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re - Ateneo de Madrid

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— 224 —<br />

laridad, ó si las modalida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> ciertas series fenoménicas <strong>re</strong>prodiícense en el<br />

tiempo con <strong>de</strong>terminadas cualida<strong>de</strong>s eurítmicas, armónicas, geométricas ó simpáticas<br />

(siemp<strong>re</strong> con <strong>re</strong>lación á los medios <strong>de</strong> apercepción <strong>de</strong> la especie humana),<br />

ó <strong>de</strong> cualquier otro modo chocantes, entonces la forma <strong>de</strong>spierta la i<strong>de</strong>a<br />

<strong>de</strong> una esencia, que es algo muy distinto <strong>de</strong> la substancia oculta en el fenómeno;<br />

pues aquélla <strong>re</strong>p<strong>re</strong>senta el mol<strong>de</strong> i<strong>de</strong>al por cuya virtud, coincidiendo<br />

un tantum <strong>de</strong> fuerza con un tantum <strong>de</strong> substancia, engéndrase aquel <strong>de</strong>terminado<br />

fenómeno con aquella forma, y no otro.<br />

¿Cuál es el valor actual <strong>de</strong> estas c<strong>re</strong>aciones lógicas y abstractas, enf<strong>re</strong>nte<br />

<strong>de</strong>l problema fundamental planteado hace poco?<br />

La primera parte <strong>de</strong>l siglo XIX—dice Bovio (1)—fue toda ella dominada<br />

por aquella Metafísica, que necesariamente sucedió á la crítica <strong>de</strong> Hume sob<strong>re</strong><br />

el principio <strong>de</strong> causalidad por un lado, y por otro lado al empirismo <strong>de</strong> Locke.<br />

Esta Metafísica tuvo dos formas: la espiritualista y la materialista; la una<br />

y la otra fundadas en el concepto trascen<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> «substancia». Las dos,<br />

voluntaria ó involuntariamente, superaban el proceso experimental, y p<strong>re</strong>suponían<br />

un quid ignotum <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l fenómeno.<br />

La «substancia» podía ser espíritu, podía ser por otra parte materia; en el<br />

uno como en el otro caso llenaba el universo <strong>de</strong> una nueva incógnita, sin traernos<br />

algún sosiego en el ansia <strong>de</strong> llegar al fondo <strong>de</strong> la ley <strong>de</strong> causalidad.<br />

Nació entonces la doctrina <strong>de</strong>l «Incognoscible». «Si nosotros—dice H. Spencer<br />

en los Primeros principios—consi<strong>de</strong>ramos la Ciencia corno una esfera que<br />

poco á poco se ensanche, po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>cir que cada capa añadida sob<strong>re</strong> su superficie,<br />

no hace más que aumentar los puntos <strong>de</strong> contacto con lo <strong>de</strong>sconocido que<br />

nos ro<strong>de</strong>a.»<br />

Admirable comparación, que encierra y exp<strong>re</strong>sa una gran verdad. Y sin<br />

embargo, si las nuevas series <strong>de</strong> conocimientos—que constituyen las capas<br />

últimas <strong>de</strong> la esfera—<strong>de</strong>muestran que las apariencias más complejas son <strong>re</strong>ductibles<br />

á fenómenos elementales, cuya unidad primitiva es insuperable para la<br />

inteligencia <strong>de</strong>l homb<strong>re</strong>, no hay razón alguna para insistir en la introducción<br />

<strong>de</strong> conceptos i<strong>de</strong>ales ó <strong>de</strong> entida<strong>de</strong>s* metafísicas en las ecuaciones con que p<strong>re</strong>ten<strong>de</strong>mos<br />

<strong>re</strong>solver el problema do la causalidad fenoménica.<br />

Este problema encierra una incógnita, pero no oculta un incognoscible.<br />

La incógnita—<strong>re</strong>p<strong>re</strong>sentada por todo lo <strong>de</strong>sconocido fenoménico—pue<strong>de</strong> hacerse<br />

prog<strong>re</strong>sivamente más compleja, dificultar cada día más la solución <strong>de</strong> las<br />

ecuaciones <strong>de</strong>stinadas á <strong>re</strong>velarla; pero ella permanece <strong>de</strong> todos modos <strong>de</strong>ntro<br />

<strong>de</strong> los términos <strong>de</strong> la posibilidad humana, mientras el homb<strong>re</strong> no olvi<strong>de</strong> que<br />

oxrvop.?! — apa<strong>re</strong>zco — es la única palabra y la sola explicación que acerca <strong>de</strong><br />

sí mismo el Universo nos proporciona.<br />

El incognoscible nace cuando, <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> las fuerzas que engendran el<br />

hecho, que<strong>re</strong>mos esforzarnos en <strong>de</strong>mostrar la existencia <strong>de</strong> una substancia, y<br />

<strong>de</strong>trás <strong>de</strong> las formas la <strong>de</strong> una esencia, cuya <strong>re</strong>alidad puramente nouménica no<br />

(1) GIOVANNI Bovio: II Naturalismo; Napoli, 1903; pág. 175.

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