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re - Ateneo de Madrid

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León<br />

El Ganso.<br />

Inédito.<br />

¡Oh, genios <strong>de</strong> la curda; <strong>de</strong>ida<strong>de</strong>s bulliciosas <strong>de</strong> las Bacanales y Vinalias, manes<br />

<strong>de</strong>l viejo Sueno, espíritus inquietos que <strong>re</strong>voloteáis en torno <strong>de</strong> las bo<strong>de</strong>gas! ¡Sedme<br />

propicios y venid todos en mi ayuda para que pueda salir con bien <strong>de</strong> la emp<strong>re</strong>sa que<br />

acometo! ¡Y tú, pad<strong>re</strong> Baco, á quien las Hyadas, Horas y Ninfas arrullaron en la cuna;<br />

tú, que con el cuento <strong>de</strong> un enramado tirso hacías brotar, don<strong>de</strong>quiera que con él tocases,<br />

fuentes <strong>de</strong> purísimo néctar, tan bueno ó mejor que el que Ganime<strong>de</strong>s escanciaba en<br />

los olímpicos banquetes; admite la humil<strong>de</strong> oblación que of<strong>re</strong>zco en tu holocausto al<br />

escribir la historia <strong>de</strong>l más ferviente <strong>de</strong> los <strong>de</strong>votos que has tenido, tienes y piensas<br />

tener en lo veni<strong>de</strong>ro; la historia, digo, <strong>de</strong> aquel gentil borracho que fue columna <strong>de</strong> las<br />

tabernas, envidia <strong>de</strong> los mojones, émulo <strong>de</strong> las cubas, coramb<strong>re</strong> <strong>de</strong>l mostagán, único en<br />

en el beber, y, finalmente, honra, p<strong>re</strong>z y <strong>re</strong>gocijo <strong>de</strong> su tiempo!<br />

Cuentan las crónicas que el héroe <strong>de</strong> este <strong>re</strong>lato nació en la ciudad <strong>de</strong> León, allá por<br />

los años <strong>de</strong> 1815 á 1816, y aunque se supone que <strong>re</strong>cibiría el agua <strong>de</strong>l bautismo, es lo<br />

cierto que su nomb<strong>re</strong> <strong>de</strong> pila no transcendió <strong>de</strong> los libros parroquiales, pues <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que se<br />

hizo mozo dieron las gentes en apodarle el Ganso, no solamente á cansa <strong>de</strong> que era flaco<br />

y larguirucho su cuerpo, <strong>de</strong> á tercia su pescuezo, pazguato en el <strong>de</strong>cir, y su voz <strong>de</strong> un tono<br />

que al graznar se asemejaba, sino también porque salió tan vago y amigo <strong>de</strong> cor<strong>re</strong>r la<br />

gandaya, que su pad<strong>re</strong>, honrado zapatero <strong>de</strong>l barrio <strong>de</strong> Santa Ana, nunca pudo, por más<br />

palos que le dio, conseguir <strong>de</strong> él que asistiese á la escuela cuando chico, ni menos que<br />

arrimase el hombro á algún oficio cuando llegó á la edad en que se ap<strong>re</strong>n<strong>de</strong> ol arte <strong>de</strong><br />

ganar la vida; pero, en cambio, se le encontraba con f<strong>re</strong>cuencia en los portales <strong>de</strong> la<br />

Plaza, en el Espolón, en las tiendas <strong>de</strong> barbero, en el Soto <strong>de</strong> San Marcos, en el Ejido<br />

y en todos aquellos sitios en don<strong>de</strong> hubiese buen sol en el invierno, f<strong>re</strong>sco en el estío, ó<br />

charla <strong>de</strong>socupada y ociosa en cualquier estación <strong>de</strong>l año.<br />

Los diez y ocho <strong>de</strong> su edad tendría cuando ocurrió la conspiración <strong>de</strong>l obispo Abarca,<br />

suceso que, encendiendo la sang<strong>re</strong> <strong>de</strong>l mancebo, hízole cobrar un odio furibundo á la<br />

causa <strong>de</strong> D. Carlos Isidro, hasta el ext<strong>re</strong>mo <strong>de</strong> que, á partir <strong>de</strong> aquella fecha, no tuvo<br />

el infante en la ciudad enemigo más ardoroso y <strong>de</strong>nodado. Por eso, en cuanto estalló<br />

la guerra quiso escaparse al Norte, cosa á la que por entonces le fue forzoso <strong>re</strong>nunciar,<br />

porque su pad<strong>re</strong>, así que barruntó su honrada <strong>de</strong>terminación, hubo <strong>de</strong> <strong>de</strong>scalabrarle, no<br />

se sabe si con una horma ó con el martillo <strong>de</strong> machacar la suela, que en este punto no<br />

andan tan conformes los auto<strong>re</strong>s, como en el <strong>de</strong>cir que por la b<strong>re</strong>cha formidable que le<br />

abrió en los cascos, <strong>de</strong>jando al <strong>de</strong>scubierto parte <strong>de</strong> la sesera, <strong>de</strong>bieron <strong>de</strong> salírsele los<br />

entusiasmos belicosos, aunque no <strong>de</strong> suerte que no le quedasen <strong>de</strong>ntro algunas raíces<br />

para producir nuevos <strong>re</strong>toños, pues, en efecto, cuando t<strong>re</strong>s años más tar<strong>de</strong>, ó sea en<br />

Agosto <strong>de</strong> 1836, llegaron á la capital las tropas carlistas que mandaban Ter<strong>re</strong>ros y<br />

Villalobos, volvió el Ganso á las andadas al ver con t<strong>re</strong>menda corajina que las autorida<strong>de</strong>s<br />

huyeron como lieb<strong>re</strong>s á Valencia <strong>de</strong> Don Juan, y que los facciosos, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

<strong>re</strong>clutar un batallón <strong>de</strong> voluntarios, y <strong>de</strong> obtener <strong>de</strong>l Cabildo y <strong>de</strong> muchas personas<br />

pudientes provisiones y dineros, se largaban con viento f<strong>re</strong>sco camino <strong>de</strong> Riaño á proseguir<br />

las aventuras que comenzaran en tierra <strong>de</strong> Galicia. Aquella misma noche, Espartero,<br />

que les iba á los alcances, entró en León al f<strong>re</strong>nte <strong>de</strong> sus huestes; y en los dos días<br />

que allí <strong>de</strong>scansó, dióse el Ganso muy buena maña para lograr su enganche en el ejército<br />

cristino; conseguido lo cual, y sin <strong>de</strong>spedirse <strong>de</strong> su pad<strong>re</strong>, por temor <strong>de</strong> que otra vez<br />

le santiguase <strong>de</strong>l modo cruento que solía, se marchó <strong>de</strong> la ciudad con la columna.<br />

No c<strong>re</strong>as, hermano lector, que voy á contarte puntualmente las proezas <strong>de</strong>l flamante<br />

guer<strong>re</strong>ro leonés, pues aunque procuré con solícita diligencia averiguarlas, no pu<strong>de</strong> haber

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