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Vol. 2, Page 99 - Colegio de Capellanes de Venezuela

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tenido por menos probable. Es por esto que Locke se opone a lo que llama “el entusiasmo<br />

fanático” <strong>de</strong> quienes creen que todo cuanto dicen se basa en la revelación divina. Y por la<br />

misma razón <strong>de</strong>fien<strong>de</strong> la tolerancia religiosa. La intolerancia surge <strong>de</strong> la confusión entre<br />

los juicios <strong>de</strong> probabilidad acerca <strong>de</strong> las cuestiones <strong>de</strong> fe, y la certidumbre <strong>de</strong> la razón<br />

empírica.<br />

A<strong>de</strong>más, la tolerancia religiosa se basa en la naturaleza misma <strong>de</strong> la sociedad. En<br />

cualquier comunidad, no hay otra autoridad legítima que la que sus miembros nombran y<br />

<strong>de</strong>legan. Aún más, puesto que la libertad es parte esencial <strong>de</strong>l ser humano, nadie tiene<br />

<strong>de</strong>recho a renunciar a ella, ni a establecer autorida<strong>de</strong>s que la nieguen. Las leyes han <strong>de</strong><br />

expresar el sentimiento <strong>de</strong> los miembros <strong>de</strong> la comunidad. Las que no lo hagan, son<br />

ilegítimas.<br />

La diferencia entre un verda<strong>de</strong>ro rey y un tirano está en que el primero acepta los<br />

límites que la voluntad <strong>de</strong>l pueblo le impone a su po<strong>de</strong>r, mientras el segundo los rechaza.<br />

En caso <strong>de</strong> tiranía, el pueblo pue<strong>de</strong> acudir a la fuerza para <strong>de</strong>rrocar al tirano. Y entonces<br />

el rebel<strong>de</strong> no es el pueblo, sino el déspota que antes se rebeló contra los límites <strong>de</strong> su<br />

po<strong>de</strong>r. Todo esto se aplica a<strong>de</strong>más al campo <strong>de</strong> la religión. El estado no tiene autoridad<br />

para limitar los <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> los ciudadanos en un campo tan personal como el <strong>de</strong> la<br />

religión. Y en todo caso, la intolerancia no funciona, porque a nadie se le pue<strong>de</strong> obligar a<br />

tener fe. Como veremos más a<strong>de</strong>lante, todo esto tuvo un impacto en la Revolución<br />

Francesa.<br />

[<strong>Vol</strong>. 2, <strong>Page</strong> 328] Esto no ha <strong>de</strong> hacernos pensar que Locke se oponía a la fe<br />

cristiana. Al contrario, en 1695 publicó un tratado sobre Lo razonable <strong>de</strong>l cristianismo, en<br />

el que afirma que el cristianismo es la más razonable <strong>de</strong> las religiones. Según él, el centro<br />

<strong>de</strong> la fe cristiana es la existencia <strong>de</strong> Dios y la fe en Cristo como el Mesías. Sin embargo,<br />

Locke no piensa que el cristianismo haya añadido algo verda<strong>de</strong>ramente importante a lo<br />

que podría saberse mediante el recto uso <strong>de</strong> la razón y <strong>de</strong>l juicio. En última instancia, el<br />

cristianismo no es para Locke sino una expresión más clara <strong>de</strong> las verda<strong>de</strong>s y las leyes<br />

que los doctos pudieron conocer mediante sus faculta<strong>de</strong>s naturales.<br />

El <strong>de</strong>ísmo inglés<br />

Las opiniones <strong>de</strong> Locke con respecto a la religión reflejaban un modo <strong>de</strong> pensar que<br />

se había ido difundiendo aun antes <strong>de</strong> aparecer los escritos <strong>de</strong>l famoso filósofo. Hastiados<br />

<strong>de</strong> las interminables querellas entre los partidarios <strong>de</strong> las diversas sectas y movimientos<br />

que aparecieron en Inglaterra en el siglo XVII, muchos se <strong>de</strong>dicaron a buscar un modo <strong>de</strong><br />

enten<strong>de</strong>r la religión que fuera más allá <strong>de</strong> semejantes estrecheces. Una respuesta que<br />

pronto encontró amplia acogida fue la <strong>de</strong> los “<strong>de</strong>ístas” o “librepensadores”. Estos se<br />

daban el nombre <strong>de</strong> “<strong>de</strong>ístas” en contraposición al ateísmo, que <strong>de</strong>cían ser una<br />

anormalidad y una aberración; y el <strong>de</strong> “librepensadores”, en contraposición a los dogmas<br />

<strong>de</strong> la teología ortodoxa, que les parecían harto estrechos.<br />

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