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re - Ateneo de Madrid

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Información extranjera.<br />

Estados Unidos y Holanda<br />

La cuestión americano-japonesa y la Confe<strong>re</strong>ncia <strong>de</strong> La Haya.<br />

I. Po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>cir que, en los últimos meses, dos sucesos concentran la atención <strong>de</strong>l<br />

mundo: <strong>re</strong>velador el uno <strong>de</strong> cómo esas competencias primitivas, que tienen su raíz en<br />

los más hondos instintos <strong>de</strong> la especie, ascien<strong>de</strong>n hasta modificar los principios; <strong>re</strong>velador<br />

el otro <strong>de</strong> cómo los conceptos universales, c<strong>re</strong>ados por la facultad sup<strong>re</strong>ma <strong>de</strong><br />

generalizar, <strong>de</strong>scien<strong>de</strong>n á la <strong>re</strong>alidad y acaban por modificar los inte<strong>re</strong>ses. Yerran por<br />

igual los que consi<strong>de</strong>ran uno solo <strong>de</strong> ambos facto<strong>re</strong>s: los prácticos, que <strong>de</strong>sconocen el<br />

po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> las i<strong>de</strong>as y <strong>de</strong> las palabras para mover las multitu<strong>de</strong>s, aun en contra <strong>de</strong> sus<br />

más claros inte<strong>re</strong>ses; y los teóricos, que, mirando á las nubas, se olvidan <strong>de</strong> que los edificios,<br />

para subsistir, necesitan meter sus cimientos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la tierra.<br />

Por un lado, c<strong>re</strong>an los inte<strong>re</strong>ses dificulta<strong>de</strong>s gravísimas ent<strong>re</strong> los dos pueblos admirables,<br />

llegados á la historia y á la política mundial por virtud <strong>de</strong> los esfuerzos <strong>de</strong> una<br />

voluntad constante y metódica, que ha p<strong>re</strong>cipitado el lento <strong>de</strong>senvolvimiento <strong>de</strong> la<br />

Naturaleza. Por otro lado, el i<strong>de</strong>al moral, fruto <strong>de</strong> una civilización <strong>de</strong> cua<strong>re</strong>nta siglos,<br />

intenta dar á la comunidad internacional, todavía informe, el complemento final <strong>de</strong> un<br />

órgano coordinador.<br />

La moral, esa lógica en la acción, es más.difícil que la lógica en las i<strong>de</strong>as. A <strong>de</strong>specho<br />

<strong>de</strong> la <strong>re</strong>comendación <strong>de</strong> todos los moralistas <strong>re</strong>ligiosos y laicos <strong>de</strong> la historia,<br />

. que <strong>re</strong>sumen la esencia <strong>de</strong> la vida social en el principio <strong>de</strong> no <strong>de</strong>sear para el prójimo<br />

lo que no se quie<strong>re</strong> para sí, los pueblos practican, sin las <strong>re</strong>servas hipócritas <strong>de</strong> los<br />

individuos, el llamado principio político <strong>de</strong> que<strong>re</strong>r para el prójimo p<strong>re</strong>cisamente lo<br />

contrario <strong>de</strong> aquello que con más afán se persigue. Eíte contraste, aunque <strong>de</strong>sconsolador,<br />

muy humano, forma el fondo <strong>de</strong> la cuestión americano-japonesa.<br />

Si algún carácter distintivo ha tenido la civilización oriental, es su xenofobia, el<br />

odio invencible á la comunicación y al intercambio con pueblos y razas extrañas. El<br />

extranjero, para esos hijos <strong>de</strong> la tradición, es el <strong>de</strong>monio, enemigo <strong>de</strong> las costumb<strong>re</strong>s<br />

sagradas <strong>de</strong> los antepasados. Si algún principio domina la civilización occi<strong>de</strong>ntal, es<br />

el principio contrario <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rar al extranjero, al inmigrante, el bienvenido que trae<br />

una nueva fuerza económica, el Mesías <strong>de</strong> la <strong>re</strong>novación social. En virtud <strong>de</strong> ese principio,<br />

loado en todos los tonos, continuamente se van todas las potencias europeas y los<br />

Estados Unidos á tocar las puertas <strong>de</strong> los pueblos <strong>de</strong>l Asia y <strong>de</strong>l África, con tal empeño,<br />

que, si tardan en abrirlas, cumplen la obra evangélica <strong>de</strong> <strong>de</strong>rribarlas con los cañones<br />

<strong>de</strong> sus buques y la metralla <strong>de</strong> sus ejércitos.<br />

A tal punto ha llegado esta que po<strong>de</strong>mos llamar turofobia <strong>de</strong> la política mo<strong>de</strong>rna,<br />

que en todos los últimos Tratados y Confe<strong>re</strong>ncias, lo mismo en Pithsburg que en Algeciras,<br />

forma la estipulación obligatoria, hasta el punto <strong>de</strong> constituir una especie <strong>de</strong> moral<br />

internacional, que todas las potencias se p<strong>re</strong>cian <strong>de</strong> profesar, y que los diplomáticos,<br />

tan aficionados como los médicos á dar nomb<strong>re</strong>s nuevos á las cosas viejas, han<br />

bautizado con el título <strong>de</strong> política <strong>de</strong> la puerta abierta.

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