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re - Ateneo de Madrid

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— 540 —<br />

tazo biene, so tar, so cuar, grandísimas tunas, so <strong>re</strong>techulo, y dale que trote, y surra<br />

que es tar<strong>de</strong>, tos roando Jechos un obiyo, la mesa tamién por er suelo, las matas e pelo<br />

po el ai<strong>re</strong>, y pa que naíta fartara, er Tarasco que ayega <strong>de</strong>r campo en este inte, y er<br />

menistro <strong>de</strong>l aroar<strong>de</strong>.<br />

—¿Qué inglería es ésta?<br />

—¡A la carse tó er mundo!<br />

—¿Ahora bienes, so cp.rsonasos?<br />

—¡Ay, que me mata esta fiera!<br />

—¡Que yamen á los sebiles!<br />

— ¡Que la ajogo!<br />

—¡Toma, y güerbe por otra!...<br />

¿Qué campo <strong>de</strong>r Gramante ni qué efarate e feria ni qué cotufas se pué pone con la t<strong>re</strong>molina<br />

que ayí estaba arma? Pepiyo, jerío <strong>de</strong> un siyetaso, piendo á grito pelao er santolio;<br />

toas las Tarascas po er suelo; er Tarasco, atentándose los chichones e la cabesa<br />

y disiendo mu triste: «¿Qué es esto que á mí me pasa?» Y la Marigí, jecha el ama er<br />

cotarro, con la paleta alebantá po el ai<strong>re</strong> pa jundírsela al menistro, que la quería p<strong>re</strong>ndé.<br />

En esto que er menistro, juyéndole sielos y tierra, se cuela en er cuartiyo, be el oyón<br />

<strong>de</strong> las batatas, y ¡argún ánge lo aconsejó! lo coge en bolandas y ¡sas! se lo mete por la<br />

cabesa á la Marigí, que se queó como un Júas e sábao santo, medio ajogá y sin bista<br />

ni arsión pa ná. Asín la p<strong>re</strong>ndió, y asín se ar<strong>re</strong>mató aquel arrastrao arboroque, ar<strong>re</strong>mataos<br />

se bean tos eyos, pa que no güerban á agrabiá ar Señó con su mala bía. ¡Bibir<br />

bien y como Dios manda es lo pue hay que jasé pa gana la santa gloria; que toitito lo<br />

<strong>de</strong> este mundo no bale un caracó!<br />

Ea, muchachas, quearse con Dios, y jasta otra. Ascucha tú, Justiya, que me se<br />

orbiaba. ¿Tú bibes entoabía <strong>de</strong>r lao abajo e la fuente, más ayaíya e la seña oña Ana,<br />

que, por más señas, le disen la Fogosa?... ¿Sí? Pos, con lisensia, bente pa er sanjuáñ,<br />

que tengo que darte una rasón pa eya, y asín me ajorras un biaje, mujé.<br />

(Da algunos pasos hasta la puerta <strong>de</strong> la casa, á cuyo zaguán se supone que sale<br />

Justillo,, y dice en voz baja, como hablando con ella:) Niña, pon la o<strong>re</strong>ja. ¿No tiés más<br />

bestío que esa tiritaña, con er frío que ba jasiendo, cuando bales un Potosí y <strong>de</strong>bías está<br />

bestia <strong>de</strong> tisú <strong>de</strong> oro, como los curas en las misas gran<strong>de</strong>s? ¡Probesiya! Y á tó esto, tu<br />

mad<strong>re</strong> sin meisinas; sin un güen puchero... No yo<strong>re</strong>s; que aquí estoy yo, y soy más cayá<br />

que er silensio n.esmito. En cuanto que <strong>de</strong>n las orasiones, aguárdame á la bera e la<br />

fuente; que tó tié <strong>re</strong>medio en er mundo menos er morirse. Alímpiate, niña, esas lágrimas,<br />

y cayá y anda, por la tierra y por la má. (Alzando la voz al volver á la ventana:)<br />

Que no te se orbíe, Justiya. Y dile que le aproporsionaré esa car<strong>de</strong>ra é cola.—Ea, muchachas,<br />

ramito e mosquetas, salú, y jasta er berano, que es güen tiempo pa los ar<strong>re</strong>síos.<br />

(Echa á andar hacia la izquierda <strong>de</strong>l foro.—Telón.)<br />

(Del libro Chilindrinas, páginas 225-238; Sevilla, 1905.)<br />

Francisco Rodríguez Marín.<br />

Los claveles <strong>re</strong>ventones.<br />

¡Qué claveles tan vivos; son llamaradas!<br />

Son cual <strong>de</strong> una tragedia rojos chispazos,<br />

claveles semejantes á lumbraradas,<br />

•claveles que pa<strong>re</strong>cen pistoletazos.<br />

Cuando al suelo <strong>de</strong> España, que no se agota,<br />

llama Abril con el mazo <strong>de</strong> sus pinceles,<br />

se rompen sus arterias, la sang<strong>re</strong> brota,<br />

y se cuaja en rotundos y amplios claveles.

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