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Vol. 2, Page 99 - Colegio de Capellanes de Venezuela

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continuó y se acrecentó en épocas republicanas. A mediados <strong>de</strong> siglo, comenzó un<br />

período <strong>de</strong> <strong>de</strong>sarrollo económico a base <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s capitales extranjeros y <strong>de</strong> la<br />

exportación <strong>de</strong> productos agrícolas. Esto a su vez le dio nuevo auge al latifundismo, y<br />

frecuentemente creó alianzas entre los latifundistas nacionales y los capitalistas<br />

extranjeros. Al mismo tiempo surgía en las ciuda<strong>de</strong>s una clase media <strong>de</strong> comerciantes y<br />

empleados civiles que rara vez tuvo gran po<strong>de</strong>r, pero que veía sus intereses unidos al<br />

<strong>de</strong>sarrollo económico que estaba teniendo lugar. Lo que se esperaba y se prometía<br />

repetidamente era que, con el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong>l comercio, <strong>de</strong> la industria y <strong>de</strong> la educación,<br />

todas las clases sociales se beneficiarían, pues hasta los más pobres recibirían una parte<br />

<strong>de</strong> la nueva riqueza que se estaba creando. Pero para que hubiera tal progreso económico<br />

era necesario mantener el or<strong>de</strong>n, y <strong>de</strong> ese modo se justificaron docenas <strong>de</strong> dictaduras que<br />

podían mostrar que el capital extranjero y el progreso económico se concentraban en los<br />

países <strong>de</strong> mayor estabilidad política.<br />

Durante todo el siglo XIX, el gran <strong>de</strong>bate i<strong>de</strong>ológico en América Latina fue entonces<br />

entre “liberales” y “conservadores”. En general, los jefes <strong>de</strong> ambas facciones pertenecían<br />

a las clases más acaudaladas. Pero, mientras los conservadores tenían su mayor fuerza en<br />

la aristocracia <strong>de</strong> los terratenientes, los liberales la tenían entre los comerciantes e<br />

intelectuales <strong>de</strong> las ciuda<strong>de</strong>s. Los conservadores temían las i<strong>de</strong>as nuevas tales como la<br />

libertad <strong>de</strong> conciencia y la libre empresa. Los liberales las <strong>de</strong>fendían, tanto porque<br />

pensaban que eran necesarias para que el país pudiera formar parte <strong>de</strong>l concierto <strong>de</strong> las<br />

naciones mo<strong>de</strong>rnas, como porque esas i<strong>de</strong>as se ajustaban a sus intereses. En términos<br />

generales, los conservadores miraban hacia España, mientras los liberales miraban hacia<br />

Gran Bretaña, Francia y los Estados [<strong>Vol</strong>. 2, <strong>Page</strong> 415] Unidos. Pero ni unos ni otros<br />

estaban dispuestos a alterar el or<strong>de</strong>n social y económico <strong>de</strong> tal modo que todos pudieran<br />

participar por igual. El resultado fue una serie <strong>de</strong> dictaduras, tanto conservadoras como<br />

liberales, <strong>de</strong> golpes <strong>de</strong> estado, y <strong>de</strong> violencias. Por ello, hacia fines <strong>de</strong>l siglo eran muchos<br />

los que concordaban con las tristes palabras <strong>de</strong> Bolívar en el sentido <strong>de</strong> que la América<br />

era ingobernable.<br />

La iglesia y las nuevas naciones<br />

Como hemos consignado anteriormente, durante todo el período colonial la iglesia en<br />

la América española y portuguesa se gobernó bajo el régimen <strong>de</strong>l Patronato Real. En<br />

consecuencia, la división entre peninsulares y criollos, que se hacía sentir en toda la<br />

sociedad, estaba también presente en la iglesia, cuya alta jerarquía estaba constituida<br />

mayormente por peninsulares seleccionados por la corona, mientras los criollos y<br />

mestizos formaban el grueso <strong>de</strong>l bajo clero. Hubo algunos obispos que apoyaron la causa<br />

in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ntista. Pero en términos generales el episcopado hispanoamericano tomó el<br />

partido <strong>de</strong>l Rey, a quien trató <strong>de</strong> apoyar con numerosas pastorales en que se con<strong>de</strong>naba la<br />

“sedición” <strong>de</strong> los in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ntistas. A la postre, muchos <strong>de</strong> ellos tuvieron que abandonar<br />

sus se<strong>de</strong>s, y los que permanecieron en ellas lo hicieron a base <strong>de</strong> tensiones constantes con<br />

los nuevos gobiernos. El resultado fue que numerosas diócesis importantes, y hasta países<br />

enteros, quedaron sin obispos.<br />

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