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re - Ateneo de Madrid

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- 432 -<br />

Pero no. Ni el Rey enamoradizo é indolente ni el marqués inexorable han <strong>re</strong>sucitado,<br />

ni en el fuerte lúgub<strong>re</strong> hay más prisioneros que las ratas que pululan por sus <strong>de</strong>smantelados<br />

calabozos, y las lagartijas que cor<strong>re</strong>n por sus agrietados muros. Los horro<strong>re</strong>s <strong>de</strong><br />

la prisión política han pasado ya á la Historia, así como en día veni<strong>de</strong>ro, y acaso no lejano,<br />

por honor <strong>de</strong> la civilización, se empeñarán nuestros <strong>de</strong>scendientes en <strong>de</strong>mostrar que<br />

sólo en la leyenda cabe admitir páginas tan vergonzosas <strong>de</strong> la intransigencia humana.<br />

Que el estado <strong>de</strong> la cosa pública en Portugal no es completamente tranquilizador,<br />

salta á la vista; que el Gobierno emplea medios <strong>de</strong> <strong>re</strong>p<strong>re</strong>sión no acostumbrados, aunque<br />

más bien molestos y vejatorios que crueles, es evi<strong>de</strong>nte; que la situación <strong>de</strong> los partidos<br />

monárquicos <strong>de</strong> oposición na es <strong>de</strong>sembarazada, es certísimo; que el Gabinete Joao<br />

Franco ha concitado todas las malque<strong>re</strong>ncias <strong>de</strong> la gente política, es innegable. Pero<br />

<strong>de</strong> ahí al malestar profundo, á la <strong>re</strong>belión inminente, á la indisciplina <strong>de</strong> la escuadra,<br />

al <strong>de</strong>stierro <strong>de</strong> elevadas personas, á la prisión <strong>de</strong> homb<strong>re</strong>s públicos significados, media<br />

más distancia que ent<strong>re</strong> la Arcada, don<strong>de</strong> los <strong>de</strong>socupados <strong>de</strong> Lisboa comentan <strong>re</strong>latos<br />

y acogen rumo<strong>re</strong>s, y los más ac<strong>re</strong>ditados talle<strong>re</strong>s <strong>de</strong> confeccionar infundios que, para<br />

asombro <strong>de</strong> los europeos, posee la, en eso, portentosa Yanquilandia.<br />

Y menos mal que se ha <strong>re</strong>accionado en tal materia; que plumas expertísimas, aunque<br />

algo ten<strong>de</strong>nciosas por el fervor <strong>de</strong> los i<strong>de</strong>ales, han puesto los puntos sob<strong>re</strong> las íes,<br />

y que la gente se va convenciendo, no sin que algunos lo sientan, <strong>de</strong> que en Portugal<br />

no ocur<strong>re</strong> cosa alguna espeluznante.<br />

Ya que ha pasado la racha, hay que procurar que no se <strong>re</strong>pita; hay que aquilatar<br />

bien las informaciones; hay que <strong>de</strong>purar las noticias por el tamiz <strong>de</strong> la verosimilitud,<br />

teniendo en cuenta el carácter portugués y el ambiente en que aquella política se <strong>de</strong>sarrolla,<br />

y no pasar, como hemos pasado ante muchos portugueses, la plaza <strong>de</strong> fabricantes<br />

<strong>de</strong> noticias inexactas, en perjuicio <strong>de</strong> aquel hermoso país.<br />

* *<br />

Si los portugueses <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as avanzadas no tuvieran tan <strong>de</strong>spierto el sentimiento patriótico;<br />

si no fuese para ellos tan molesta y hasta ofensiva toda inge<strong>re</strong>ncia en los asuntos<br />

nacionales, cuando esa inge<strong>re</strong>ncia viene <strong>de</strong>l este, <strong>de</strong>berían sentir imborrable gratitud<br />

y ferviente entusiasmo por los <strong>de</strong>fenso<strong>re</strong>s que, con espontaneidad encantadora, le surgen<br />

<strong>de</strong>l lacio acá <strong>de</strong> la frontera. Un día ge da en el Parlamento portugués un golpe teatral<br />

con vistas al entusiasmo <strong>de</strong> la galería, mediante unas cuantas frases gruesas contra la<br />

sup<strong>re</strong>ma magistratura <strong>de</strong>l país, frases que en la culta Alemania y aun en la <strong>de</strong>mocrática<br />

Noruega hubiesen hallado más severo cor<strong>re</strong>ctivo que eh Lisboa encontraron. Pues<br />

entusiasmo y felicitación al canto, siquiera los felicitados, temerosos <strong>de</strong> incurrir en impopularidad<br />

por sobra <strong>de</strong> iberismo, los acogieran con <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñosa complacencia, y apenas<br />

protestaran con sordina y por fórmula <strong>de</strong> la expulsión <strong>de</strong> los portado<strong>re</strong>s <strong>de</strong> un mensaje.<br />

Otro día se le antoja á cualquier cor<strong>re</strong>sponsal visionario ó <strong>de</strong>sap<strong>re</strong>nsivo suponer nuestra<br />

posible intervención. Pues en seguida, y para que los portugueses duerman tranquilos<br />

y digieran sin dificultad las torradas com manteiga tomadas con el cha <strong>de</strong> la<br />

ñocha, no falta aquí quien arranque una <strong>de</strong>claración <strong>de</strong> neutralidad <strong>re</strong>specto á las cuestiones<br />

<strong>de</strong> or<strong>de</strong>n interior en Portugal, dando por <strong>re</strong>sultado que allí, no sólo no agra<strong>de</strong>zcan<br />

el celo con que algunos españoles amparan la autonomía lusitana, sino que se <strong>de</strong>spierten<br />

<strong>re</strong>celos y se nos dé á enten<strong>de</strong>r que cualesquiera que fuesen nuestros propósitos, y<br />

con ó sin <strong>de</strong>claraciones oficiales, el pueblo portugués, sin distinción <strong>de</strong> matices, trataría<br />

<strong>de</strong> impedir tal inmiscusión.

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