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Vol. 2, Page 99 - Colegio de Capellanes de Venezuela

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Muchos <strong>de</strong> los naturales <strong>de</strong> esa región se habían convertido, pero pronto habían<br />

quedado abandonados, carentes <strong>de</strong> alguien que los guiara en la vida cristiana. Los únicos<br />

cristianos a quienes veían eran los comerciantes en perlas, que los visitaban <strong>de</strong> vez en<br />

cuando, y cuyo ejemplo <strong>de</strong>jaba mucho que <strong>de</strong>sear.[<strong>Vol</strong>. 2, <strong>Page</strong> 237]<br />

Tras cinco meses en Goa, preparándose para continuar su misión, Javier se fue a la<br />

Pesquería, acompañado <strong>de</strong> dos jóvenes clérigos que conocían el lenguaje <strong>de</strong> la región. Al<br />

principio eran esos dos acompañantes quienes predicaban o traducían lo que el jesuita<br />

<strong>de</strong>cía. Pero Javier tenía un sorpren<strong>de</strong>nte don <strong>de</strong> lenguas, y pronto pudo salir por las al<strong>de</strong>as<br />

con su famosa campanilla, llamando a todos a escuchar sus enseñanzas.<br />

Los conversos se contaban por millares. De otras al<strong>de</strong>as cercanas venían peticiones<br />

solicitando que el misionero fuera a ellas. Ante la imposibilidad <strong>de</strong> respon<strong>de</strong>r a todas,<br />

Javier adiestró a algunos <strong>de</strong> sus conversos, que fueron por toda la región predicando y<br />

bautizando. Pronto hubo cuarenta y cinco iglesias en otras tantas al<strong>de</strong>as. De la Pesquería,<br />

Javier pasó a la región <strong>de</strong> Travancore, don<strong>de</strong> el potentado que se llamaba el Gran<br />

Monarca lo recibió cortésmente. Cuando, algún tiempo <strong>de</strong>spués, el ejército <strong>de</strong> un<br />

territorio vecino marchó contra Travancore, Javier le salió al encuentro, armado sólo <strong>de</strong><br />

su crucifijo, su fe y su voz <strong>de</strong> trueno, y los conminó con tal celo y persuasión que<br />

huyeron <strong>de</strong>spavoridos. A partir <strong>de</strong> entonces, fueron miles los que se convirtieron.<br />

En otras regiones los potentados y los <strong>de</strong> la casta sacerdotal perseguían a los<br />

cristianos, tanto por razones religiosas como porque los veían como agentes <strong>de</strong> los<br />

intrusos portugueses. El propio Javier fue atacado y herido a flechazos, pero logró<br />

sobrevivir. Muchos indios fueron al martirio con un gozo que recordaba el <strong>de</strong> los<br />

cristianos <strong>de</strong> los primeros siglos. Contra los potentados que perseguían a los conversos,<br />

Javier trató <strong>de</strong> emplear el po<strong>de</strong>río militar portugués. Pero los intereses comerciales se<br />

interpusieron, y la proyectada invasión nunca tuvo lugar. Luego, aunque es cierto que<br />

Javier nunca empleó las armas para su propia <strong>de</strong>fensa, también es cierto que apeló a ellas,<br />

aunque sin éxito, para la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> otros cristianos.<br />

En 1546, tras <strong>de</strong>jar a otras personas a cargo <strong>de</strong> la obra en la India, se embarcó para<br />

Malaca, don<strong>de</strong> aprendió el idioma malayo, y <strong>de</strong> don<strong>de</strong> pasó <strong>de</strong>spués a las Molucas. Allí<br />

se enteró <strong>de</strong> una isla cuyos naturales, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> abrazar el cristianismo, se habían vuelto<br />

apóstatas y caníbales. Allá fue el valiente misionero, y lo primero que vio al <strong>de</strong>sembarcar<br />

fue un montón <strong>de</strong> nueve cadáveres <strong>de</strong> portugueses, tirados sobre la playa. Pero a pesar <strong>de</strong><br />

ello se a<strong>de</strong>ntró en la isla, hizo contacto con los nativos, y les habló con tal dulzura,<br />

firmeza e inspiración que se arrepintieron y le pidieron que les enviara quien los ayudara<br />

a mantenerse en la fe.<br />

De las Molucas, Javier regresó a Malaca, y <strong>de</strong> allí a Goa, don<strong>de</strong> <strong>de</strong>bía aten<strong>de</strong>r a sus<br />

obligaciones como nuncio apostólico.<br />

A<strong>de</strong>más, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> algún tiempo antes había establecido contacto con unos japoneses que<br />

le rogaban que fuese a su país, y antes <strong>de</strong> acce<strong>de</strong>r a esos ruegos, y así alejarse todavía<br />

más <strong>de</strong> su base <strong>de</strong> operaciones en Goa, era necesario regresar a ella.<br />

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