14.05.2013 Views

re - Ateneo de Madrid

re - Ateneo de Madrid

re - Ateneo de Madrid

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

— 474 —<br />

La raza es <strong>de</strong> lo más sano y hermsso que he conocido en España, y yo c<strong>re</strong>o que son<br />

partes principalísimas <strong>de</strong> ello la continua gimnasia <strong>de</strong>l monte, la abundancia <strong>de</strong> la<br />

leche y la honra<strong>de</strong>z <strong>de</strong> las costumb<strong>re</strong>s públicas y domésticas. Supe con asombro que<br />

no había en el lugar más que una taberna, y ésa <strong>de</strong> la propielad <strong>de</strong>l Ayuntamiento,<br />

que vendía el vino casi con <strong>re</strong>ceta y para que cada cousumidor lo bebiera en su casa;<br />

<strong>de</strong> don<strong>de</strong> <strong>re</strong>sultaba, por la fuerza <strong>de</strong> la costumb<strong>re</strong>, que era muy mal mirado el homb<strong>re</strong><br />

que mostraba instintos taberneros, y mucho peor el que se <strong>de</strong>jaba arrastrar <strong>de</strong> ellos,<br />

aunque fuera pocas veces. No me asombró tanto la noticia <strong>de</strong> que allí escaseaba mucho<br />

el dinero, por ser un linaje <strong>de</strong> esoasez muy común en todas partes; pero me pa<strong>re</strong>ció<br />

muy <strong>de</strong> notarse lo. <strong>de</strong> que, en cambio, eran moneda corriente los frutos <strong>de</strong> la tierra,<br />

como en los pueblos primitivos; y asi suce<strong>de</strong> que hay servicios muy importantes que se<br />

pagan con inedia docena <strong>de</strong> panojas ó con un maquilero <strong>de</strong> castañas. Lo que tampoco<br />

hay en aquel valle son patatas; pero, en cambio, se cosechan abundantes en el <strong>de</strong> Promisiones,<br />

el valle <strong>de</strong> mi abuela paterna, y aguas arriba <strong>de</strong>l Nansa, don<strong>de</strong> no se da el<br />

maíz, que es la principal cosecha <strong>de</strong> Tablanca, por lo cual estos dos valles, separados<br />

ent<strong>re</strong> sí por cuatro horas <strong>de</strong> camino á buen andar, están en f<strong>re</strong>cuente trato para cambiar<br />

aquellos importantes frutos <strong>de</strong> la tierra.<br />

Casi todos los homb<strong>re</strong>s <strong>de</strong> Tablanca son abarqueros, algunos <strong>de</strong> los cuales, sin <strong>de</strong>jar<br />

<strong>de</strong> ser labrado<strong>re</strong>s, hacen una industria <strong>de</strong> aquel oficio. Éstos acampan, durante el<br />

verano, en el monte, en cuadrillas <strong>de</strong> ocho ó diez; cortan la ma<strong>de</strong>ra, p<strong>re</strong>paran en basto<br />

las abarcas á pa<strong>re</strong>s, y así las bajan al pueblo, don<strong>de</strong>, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> bien curadas, van<br />

concluyéndolas poco á poco. En esta ta<strong>re</strong>a hallé ocupados á algunos <strong>de</strong> ellos; y me<br />

embelesaba viéndolos manejar la azuela <strong>de</strong> angosto y largo peto cortante, ó sacar con<br />

la legra rizadas virutas <strong>de</strong> lo más hondo ó intrincado <strong>de</strong> la almad<strong>re</strong>ña, ó pintar, las ya<br />

afinadas, á punta <strong>de</strong> navaja sob<strong>re</strong> la pátina artificial <strong>de</strong>l calostro secado al fuego. Otros<br />

son más carpinteros, y acopian también y p<strong>re</strong>paran en el monte ma<strong>de</strong>ra para rodales y<br />

cañas (pértigas) <strong>de</strong> carro, ó aperos <strong>de</strong> labranza, que luego afinan y <strong>re</strong>matan abajo.<br />

Otra singularidad <strong>de</strong> aquellas gentes sepultadas ent<strong>re</strong> montes <strong>de</strong> los más elevados<br />

<strong>de</strong> la cordillera: llaman «la Montaña» á la tierra llana, á los valles <strong>de</strong> la costa, y<br />

«montañeses» á sus habitado<strong>re</strong>s.<br />

Una <strong>de</strong> las primeras personas con quienes me puse al habla en aquella ocasión, fue<br />

un homb<strong>re</strong> que <strong>re</strong>sultó muy original. Le hallé <strong>re</strong>cogiendo cantos <strong>de</strong>l suelo, 'y cerrando<br />

con ellos el boquete <strong>de</strong> un moño que se había <strong>de</strong>smoronado por allí. Trabajaba con gran<br />

parsimonia, y pujaba mucho, sin quitar la pipa <strong>de</strong> su boca, á cada esfuerzo que hacía,<br />

porque ya era viejo. Me saludó muy risueño al verme á su lado, y hasta me llamó por<br />

mi nomb<strong>re</strong>: «señor don Marcelo».<br />

Bastaba mi cualidad <strong>de</strong> «señor» y <strong>de</strong> forastero para me<strong>re</strong>cer aquellos homenajes <strong>de</strong><br />

una persona <strong>de</strong> Tablanca, don<strong>de</strong> son todos la misma cortesía; pero yo era a<strong>de</strong>más sobrino<br />

carnal <strong>de</strong> don Celso, hijo «<strong>de</strong>l difunto don Juan Antonio», sang<strong>re</strong> <strong>de</strong> los Ruiz <strong>de</strong><br />

Bejos, <strong>de</strong> la enjundia nobiliaria <strong>de</strong> Tablanca, <strong>de</strong> la casona «<strong>de</strong> allá arriba...», vamos, <strong>de</strong><br />

los Faraones <strong>de</strong> allí: algo indiscutible, p<strong>re</strong>stigioso y <strong>re</strong>spetable per se y como <strong>de</strong> <strong>de</strong><strong>re</strong>cho<br />

divino; pero no á la manera autoritaria y <strong>de</strong>spótica <strong>de</strong> las tradiciones feudales,<br />

sino á la patriarcal y llanota <strong>de</strong> los tiempos bíblicos.<br />

No me extrañó, pues, ni <strong>de</strong>bía extrañarme, vistas las cosas por este lado, el cariñoso<br />

acogimiento que me dispensó el homb<strong>re</strong> <strong>de</strong>l mono.<br />

Estaba «amañandu aqueyu» porque le daba en cara verlo «en abertal». No eran hacienda<br />

suya, «como podía comp<strong>re</strong>n<strong>de</strong>r yo», ni aquella tierra ni aquel cercado; pero había<br />

visto un día <strong>re</strong>movido el primer canto <strong>de</strong> los <strong>de</strong> en medio; <strong>de</strong>spués, otros dos <strong>de</strong> los

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!