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re - Ateneo de Madrid

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— 17 -<br />

Los celos trágicos.<br />

El verano lia hecho su aparición roja. Como en la ¡mrora, lo más emocionante<br />

<strong>de</strong>l estío son los matices sangrientos que lo anuncian. Las energías ciegas<br />

<strong>de</strong>l vivir estallan empujadas por el pad<strong>re</strong> sol; las fuerzas germitativas<br />

lanzan al ai<strong>re</strong> sus c<strong>re</strong>aciones; la pasión cálida nubla, los entendimientos y<br />

avasállalos espíritus, sometiéndolos al imperio inflexible <strong>de</strong> su <strong>de</strong>stino. El<br />

invierno es el <strong>re</strong>inado <strong>de</strong>l homb<strong>re</strong>; el verano es el <strong>re</strong>scate y vindicación <strong>de</strong> la.<br />

Naturaleza. En el pórtico <strong>de</strong> Junio hay que alzar los alta<strong>re</strong>s <strong>de</strong> la diosa Fatalidad.<br />

Días hace, en un mo<strong>de</strong>sto hogar, con el albor diurno, levantó su vuelo<br />

la tragedia, posada durante la noche sob<strong>re</strong> dos f<strong>re</strong>ntes sombrías. La muerte<br />

aleteó sus negruras <strong>de</strong> cuervo entro los muros <strong>de</strong> una, estancia humil<strong>de</strong>, y<br />

cuando la justicia, irrumpió el silencio <strong>de</strong> los muertos, por los rincones do la<br />

morada: gemía, <strong>de</strong>snuda la orfandad. Unn mujer apuñalada, un hombro muerto,<br />

y ent<strong>re</strong> las sombras <strong>de</strong>l drama, cuatro <strong>re</strong>nglones febriles don<strong>de</strong> brilla, un nomb<strong>re</strong>:<br />

«Carlos»; eso es todo. Los celos ent<strong>re</strong>ab<strong>re</strong>n el misterio y asoman su cabeza<br />

<strong>de</strong> furia. 1 , satisfecha é irónica. Los eolos son bebedo<strong>re</strong>s <strong>de</strong> sang<strong>re</strong>, y han<br />

<strong>re</strong>cibido su pitanza. Como ¡i la serpiente, los fríos los abotargan, y se <strong>de</strong>spe<strong>re</strong>zan<br />

hambrientos con el <strong>de</strong>spertar <strong>de</strong> la vida Amarrados á la esquela <strong>de</strong>latora,<br />

los celos han volado una noche dos cadáve<strong>re</strong>s. Su silueta, se ha complacido<br />

unas horas en vigilia cineraria. Al amanecer, los sollozos clamaban <strong>de</strong>solación<br />

en t<strong>re</strong>s gargaritas <strong>de</strong> nulo.<br />

¿Cómo ocurrió? ¿Qué hórridas amarguras acompañaron el alumbramiento<br />

asesino? Las almas apasionadas no pa<strong>re</strong>n sin dolor. El crimen no es fruto madurado<br />

que cae <strong>de</strong> la rama: es erupción <strong>de</strong> los volcanes <strong>de</strong>l espíritu, fuego <strong>re</strong>cóndito<br />

y arcano que mantiene al abrigo <strong>de</strong> los cierzos la semilla <strong>de</strong> nuevos<br />

espíritus, <strong>de</strong> pasiones sucesoras, venero perdurable do la futura Humanidad.<br />

¿Cuál fue el gesto <strong>de</strong> horror, la <strong>de</strong>finitiva postura <strong>de</strong> aquella violencia matadora?<br />

Nada sabemos. El nomb<strong>re</strong> do «Carlos» es el único <strong>re</strong>splandor que luce<br />

entro esas sombras. En él ponemos nuestra fantasía para levantar el palacio<br />

<strong>de</strong> la novela. La maga <strong>de</strong> la leyenda borda en su torno el drama, sutil, como<br />

un encaje por ent<strong>re</strong> cuyos calados se - vislumbran las obscurida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la fosa<br />

<strong>de</strong> don<strong>de</strong> sale y adon<strong>de</strong> vuelvo ¡i su hora la verdad.<br />

Lo más <strong>de</strong>solador <strong>de</strong>, estos crímenes, en (pie la pasión futí el asesino, es que<br />

el misterio los <strong>re</strong>coge, y los guarda para siemp<strong>re</strong>. Parto supromo <strong>de</strong> almas doloridas<br />

y atormentadas las más veces, <strong>de</strong>jan estéril la matriz; tras el esfuerzo<br />

<strong>de</strong>finitivo, la máquina humana se rompe, y la. frase <strong>re</strong>veladora <strong>de</strong>l enigma<br />

permanece suspensa en los labios, inmóviles por una eternidad. Hace años<br />

fue en un hotelito do Arguelles. Al expirar el día, una mujer ensang<strong>re</strong>ntada<br />

abrió la cancela, corrió hacia la callo, corrió hacia la. vida; la muerte la arrojó<br />

<strong>de</strong> bruces en el arroyo. Detrás <strong>de</strong> la cancela quedaron dos homb<strong>re</strong>s muertos,<br />

junto á los <strong>re</strong>lieves do una comida: la tragedia fue el último convidado <strong>de</strong>l

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