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Vol. 2, Page 99 - Colegio de Capellanes de Venezuela

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mantener suficiente distancia entre éstos y los colonizadores para evitar los abusos y<br />

<strong>de</strong>savenencias que habían tenido lugar en otros intentos semejantes.<br />

La obra <strong>de</strong> los jesuitas se inspiró en la <strong>de</strong> Bolaños, y uno <strong>de</strong> sus principales<br />

instrumentos fue la traducción guaraní <strong>de</strong>l catecismo <strong>de</strong> San Toribio, producto <strong>de</strong> las<br />

labores <strong>de</strong> Bolaños. Pero, a diferencia <strong>de</strong>l franciscano, los jesuitas estaban convencidos<br />

<strong>de</strong> que los colonos y soldados españoles eran un verda<strong>de</strong>ro impedimento para su obra<br />

misionera, y por tanto <strong>de</strong>cidieron a<strong>de</strong>ntrarse más en el país, hacia regiones don<strong>de</strong> lo<br />

europeo fuese casi <strong>de</strong>sconocido. Esa política quedó confirmada cuando la misión entre<br />

los guaycurúes, que eran los indios que más parecían amenazar la ciudad española,<br />

resultó ser la más difícil y menos fructífera. [<strong>Vol</strong>. 2, <strong>Page</strong> 226] A la postre los jesuitas les<br />

entregaron sus misiones entre estos indios a los sacerdotes diocesanos, y ellos se<br />

dirigieron más al interior <strong>de</strong>l país.<br />

El principal promotor <strong>de</strong> esas misiones fue el padre Roque González, natural <strong>de</strong><br />

Asunción, que hablaba el guaraní con la misma flui<strong>de</strong>z que el español. Su carácter, a la<br />

vez dulce y osado, le permitió penetrar en regiones don<strong>de</strong> nunca se había visto un rostro<br />

blanco. En más <strong>de</strong> una ocasión, cuando supo que los indios eran hostiles, sencillamente<br />

se dirigió a la región y pidió hablar con el cacique. De ese modo él y otros jesuitas fueron<br />

ganándose la confianza <strong>de</strong> los naturales, y cuando los invitaron a vivir en pueblos algunos<br />

<strong>de</strong> ellos accedieron.<br />

Los pueblos que así se fundaron eran en realidad pequeñas teocracias. Aunque los<br />

indios elegían a sus jefes, todos éstos quedaban supeditados al misionero, que tenía la<br />

última palabra, no sólo en cuestiones <strong>de</strong> moral y religión, sino también en los asuntos<br />

prácticos <strong>de</strong> la comunidad.<br />

El plan básico <strong>de</strong> estos pueblos era generalmente el mismo. Al centro había una gran<br />

plaza, don<strong>de</strong> tenían lugar las reuniones, las procesiones y las fiestas. Frente a la plaza<br />

estaba la iglesia, con la resi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l misionero. Había a<strong>de</strong>más un almacén don<strong>de</strong> se<br />

guardaban los bienes comunes, y un edificio aparte para las viudas y los huérfanos.<br />

A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> los edificios necesarios para talleres, había un buen número <strong>de</strong> construcciones<br />

alineadas en calles, y en cada una <strong>de</strong> ellas pequeños apartamentos para cada familia.<br />

Buena parte <strong>de</strong> la propiedad era tenida en común, aunque también se les permitía a<br />

los indios tener pequeños terrenos privados. Los animales, aperos <strong>de</strong> labranza, semillas,<br />

etc., eran propiedad <strong>de</strong> todo el pueblo. Aunque todos tenían que trabajar [<strong>Vol</strong>. 2, <strong>Page</strong><br />

227] cierto número <strong>de</strong> horas en los campos comunes, siempre hubo tiempo para quienes<br />

se interesaban en artesanías especiales, y los naturales llegaron a contar con artesanos<br />

hábiles. En algunos <strong>de</strong> aquellos pueblos, fueron los indios quienes construyeron los<br />

órganos para sus iglesias.<br />

Pero no todo era color <strong>de</strong> rosa. Cada poblado estaba ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> grupos <strong>de</strong> indios que<br />

se negaban a abandonar su vida anterior, y que instaban a los otros a volver a ella. Los<br />

<strong>de</strong>sertores fueron muchos, pero la mayor parte <strong>de</strong> ellos volvía por fin a la “reducción”. En<br />

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