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MANUAL_DE_DERECHO_CONSTITUCIONAL_-_Dr._I

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mente autorizado; es otorgado en un documento por clases o grupos y no por individuos:

el clero, la nobleza y el tercer estado; es revocable en todo momento por el

mandante; se representaban fundamentalmente intereses económicos y las consecuencias

de su ejercicio repercutían directamente sobre los mandantes, por lo que

tenían que rendir cuentas detalladas; se ejercía a través de una asamblea convocada

ocasionalmente; no constituían ninguna legitimación política del régimen.

La representación moderna, del mandato político representativo, se funda en

otros principios: desaparece el mandato imperativo y, como consecuencia, el

mandantario puede actuar libremente; la asamblea pasa a ser un órgano permanente

y central; la representación es un medio de legitimar el poder a través de

elecciones periódicas y competitivas; se representan a personas y no a grupos o

clases, lo cual sería contrario al principio de igualdad; el diputado no representa

relaciones concretas de individuos, sino de carácter general con el Estado; el mandato

es irrevocable y termina con el plazo que señala la ley; el mandatario tiene

que rendir cuentas políticas.

Esta concepción ha prevalecido a pesar de los cambios institucionales, principalmente

con la aparición de los partidos políticos. Se representa a la nación y no

al partido, aunque en la realidad sucede lo contrario, pues el diputado sigue las

instrucciones del partido, a menos que desee salir de la política. Dependiendo del

sistema electoral, los diputados pueden tener más o menos libertad de actuar.

La teoría de la representación política en la asamblea ha sufrido negaciones.

En forma radical se sostiene que la única democracia es la directa. El pueblo

es el único titular de la soberanía y como tal debe ejercerlo en forma directa, sin

representantes o intermediarios. Es el único que puede decidir y dictar leyes. Así

legitima la obediencia de sus decisiones, porque el pueblo obedece lo que él mismo

decidió. Obviamente, la teoría de la representación es incompatible con esta

concepción de la democracia.

La concepción jacobina de la representación política engendra una identificación

entre asamblea y pueblo, entre gobernante y pueblo, lo que justifica el carácter

absoluto del gobierno revolucionario.

Una versión moderna, o mejor un acomodamiento a esta teoría, es la que se

practicó en los países socialistas. Acepta la posibilidad de la democracia mediata

(representativa) sólo por razones técnicas. Consideran al representante como un

portavoz del pueblo y con mandato revocable. La presencia del partido único y el

aborrecimiento de Karl Marx a las técnicas de la democracia directa, convierte al

sistema en una negación de la democracia. Se sostiene que el partido único es el

portador de la voluntad real del pueblo, borrando la tensión entre representación y

electorado.

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