22.07.2013 Views

Vol. 2, Page 99 - Colegio de Capellanes de Venezuela

Vol. 2, Page 99 - Colegio de Capellanes de Venezuela

Vol. 2, Page 99 - Colegio de Capellanes de Venezuela

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

sucedió, por ejemplo, en Francia, don<strong>de</strong> el edicto <strong>de</strong> Nantes puso <strong>de</strong> manifiesto el fracaso<br />

<strong>de</strong> la política anterior que trataba <strong>de</strong> forzar a todos los franceses a aceptar la misma<br />

persuasión teológica. Con ello se comenzó un largo proceso que tendría enormes<br />

consecuencias, pues poco a poco los diversos estados <strong>de</strong> Europa se vieron obligados a<br />

adoptar una política <strong>de</strong> tolerancia religiosa, en la que se permitía la existencia <strong>de</strong> diversas<br />

opiniones teológicas. Y <strong>de</strong> allí se pasó a la i<strong>de</strong>a, más mo<strong>de</strong>rna, <strong>de</strong>l estado laico, que fue<br />

<strong>de</strong>plorada por algunas iglesias, según veremos más a<strong>de</strong>lante, pero que era consecuencia<br />

<strong>de</strong> la diversidad que comenzó a manifestarse en el siglo XVI.<br />

También en ese siglo acabó <strong>de</strong> <strong>de</strong>rrumbarse el sueño <strong>de</strong> un imperio universal. El<br />

último emperador que, siquiera <strong>de</strong> un modo limitado, pudo abrigar tales ilusiones fue<br />

Carlos V. A partir <strong>de</strong> entonces los llamados “emperadores” no fueron más que reyes <strong>de</strong><br />

Alemania, y aun allí su po<strong>de</strong>r era un tanto precario por el carácter electivo <strong>de</strong> esa<br />

dignidad.[<strong>Vol</strong>. 2, <strong>Page</strong> 131]<br />

Por último, la i<strong>de</strong>a conciliarista también se vino al suelo. Durante varias décadas los<br />

reformadores estuvieron esperanzados <strong>de</strong> que un concilio universal les daría la razón, y<br />

pondría en or<strong>de</strong>n la casa <strong>de</strong>l papa. Lo que sucedió fue todo lo contrario, pues el papado<br />

puso en or<strong>de</strong>n sus propios asuntos, y cuando por fin se reunió el Concilio <strong>de</strong> Trento<br />

resultaba claro que dicha asamblea era un instrumento en las manos <strong>de</strong> los papas, y no un<br />

verda<strong>de</strong>ro tribunal internacional e imparcial.<br />

Es necesario tener en mente todo esto para compren<strong>de</strong>r la vida, los hechos y el temple<br />

<strong>de</strong> quienes tuvieron que vivir en esa época, y en ella ser fieles al mandato [<strong>Vol</strong>. 2, <strong>Page</strong><br />

132] <strong>de</strong> su Señor. Tanto entre protestantes como entre católicos hubo gigantes<br />

comparables tan sólo a aquellos <strong>de</strong> la que hemos llamado “era <strong>de</strong> los gigantes”. En su<br />

<strong>de</strong>rredor el mundo convulso se <strong>de</strong>rrumbaba a la vez que se agrandaba (no se olvi<strong>de</strong> que,<br />

cronológicamente, la “era <strong>de</strong> los reformadores” coincidió con la “era <strong>de</strong> los<br />

conquistadores” que hemos <strong>de</strong> narrar en la próxima sección). Los viejos puntos <strong>de</strong> apoyo<br />

—el papado, el Imperio, la tradición— se tambaleaban. Como <strong>de</strong>cia Galileo, la Tierra<br />

misma se movía.<br />

Las conmociones sociales y políticas eran frecuentes. El viejo feudalismo se echaba a<br />

un lado, para <strong>de</strong>jarle paso al naciente capitalismo. En una época supuestamente ilustrada,<br />

se cometían terribles atrocida<strong>de</strong>s en nombre <strong>de</strong>l Crucificado. Y se cometían con toda<br />

sinceridad y absoluta convicción.<br />

Tal fue la época en que les tocó vivir a Lutero, Calvino, Knox, Menno Simons y<br />

todos los <strong>de</strong>más reformadores <strong>de</strong> quienes hemos tratado aquí. Y lo que resulta notable es<br />

la confianza que estos reformadores tuvieron en la Palabra <strong>de</strong> Dios, no sólo para darles la<br />

razón y la victoria, sino también para producir la reforma que toda la iglesia necesitaba, y<br />

<strong>de</strong> la cual lo que ellos hacían no era más que el preámbulo. Lutero y Calvino, por<br />

ejemplo, siempre creyeron que el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la Palabra <strong>de</strong> Dios era tal que, mientras la<br />

iglesia romana continuara teniéndola en su seno, y por mucho que se negara a escucharla,<br />

siempre quedaba en ella un “vestigio <strong>de</strong> iglesia”, y esperaban el día cuando en la vieja<br />

iglesia se volviera a oír esa Palabra, y comenzara a producir reformas semejantes a las<br />

112

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!