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re - Ateneo de Madrid

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Edificios <strong>de</strong>struidos durante los Sitios <strong>de</strong> Zaragoza.<br />

Un gran esfuerzo imaginativo es p<strong>re</strong>ciso hacer para evocar el cuadro <strong>de</strong><br />

ruinas y miserias que of<strong>re</strong>cía nuestra ciudad <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su heroica <strong>de</strong>fensa<br />

contra las huestes napoleónicas que la sitiaron en 1808 y 1809. «Pa<strong>re</strong><strong>de</strong>s salpicadas<br />

<strong>de</strong> balazos, casas arruinadas por las bombas, otras incendiadas, algunas<br />

aisladas por haberse librado <strong>de</strong> la <strong>de</strong>strucción, cadáve<strong>re</strong>s que infestaban<br />

las calles, unos esparcidos por las escaleras y cuevas, y otros sepultados ent<strong>re</strong><br />

las ruinas, obstruido el tránsito por las zanjas y escombros...» Tal era el aspecto<br />

<strong>de</strong> Zaragoza <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> sus famosos Sitios, segrm el testimonio <strong>de</strong> Daudovard<br />

en su conocido Diario histórico, carta <strong>de</strong> 26 <strong>de</strong> Feb<strong>re</strong>ro <strong>de</strong> 1809.<br />

Mucho tiene que llorar la población <strong>de</strong> hoy el rico caudal <strong>de</strong> monumentos<br />

históricos y artísticos que entonces perdió. Es verdad que muchas casas, iglesias<br />

y conventos fueron convertidos en escombros durante esos dos fatídicos<br />

años; pero estas pérdidas pudieron ser <strong>re</strong>paradas en lo matorial, y hoy, en<br />

efecto, las vemos sustituidas por mo<strong>de</strong>rnas edificaciones. Lo que no tiene <strong>re</strong>paración<br />

posible son otras clases <strong>de</strong> pérdidas, tales como el suntuoso Palacio <strong>de</strong><br />

la Diputación <strong>de</strong>l Reino y el artístico Monasterio <strong>de</strong> Santa Engracia, eg<strong>re</strong>gios<br />

monumentos sob<strong>re</strong> los que se cebaron las bombas enemigas, la rapiña y el<br />

fuego. La <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> esos dos edificios fue la mayor <strong>de</strong>sventura sufrida<br />

por la población á consecuencia <strong>de</strong>l asedio francés, porque eran luga<strong>re</strong>s<br />

privilegiados don<strong>de</strong> se vinculó ol <strong>re</strong>cuerdo <strong>de</strong> memorables sucesos, y en los<br />

que poco á poco se fueron atesorando verda<strong>de</strong>ras joyas artísticas, típicos ejempla<strong>re</strong>s<br />

<strong>de</strong> la civilización aragonesa, que serían en nuestros días testimonio<br />

elocuente <strong>de</strong> la gran<strong>de</strong>za y valer <strong>de</strong> este antiguo Reino.<br />

Sería labor prolija la <strong>de</strong> ir <strong>re</strong>señando uno por uno los edificios públicos y<br />

particula<strong>re</strong>s, eclesiásticos y civiles, <strong>de</strong>sapa<strong>re</strong>cidos durante los Sitios.<br />

Vinieron al suelo entonces, ó quedaron sumamente <strong>de</strong>strozados, el Palacio<br />

<strong>de</strong> la Diputación <strong>de</strong>l Reino, el Monasterio <strong>de</strong> Santa Engracia, la Universidad,<br />

el Hospital <strong>de</strong> Nuestra Señora do Gracia, ol Seminario Conciliar, la famosa<br />

Cruz <strong>de</strong>l Coso, uno <strong>de</strong> los arcos <strong>de</strong>l Puente <strong>de</strong> Piedra, los conventos do<br />

San Francisco, P<strong>re</strong>dicado<strong>re</strong>s, Santa Fe, San Lázaro, San Agustín, San José,<br />

Trinitarios, Ménicas, Jerusalén, Nuestra Señora <strong>de</strong>l Carmen y <strong>de</strong> Altabas,<br />

Santa Rosa, etc., etc., salvándose milagrosamente el templo metropolitano<br />

<strong>de</strong> Nuestra Señora <strong>de</strong>l Pilar, contra el cual asestaron los franceses durante<br />

el segundo sitio cuatro gran<strong>de</strong>s morteros, que, por fortuna, no llegaron á estallar<br />

(1).<br />

Fueron los conventos y las iglesias los edificios más castigados, porque los<br />

sitiado<strong>re</strong>s dirigían sus ataques en especial hacia estos luga<strong>re</strong>s para convertirlos<br />

en plazas <strong>de</strong> armas. De los pocos que consiguieron apo<strong>de</strong>rarse, lo fue á<br />

(1) Vid. Dau<strong>de</strong>vard, loe. cit., carta <strong>de</strong> 23 <strong>de</strong> Feb<strong>re</strong>ro <strong>de</strong> 1809.

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