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re - Ateneo de Madrid

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— 15G —<br />

<strong>de</strong>l sol y <strong>de</strong> la luz, la excelsitud <strong>de</strong> la misión tan bella que en todas las eda<strong>de</strong>s, y en<br />

todas las épocas, y en todos los mundos <strong>de</strong>be tener la mujer universal. Créame el señor<br />

Trigo que es el suyo un error <strong>de</strong> perspectiva.<br />

Al sociólogo, al intelectual, al economista, es cierto que toca <strong>de</strong>cir: la mujer trabaja<br />

como burro <strong>de</strong> <strong>re</strong>ata en los más viles oficios. Pero no lo es menos también que la misión<br />

<strong>de</strong>l poeta es evitar con su voz estas injusticias y c<strong>re</strong>er con fe mística en una <strong>re</strong>ivindicación<br />

<strong>de</strong> nirvana y amor infinito. En que los homb<strong>re</strong>s trabajen sólo, y mucho, y cuanto<br />

más puedan mejor; que en la vida hallarán ya un paraíso con singula<strong>re</strong>s encantos, pleno<br />

<strong>de</strong> misterios: el paraíso que atesora toda apasionada mujer.<br />

Las indicaciones anterio<strong>re</strong>s nos llevan como <strong>de</strong> la mano á la cuestión <strong>de</strong>l trabajo<br />

intelectual. ¿Debe la mujer estudia<strong>re</strong>n las Universida<strong>de</strong>s, y procurarse títulos <strong>de</strong> aptitud<br />

como el homb<strong>re</strong>? Y á vuelta <strong>de</strong> unos testimonios, <strong>re</strong>flexivas doctorales <strong>re</strong>spuestas<br />

<strong>de</strong> etiquete, dadas por ciertos profeso<strong>re</strong>s europeos á La Rtvue, Trigo opina que si. Y<br />

hasta llega á conclusionar que hay una igualdad absoluta intelectual y moral ent<strong>re</strong> el<br />

homb<strong>re</strong> y la mujer. No nega<strong>re</strong>mos nosotros que hayan existido ce<strong>re</strong>bros femeninos <strong>de</strong><br />

masculina potencialidad mental, ni que educada la mujer para los ejercicios <strong>de</strong>l espíritu,<br />

pudiera rivalizar y aun competir ventajosamente con el homb<strong>re</strong>. Tienen bajo sus hermosas<br />

ondulantes cabelleras una agilidad ce<strong>re</strong>bral y una latina prontitud para el raciocinio<br />

<strong>de</strong> que no estamos tan ricamente dotados los homb<strong>re</strong>s. ¿Pero se me negará también<br />

que intelectualizar por sistema á la mujer, tanto valdría como trocar por completo<br />

el <strong>de</strong>stino <strong>de</strong> nuestra Eva futura? Dios dijo al homb<strong>re</strong>: ¡Ganarás el pan con el sudor <strong>de</strong><br />

tu rostro! El p<strong>re</strong>cepto bíblico no es imperativo en este punto con la mujer. Su culpa está<br />

suficientemente pagada pariendo con dolor... Esto aparte <strong>de</strong> que ya son unos siglos <strong>de</strong><br />

experiencia y sec<strong>re</strong>tos do saber lo que nosotros las llevamos a<strong>de</strong>lantado.<br />

Y volviendo <strong>de</strong> nuevo al trabajo material <strong>de</strong> la mujer, tras hacer el autor una afirmación<br />

ge<strong>de</strong>ónica é indubitable, la <strong>de</strong> que el trabajo fortalece y hace más armónica la<br />

escultural belleza <strong>de</strong>l cuerpo—que lo digan si no Las t<strong>re</strong>s <strong>re</strong>inas, <strong>de</strong> Mauricio López<br />

Roberts—, se at<strong>re</strong>ve á opinar que los <strong>de</strong>sar<strong>re</strong>glos fisiológicos, <strong>de</strong> carácter necesario en<br />

la hembra, no serían para ese trabajo un obstáculo. Yo <strong>re</strong>comiendo <strong>re</strong>spetuosamente á<br />

Trigo que lea con atención lo que acerca do esto dice en su Higiene <strong>de</strong> la inteligencia.el<br />

Dr. D. Nicasio Mariscal... Julio Destrée, en un folleto <strong>de</strong>dicado á las muje<strong>re</strong>s<br />

socialistas, escribió: «Es cierto que la mujer está más propensa que el homb<strong>re</strong>, en la<br />

actualidad, á adquirir cierto número do enfermeda<strong>de</strong>s y <strong>de</strong> estar sometida á casos imp<strong>re</strong>vistos<br />

que la inhabilitan temporalmente para el trabajo.»<br />

Y con esto entramos ya <strong>de</strong> lleno en la serie <strong>de</strong> capítulos que pudieran bautizarse<br />

con el título genérico <strong>de</strong> Situación social <strong>de</strong> la mujer bajo un régimen comunista.<br />

Efectivamente que la ten<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> los Estados mo<strong>de</strong>rnos—la mayoría erigida en<br />

dictadora—es separar sin escrúpulos <strong>de</strong> ningún género el nexo <strong>re</strong>ligioso <strong>de</strong> la intervención<br />

civil que al Estado le cor<strong>re</strong>spon<strong>de</strong> en el matrimonio. Para el Estado, los contrayentes,<br />

verdad es que son más que nada contratantes. Es <strong>de</strong>cir, que, con in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia,<br />

al unirse el varón y la hembra, contraen compromisos distintos con la Iglesia y con<br />

la sociedad civil. Pero llegará un día en que, suprimido el problema <strong>de</strong> la he<strong>re</strong>ncia, para<br />

nada el Estado necesite saber que ent<strong>re</strong> dos se<strong>re</strong>s se lia constituido una sociedad que<br />

por lo pronto no ha <strong>de</strong> tener más que el sup<strong>re</strong>mo fin <strong>de</strong>l amor. Y lo mismo la Iglesia.<br />

Entonces á la sociedad civil y á la <strong>re</strong>ligiosa, producto <strong>de</strong> civilizaciones bárbaras, suce<strong>de</strong>rá<br />

con ventaja la prístina y simplicísima sociedad natural.<br />

Los grupos <strong>de</strong> dos amantes, para constituir el hogar amoroso, no obe<strong>de</strong>cerán al formarse<br />

más que al hecho <strong>de</strong> la simpatía libérrima que haya ent<strong>re</strong> ellos, como podrán

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