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Vol. 2, Page 99 - Colegio de Capellanes de Venezuela

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confabulado para coronar a Alfonso, y <strong>de</strong>clarar <strong>de</strong>puesto a Enrique. Mientras los rebel<strong>de</strong>s<br />

marchaban a reunirse en Avila, el Rey huía hacia Salamanca. Alfonso, que a la sazón<br />

contaba poco más <strong>de</strong> once años, se <strong>de</strong>jó llevar por las promesas <strong>de</strong> los conspiradores y<br />

aceptó el título real, contra los consejos <strong>de</strong> su hermana mayor Isabel, quien le señaló que<br />

un trono fundado en la usurpación carecería <strong>de</strong> bases sólidas. Pero Alfonso no tuvo<br />

tiempo para ver cumplirse la profecía <strong>de</strong> su hermana, pues murió poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

coronado, <strong>de</strong>jando acéfalo al partido rebel<strong>de</strong>.<br />

Alonso Carrillo corrió entonces al convento cisterciense <strong>de</strong> Santa Ana, en Avila,<br />

don<strong>de</strong> residía Isabel, para ofrecerle la corona que antes había ceñido su hermano. Pero la<br />

princesa se mostró inflexible, argumentando con el Arzobispo <strong>de</strong> igual modo que antes lo<br />

había hecho con su hermano: “Porque si yo gano el trono rebelándome contra él<br />

[Enrique] ¿cómo podría con<strong>de</strong>nar mañana a quien quisiera [<strong>Vol</strong>. 2, <strong>Page</strong> 140]<br />

<strong>de</strong>sobe<strong>de</strong>cerme?" Por fin, junto a los viejos Toros <strong>de</strong> Guisando, se llegó a un acuerdo<br />

entre las partes en pugna. Según ese acuerdo, los rebel<strong>de</strong>s reconocían a Enrique como<br />

soberano, y éste en cambio nombraba a Isabel como su sucesora. De este modo el partido<br />

<strong>de</strong> los insurrectos, carente <strong>de</strong> una sien sobre la cual asentar la corona <strong>de</strong> la rebeldía,<br />

lograba al menos la humillación <strong>de</strong>l Rey.<br />

Isabel aceptó este acuerdo porque estaba convencida <strong>de</strong> que doña Juana, la Beltraneja,<br />

llevaba con justicia ese apodo, y no era por tanto legítima here<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> la corona. Así,<br />

quien nunca esperó ocupar el trono <strong>de</strong> Castilla, y pasó sus primeros años en medio <strong>de</strong><br />

penurias y soleda<strong>de</strong>s, fue convertida en legítima here<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> su medio hermano Enrique<br />

IV.<br />

Enrique no quedó contento con este arreglo, que en fin <strong>de</strong> cuentas era una mancha en<br />

su honra. Al reunirse las cortes <strong>de</strong>l reino, se negaron a ratificar lo acordado en los Toros<br />

<strong>de</strong> Guisando. Y los partidarios <strong>de</strong> Enrique se <strong>de</strong>dicaron a alejar a Isabel procurando<br />

casarla con algún potentado extranjero, mientras fortalecían su posición ofreciéndole la<br />

mano <strong>de</strong> la Beltraneja al Rey <strong>de</strong> Portugal.<br />

Empero Isabel no estaba dispuesta a <strong>de</strong>jarse arrebatar la corona <strong>de</strong> la que ahora, tras<br />

la muerte <strong>de</strong> Alfonso, se consi<strong>de</strong>raba legítima here<strong>de</strong>ra. Tras hacer sus propias<br />

investigaciones, <strong>de</strong>cidió casarse con el príncipe here<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> Aragón, don Fernando, que<br />

venía bien recomendado por varios <strong>de</strong> los consejeros <strong>de</strong> la princesa. Cuando Enrique se<br />

enteró <strong>de</strong> las gestiones in<strong>de</strong>pendientes que Isabel llevaba a cabo con respecto a su<br />

matrimonio, or<strong>de</strong>nó que fuera encarcelada. Pero el pueblo <strong>de</strong> Ocaña se sublevó, e impidió<br />

que se cumpliera la or<strong>de</strong>n real. De allí Isabel pasó a Madrigal <strong>de</strong> las Altas Torres, y<br />

<strong>de</strong>spués a Valladolid, don<strong>de</strong> se sentía segura por contar con numerosos simpatizantes.<br />

Mientras tanto, en Aragón, los agentes <strong>de</strong>l Rey <strong>de</strong> Castilla tenían vigilado a Fernando,<br />

para que no acudiera a Castilla a casarse con Isabel o a incitar a la rebelión. Mas el<br />

príncipe logró burlar la vigilancia <strong>de</strong> los castellanos y, mientras supuestamente dormía,<br />

escapó. Luego, disfrazado <strong>de</strong> arriero y con una recua <strong>de</strong> mulas que llevaba escondidos en<br />

burdos fardos los trajes necesarios para la boda, llegó hasta Valladolid, don<strong>de</strong> lo esperaba<br />

su prometida.<br />

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