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re - Ateneo de Madrid

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- 547 —<br />

En Trujillo, los enamorados echan en una taza <strong>de</strong> vinag<strong>re</strong> siete pelos <strong>de</strong><br />

cabra negra, y por la mañana los observan. Si se han vuelto colorados, es<br />

señal evi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> que uno <strong>de</strong> los dos prometidos ha <strong>de</strong> morir antes <strong>de</strong> terminar<br />

el año en que se hace la consulta..., y, por si acaso, se aplaza la boda<br />

hasta el año siguiente.<br />

Si el color no se altera, ¡á la iglesia, que se pier<strong>de</strong> tiempo!<br />

En la misma ciudad, otros consulto<strong>re</strong>s matrimoniales se encaminan á la<br />

fuente <strong>de</strong> la Olalla, y p<strong>re</strong>guntan á una señora encantada que hay en ella si<br />

sus <strong>de</strong>sposorios tendrán lugar <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> aquel año.<br />

Esta p<strong>re</strong>gunta se hace á las once y media <strong>de</strong> la noche, y los amantes tienen<br />

que aguardar media hora, que es <strong>de</strong> suponer transcurrirá para ellos en un soplo.<br />

A las doce en punto se ab<strong>re</strong>n dos pizarras que hay junto á la fuente, y<br />

surge <strong>de</strong> ent<strong>re</strong> ellas un carnero negro. Si éste se limita á dar un <strong>re</strong>spingo en<br />

la pra<strong>de</strong>ra, la cosa no va formal; pero si da t<strong>re</strong>s topetadas en las pizarras<br />

antes <strong>de</strong> volverse á su encantada prisión, la boda será un hecho.<br />

En Ser<strong>re</strong>jón, Mérida, Val<strong>de</strong>caballeros y otros muchos luga<strong>re</strong>s, llenan <strong>de</strong><br />

agua en noche tal un gran bar<strong>re</strong>ño ó una panera, y en ella arrojan rosas, verbenas,<br />

claveles, jazmines, mad<strong>re</strong>selvas, hierbaluisa y otras flo<strong>re</strong>s y plantas<br />

olorosas, que permanecen en infusión hasta por la mañana. Al salir el sol se<br />

sacan <strong>de</strong>l tosco flo<strong>re</strong>ro, y con el agua imp<strong>re</strong>gnada <strong>de</strong> su savia, convertida por<br />

la virtud <strong>de</strong> esa noche milagrosa en un curalotodo, lávase toda la familia, para<br />

sanar <strong>de</strong> erupciones, estirpar pecas, estirar el cutis acribillado por las <strong>re</strong>sultas<br />

<strong>de</strong> las viruelas, colo<strong>re</strong>ar el rostro <strong>de</strong> las opiladas, y, en una palabra, para<br />

alcanzar salud y hermosura.<br />

¿Y para qué tanta flor? ¿Está la virtud <strong>de</strong>l agua en razón di<strong>re</strong>cta <strong>de</strong>l número<br />

<strong>de</strong> las que se echan en <strong>re</strong>mojo? En Villafranca contestarían que no á esta<br />

p<strong>re</strong>gunta, porque allí con la flor <strong>de</strong> la a<strong>de</strong>lfa tienen bastante para los mismos<br />

fines.<br />

En algunos pueblos <strong>de</strong>l partido <strong>de</strong> Montánchez aseguran que el agua se<strong>re</strong>nada<br />

<strong>de</strong> tal noche, llamada «agua <strong>de</strong> la verbena», dada á beber por las mismas<br />

esposas á los maridos, cura á éstos <strong>de</strong>l mal <strong>de</strong> celos. Ya lo sabéis, muje<strong>re</strong>s<br />

pecadoras: siquiera por guardar el cuerpo, ¡agua en ellos!<br />

Al propio líquido atribuyen en Cabezuela la virtud <strong>de</strong> que lavando con él,<br />

al salir el sol, el tocino, éste no se enrancia; c<strong>re</strong>yendo asimismo que las ropas<br />

que se sacan y tienen al se<strong>re</strong>no en esa noche, no son atacadas <strong>de</strong> la polilla.<br />

*<br />

* *<br />

Como hay ojos <strong>de</strong> tal potencia que, no solamente ven lo que pa<strong>re</strong>ce más<br />

oculto y <strong>re</strong>servado, sino hasta lo que jamás tuvo existencia <strong>re</strong>al, y seguramente<br />

podrían citar algunos <strong>de</strong> éstos mis lecto<strong>re</strong>s, no faltan en Her<strong>re</strong>ra <strong>de</strong>l Duque<br />

órganos <strong>de</strong> esa naturaleza prodigiosa, que, observando la salida <strong>de</strong>l sol el día<br />

<strong>de</strong>l Bautista, á través <strong>de</strong> un pañuelo, vean alzarse <strong>de</strong> su lecho al <strong>re</strong>y <strong>de</strong>l día dando<br />

cabriolas como el más apayasado volatinero por ent<strong>re</strong> castillos y palacios<br />

<strong>de</strong> oro y carmín.<br />

El cuadro no pue<strong>de</strong> ser más sorp<strong>re</strong>n<strong>de</strong>nte. ¡Y gratis!<br />

Pero los <strong>de</strong> Perales ven más, porque no necesitan pañuelo intermediario<br />

para contemplar la danza solar: la ven al <strong>de</strong>snudo.<br />

No menos prodigioso es el espectáculo <strong>de</strong> que disfrutan los vecinos <strong>de</strong> Cordovilla.<br />

Por el Morrón <strong>de</strong> Estena, la c<strong>re</strong>sta más elevada <strong>de</strong> la Sierra <strong>de</strong> San<br />

Pedro, ven pasar al Bautista y á los santos Justo y Pastor (los patronos <strong>de</strong>l<br />

pueblo) envueltos en una au<strong>re</strong>ola <strong>de</strong> luz, conduciendo un <strong>re</strong>baño <strong>de</strong> cabritas,<br />

albas como la nieve, para que juegue el Niño-Dios; observando que tan fia-

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