran<strong>de</strong>zas y también con ásperos infortunios;<br />

caudillos <strong>de</strong> altanero porte y glorificados por el mirto y el lau<strong>re</strong>l; gobernantes<br />

<strong>de</strong> altivo gesto coronados por el roble; sabios y artistas ungidos <strong>de</strong>l cielo; gráciles<br />

efigies do tiernos infantes en cuyos pechos ardió la mirra <strong>de</strong> la esperanza;<br />

imágenes <strong>de</strong> mujer á cuyo conjuro palpitaron los corazones y se encendieron<br />

en la fantasía ensoñadora las luminarias <strong>de</strong>l i<strong>de</strong>al: humanos cuyo nomb<strong>re</strong><br />

y cuyo <strong>re</strong>cuerdo so han disipado en el tiempo como los perfumes se <strong>de</strong>svanecen<br />

en el espacio... Ellos fueron la vida <strong>de</strong> otro tiempo, y ya no son.<br />

Se<strong>re</strong>s <strong>re</strong>ales que tejieron con sus manos la urdimb<strong>re</strong> <strong>de</strong> la historia, están<br />

aquí sujetos por sus marcos, esclavizados—ellos que tal vez enseño<strong>re</strong>aron mundos<br />

y conciencias y corazones—, por la mano inspirada <strong>de</strong> un pintor. Y al contemplarlos<br />

uno por uno, yo me inclino y saludo sus sombras <strong>re</strong>ve<strong>re</strong>nte. Porque<br />

ellos son nuestro ayer, la fuente <strong>de</strong> don<strong>de</strong> mana nuestra existencia, eslabones<br />

<strong>de</strong> la gran ca<strong>de</strong>na que nos une con lo eterno. Sombras fuéramos, y no<br />

<strong>re</strong>alida<strong>de</strong>s, sin ellos. La luz <strong>de</strong> nuestra inteligencia y la fuerza <strong>de</strong> nuestra voluntad<br />

ellos la engendraron. De sus esfuerzos provienen nuestras horas <strong>de</strong><br />

dicha; <strong>de</strong> sus culpas, nuestros dolo<strong>re</strong>s. Ellos nos gobiernan. Llovamos el peso<br />

do sus faltas y <strong>re</strong>cibimos la <strong>re</strong>compensa <strong>de</strong> sus virtu<strong>de</strong>s, exclama Je<strong>re</strong>mías.<br />

.La gran voz do los muertos—dice Ls Bou—, viniendo <strong>de</strong>l [tasado, <strong>re</strong>suena en<br />

las conciencias <strong>de</strong> los vivos y dirige nuestra vista hacia el porvenir.<br />

Y el <strong>de</strong>sfile <strong>de</strong> las siluetas evoca el <strong>de</strong>sfile <strong>de</strong>l pasado con el pálido cortejo<br />

<strong>de</strong> cuanto lo ro<strong>de</strong>ó. Las épocas que fueron so agitan lentas y confusas, como<br />

ejércitos <strong>de</strong> fantasmas, <strong>de</strong>trás do los lienzos. Y entonces, mi corazón se dilata,<br />

y extiendo su homenaje á todos aquellos elegidos <strong>de</strong> la divinidad á quienes fue<br />

comunicada: la pe<strong>re</strong>grina virtud <strong>de</strong> c<strong>re</strong>ar con el pincel, do trasladarlas angostas<br />

<strong>re</strong>alida<strong>de</strong>s á los inmensos dominios <strong>de</strong> la belleza, espiritualizando lo ter<strong>re</strong>no,<br />

lo material; á los <strong>re</strong>tratistas, insignes vivificado<strong>re</strong>s <strong>de</strong> lo muerto, qnc llevaron<br />

los nomb<strong>re</strong>s <strong>de</strong> Velázquez, Ticiano, el G<strong>re</strong>co, Goya, Holbein, Dn<strong>re</strong>ro,<br />

Rembrant, Rubens, Van-Dyck, Tinto<strong>re</strong>to, (lainsborough, Revnolds, Lau<strong>re</strong>nce...<br />

E imagino que quizás al percibir los vagos rumo<strong>re</strong>s <strong>de</strong> nuestros saludos<br />

á'sus sombras, sentirán, allá don<strong>de</strong> <strong>re</strong>posen, latir algo impe<strong>re</strong>ce<strong>de</strong>ro en<br />

sus entrañas <strong>de</strong> hueso, y albo<strong>re</strong>ar algo eterno en sus cráneos vacíos, y abrirse<br />

un cielo <strong>de</strong> luz y un inundo <strong>de</strong> esperanza y <strong>de</strong> vida bajo las piedras <strong>de</strong> sus<br />

tristes y solitarias sepulturas...<br />

Domingo número...<br />

Acabo <strong>de</strong> vivir en el mundo un domingo más, el número... no sé cuantos,<br />

el que lleves tú, lector. De los míos vahe perdido la cuenta. Todavía no peino<br />

canas, ni mucho menos; así que no es la multitud <strong>de</strong> los domingos vividos la<br />

que me dificulta su <strong>re</strong>cordación: es la uniformidad con que transcur<strong>re</strong>n; es la<br />

insoportable monotonía con que van consumiendo nuestro tiempo. Imagino<br />

que los anterio<strong>re</strong>s á mi existencia fueron iguales que los p<strong>re</strong>sentes. Sospecho

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