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re - Ateneo de Madrid

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turbado como una <strong>re</strong>velación: <strong>de</strong> La señora <strong>de</strong> López, primera parte <strong>de</strong> la serie<br />

La mujer honrada.<br />

Es una novela <strong>de</strong> un verismo admirable. Aquellos personajes viven en la<br />

<strong>re</strong>alidad, los conocemos, los tratamos. Sus psicologías son verdad; sus miserias,<br />

sus vulgarida<strong>de</strong>s, sus cobardías y hasta sus abyecciones tienen un ae<strong>re</strong>o<br />

olor á vida.<br />

El que sorp<strong>re</strong>ndió aquel cuadro era un observador admirable <strong>de</strong> cosas y <strong>de</strong><br />

almas. Y digo observador y no c<strong>re</strong>ador, porque sigo c<strong>re</strong>yendo que para c<strong>re</strong>ar<br />

un alma es p<strong>re</strong>ciso ser Dios; para <strong>re</strong>tratarla, Shakespea<strong>re</strong>; para caricaturizarla,<br />

Cervantes. López Bago, practicando la máxima <strong>de</strong> Stendhal: «Una novela<br />

os un espejo que paseamos á lo largo <strong>de</strong> un camino», nos fue mostrando aquel<br />

hogar <strong>de</strong> una vulgaridad aplastante, don<strong>de</strong> iba á surgir el drama prosaico,<br />

pe<strong>de</strong>st<strong>re</strong>, en que, <strong>de</strong> vez en cuando, á una pob<strong>re</strong> mujer «se le <strong>de</strong>sgarraba<br />

la risa».<br />

Fue juzgado con injusto apasionamiento, que, á su vez, llevóle á apasionarse;<br />

y á la hostilidad contestó con la injuria, amontonando en libros posterio<strong>re</strong>s<br />

obscenida<strong>de</strong>s, aberraciones y monstruosida<strong>de</strong>s.<br />

Es absurda, pueril, la p<strong>re</strong>tensión <strong>de</strong> moralizar en las novelas.<br />

Ya Valera, el gran Valera, nos dijo en el prólogo que puso á la edición<br />

norteamericana <strong>de</strong> su maravillosa novela Pepita Jiménez: «Yo soy partidario<br />

<strong>de</strong>l arte por el arte. C<strong>re</strong>o <strong>de</strong> pésimo gusto, impertinente siemp<strong>re</strong> y pedantesco<br />

con f<strong>re</strong>cuencia, tratar <strong>de</strong> probar tesis escribiendo cuentos. Escríbanse para<br />

tal fin libros pura y severamente didácticos. El fin <strong>de</strong> una novela ha <strong>de</strong> ser<br />

<strong>de</strong>leitar, imitando pasiones y actos humanos, y c<strong>re</strong>ando, merced á esa imitación,<br />

una obra bella. Objeto <strong>de</strong>l arte es la c<strong>re</strong>ación <strong>de</strong> la belleza, y le humilla<br />

quien le someta á otro fin, por alta que sea su utilidad.» Y tenía razón el insigne<br />

maestro. Debe el autor, por el contrario, no apasionarse, y, con se<strong>re</strong>nidad<br />

perfecta, irnos narrando la acción, con la seguridad que <strong>de</strong> ella <strong>de</strong>duciráse<br />

la moral, pues que es absurda p<strong>re</strong>tensión, cuando la vida es tan rica en<br />

filosofía, que<strong>re</strong>r filosofar á costa suya. Qué<strong>de</strong>se la moraleja para las candorosas<br />

piezas que se est<strong>re</strong>nan por Nochebuena é Inocentes. La moral tiene que<br />

<strong>de</strong>ducirse fatalmente <strong>de</strong> la acción, así como el carácter <strong>de</strong> los personajes, y<br />

<strong>de</strong>jen para las novelas <strong>de</strong> folletín el c<strong>re</strong>er al autor bajo palabra, cuando nos<br />

asegura que su heroína tenía un carácter apocado y candoroso, y luego la vemos<br />

acometer emp<strong>re</strong>sas que ar<strong>re</strong>drarían á un grana<strong>de</strong>ro veterano, y <strong>de</strong>cir<br />

cosas que ruborizarían á un autor sicalíptico.<br />

Tan erróneo os p<strong>re</strong>ten<strong>de</strong>r, como Sar Josephin Peladan, que «las muje<strong>re</strong>s<br />

honradas y los pueblos felices no tienen historia ni novela», como sostener<br />

que el objeto <strong>de</strong>l arte <strong>de</strong> novelar es la p<strong>re</strong>dicación <strong>de</strong> la moral; pues, en uno y<br />

otro caso, se va á caer en la novela ten<strong>de</strong>nciosa, y la novela ten<strong>de</strong>nciosa no es<br />

nunca buena. Y si no, prueba al canto, y en los dos polos opuestos <strong>de</strong> la literatura<br />

la po<strong>de</strong>mos hallar: Zola, el gran Zola, que cuando trazó Les Rugon Maqueart<br />

rajó á la altura balzaciana, ¿no cayó en lamentable <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia al<br />

que<strong>re</strong>rnos dar sus evangelios? La segunda prueba 1» tenemos aquí mismo en

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