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re - Ateneo de Madrid

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— 461 —<br />

abastecían, y partían <strong>de</strong> aquí las naos, y se iniciaban las más importantes expediciones<br />

al Nuevo Mundo. Aquí hallaba el marino á su vuelta <strong>re</strong>f<strong>re</strong>sco y amparo<br />

seguro en los puertos <strong>de</strong> nuestra dilatada costa. Atentos los olvidados á<br />

<strong>re</strong>cabar cuanto pudiera interésateles <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el doble punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong> su libertad<br />

y prosperida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> su comercio, no <strong>de</strong>sperdiciaban ocasión para <strong>de</strong>mandar<br />

lo que más les convenía. Porque en aquello otro que <strong>de</strong> sus manos podía obtener,<br />

se ap<strong>re</strong>suraba á instituirlo y asegurar su existencia. Al amor <strong>de</strong> sus hijos<br />

<strong>de</strong>bió entonces la e<strong>re</strong>cción <strong>de</strong> la Universidad compostolana; á sus hijos, las <strong>re</strong>ntas<br />

necesarias para su dotación. En una palabra, la ensang<strong>re</strong>ntada G-alicia <strong>de</strong>l<br />

siglo XV fue sustituida por otra Galicia po<strong>de</strong>rosa, llena <strong>de</strong> esperanzas que, por<br />

<strong>de</strong>sgracia, no se cumplieron todavía. Con tal motivo, el espíritu nacional <strong>de</strong><br />

este país se <strong>re</strong>veló <strong>de</strong> golpe á los extraños. Cuando los IIR. CC. quisieron introducir<br />

otra vez la Santa Hermandad, Galicia exigió, para aceptarla, que sus<br />

jefes fuesen gallegos, y todos los oficiales elegidos por el <strong>re</strong>ino. Cuando c<strong>re</strong>ó<br />

y mantuvo su escuadra, no la confió sino á sus hijos; cuando vio que la Audiencia<br />

se conservaba compuesta <strong>de</strong> ajenos al país, <strong>re</strong>clamó que entrasen los suyos<br />

á formar parte <strong>de</strong> olla, para que entendiesen la lengua <strong>de</strong> los naturales; cuando<br />

mayor era la burla con que fuera se acogía nuestra habla provincial, el P. Sarmiento,<br />

el gallego más gallego <strong>de</strong> cuantos produjo nuestro suelo, la enaltecía<br />

pidiendo que se ensenase por arte, que se p<strong>re</strong>dicase en gallego y que se estudiase<br />

el latín.<br />

Esta especial tensión <strong>de</strong>l espíritu provincial c<strong>re</strong>ó fatalmente la tácita <strong>re</strong>belión<br />

manifiesta á través <strong>de</strong> todas las páginas <strong>de</strong> nuestra historia. Empieza con<br />

los primeros años <strong>de</strong>l siglo XVI; se acentúa en los amargos días que of<strong>re</strong>ció á<br />

Galicia el XVII, en los cuales S3 ext<strong>re</strong>mó la befa tanto como la tiranía <strong>de</strong> los<br />

extraños; llena todo el siglo XVIII, y todavía alienta en estos momentos.<br />

Herida y mutilada por modo bárbaro en las instituciones que eran base <strong>de</strong> su<br />

propiedad, herida en su honra, sólo halló amparo en los suyos, en aquellas<br />

almas compasivas que le acompañaban en su dolor, en los homb<strong>re</strong>s superio<strong>re</strong>s<br />

hijos <strong>de</strong> nuestro suelo, quienes, sintiendo como propios los dolo<strong>re</strong>s morales<br />

que afligían á la familia gallega, trataron <strong>de</strong> fortalecer el espíritu público, y<br />

salvar, si tanto era posible y <strong>de</strong> una vez para siemp<strong>re</strong>, lo que nos era tan substancial<br />

en el or<strong>de</strong>n económico, que sin ello todo pe<strong>re</strong>cía. No se hable, pues, <strong>de</strong><br />

hermandad cuando al hermano se le echa á un lado, se le expolia y escarnece,<br />

ni <strong>de</strong> igualdad si se le niega la justicia, ni <strong>de</strong> justicia si no se <strong>re</strong>spetan las tradiciones<br />

<strong>de</strong> un pueblo, ni su <strong>de</strong><strong>re</strong>cho, ni cuanto le pertenece por ley <strong>de</strong> la historia.<br />

No hay que pedir amor á los que se abor<strong>re</strong>ce y maltrata. El egoísmo y<br />

las af<strong>re</strong>ntas no son lazos para atar al homb<strong>re</strong> á quien le hicieron sufrir sus<br />

tiranías.<br />

Bien se vio esto en el especialísimo instante en que, aun no olvidada la<br />

falta cometida en Santiago, se p<strong>re</strong>tendió que la <strong>de</strong>sp<strong>re</strong>ciada y vencida fuese<br />

en auxilio <strong>de</strong> los á su voz <strong>de</strong>sp<strong>re</strong>ciados y ya <strong>de</strong> antemano vencidos. ¡Castilla,<br />

que acababa, no hacía un momento casi, <strong>de</strong> negar á Galicia su <strong>de</strong><strong>re</strong>cho á la<br />

<strong>re</strong>p<strong>re</strong>sentación en Cortes, venía á pedirle que secundase el movimiento homi-

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