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Vol. 2, Page 99 - Colegio de Capellanes de Venezuela

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Esos sentimientos galicanos dificultaban la aplicación <strong>de</strong> los <strong>de</strong>cretos tri<strong>de</strong>ntinos<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l territorio francés. Aunque el propio Enrique IV, tras una serie <strong>de</strong><br />

negociaciones con Roma, se comprometió a hacerlos promulgar en el país, el Parlamento<br />

y buena parte <strong>de</strong>l clero se opusieron, y el Concilio no llegó a tener vali<strong>de</strong>z oficial en<br />

Francia. En 1615, cinco años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l asesinato <strong>de</strong> Enrique IV, los <strong>de</strong>cretos <strong>de</strong>l<br />

Concilio todavía no habían sido promulgados por el gobierno francés, y el clero nacional<br />

<strong>de</strong>cidió hacerlo por cuenta propia. Aunque eso pudo hacerse porque en ese momento<br />

buena parte <strong>de</strong>l clero se inclinaba hacia el ultramontanismo, el hecho mismo <strong>de</strong> que fue el<br />

clero francés el que <strong>de</strong>cidió acerca <strong>de</strong> la vali<strong>de</strong>z <strong>de</strong> los <strong>de</strong>cretos <strong>de</strong>l Concilio en su país a<br />

la postre les daría más argumentos a los <strong>de</strong>fensores <strong>de</strong> las “liberta<strong>de</strong>s galicanas”.<br />

El galicanismo tenía, por así <strong>de</strong>cir, dos ramas. Había algunos que <strong>de</strong>fendían las<br />

“liberta<strong>de</strong>s galicanas” por sentimientos nacionalistas, mientras otros lo hacían porque<br />

estaban convencidos <strong>de</strong> que la autoridad eclesiástica residía en los obispos, y no en el<br />

papa. Pero ambas razones le convenían a la corona, que no vaciló en alentar los<br />

sentimientos galicanos, ni en oponerse al ultramontanismo, a veces por fuerza.<br />

En otras partes <strong>de</strong> la Europa católica hubo movimientos parecidos al galicanismo. De<br />

éstos el más importante fue el “febronianismo”, que se basaba en las i<strong>de</strong>as expuestas por<br />

Justino Febronio en su obra El estado <strong>de</strong> la iglesia y el po<strong>de</strong>r legítimo <strong>de</strong>l pontífice<br />

romano. Este libro, publicado en 1673, les dio nueva vida a las antiguas i<strong>de</strong>as<br />

conciliaristas. Según Febronio, la iglesia es la comunidad <strong>de</strong> los fieles, y es a ellos que les<br />

correspon<strong>de</strong> el po<strong>de</strong>r en última instancia. Pero los obispos, [<strong>Vol</strong>. 2, <strong>Page</strong> 297] como<br />

representantes <strong>de</strong> los fieles, son quienes están llamados a gobernar la iglesia. Luego, un<br />

concilio universal <strong>de</strong> obispos tiene mayor autoridad que el papa, quien en todo caso no<br />

pue<strong>de</strong> interferir en los asuntos <strong>de</strong> otras iglesias que la <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Roma. La i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la<br />

jurisdicción universal <strong>de</strong>l papa se basa en las falsas <strong>de</strong>cretales, un documento espurio que<br />

no merece crédito alguno.<br />

Clemente XIII con<strong>de</strong>nó el escrito <strong>de</strong> Febronio al poco tiempo <strong>de</strong> publicado. Pero a<br />

pesar <strong>de</strong> ello las i<strong>de</strong>as que en él se expresaban pronto cobraron popularidad. Muchos<br />

veían en el febronianismo una posibilidad <strong>de</strong> volver a reunir a católicos y protestantes, a<br />

base <strong>de</strong> un concilio universal que no estuviera dominado por los elementos papistas.<br />

Otros lo apoyaban y difundían porque era compatible con el creciente sentimiento<br />

nacionalista, y le negaba al papado jurisdicción sobre los diversos reinos in<strong>de</strong>pendientes.<br />

En Alemania, no faltaron opulentos obispos que eran al mismo tiempo señores seculares<br />

<strong>de</strong> sus diócesis, y para quienes el febronianismo era un modo <strong>de</strong> evitar que se les<br />

impusieran las reformas <strong>de</strong>cretadas en Trento.<br />

En la corte <strong>de</strong> Viena, el febronianismo tomó un carácter particular. Allí, el emperador<br />

José II utilizó esa doctrina para apoyar un plan <strong>de</strong> gobierno que hacía <strong>de</strong> la iglesia<br />

instrumento suyo. José I, era uno <strong>de</strong> los príncipes ilustrados que aparecieron en el siglo<br />

XVIII, y que se lanzaron a un programa <strong>de</strong> reformas en los campos <strong>de</strong> la economía, la<br />

política y la educación. Para llevar a cabo sus proyectos, este emperador necesitaba <strong>de</strong> la<br />

iglesia. Pero no <strong>de</strong> una iglesia dominada por el espíritu tri<strong>de</strong>ntino, que le parecía<br />

oscurantista e intolerante. Al contrario, el Emperador <strong>de</strong>seaba po<strong>de</strong>r contar con una<br />

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