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Vol. 2, Page 99 - Colegio de Capellanes de Venezuela

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permiso <strong>de</strong> Velázquez, <strong>de</strong> modo que la corte española, ante la cual el gobernador <strong>de</strong> Cuba<br />

ciertamente protestaría, podría consi<strong>de</strong>rarlo rebel<strong>de</strong>. El único modo <strong>de</strong> evitar tal acción<br />

por parte <strong>de</strong> la corona era asegurarse <strong>de</strong>l éxito <strong>de</strong> la empresa, tanto en lo político,<br />

económico y militar como en lo religioso.<br />

A los pocos días <strong>de</strong> llegar a Tenochtitlán, Cortés recibió invitación por parte <strong>de</strong><br />

Montezuma para que se le uniera en una visita al templo <strong>de</strong>l dios Huichilopochtli, a quien<br />

los español llamaban “Huichilobos”. Las palabras <strong>de</strong> Cortés en el templo fueron harto<br />

faltas <strong>de</strong> respeto para la religión <strong>de</strong> los indios y el Emperador, agraviado, le pidió que se<br />

retirara mientras él ofrecía sacrificios <strong>de</strong> arrepentimiento a los dioses por haber traído al<br />

español al recinto sagrado.<br />

Aquel inci<strong>de</strong>nte, y varios otros, convencieron a los españoles <strong>de</strong> que la hospitalidad<br />

con que habían sido recibidos no continuaría por largo tiempo. Montezuma continuaba<br />

tratándoles como si fueran visitantes que pronto abandonarían sus territorios.<br />

Naturalmente, los españoles no estaban dispuestos a partir tan fácilmente. A la postre,<br />

siguiendo el consejo <strong>de</strong> algunos <strong>de</strong> sus capitanes, Cortés se <strong>de</strong>cidió a dar el golpe <strong>de</strong><br />

mano. El y un grupo <strong>de</strong> sus soldados se presentaron en el palacio imperial, capturaron a<br />

Montezuma, y lo “invitaron” a establecer su resi<strong>de</strong>ncia con ellos.<br />

Dueño <strong>de</strong> la persona <strong>de</strong>l Emperador, Cortés se creyó suficientemente fuerte para<br />

<strong>de</strong>struir los ídolos. Pero sus primeros hechos <strong>de</strong> esa índole causaron tal enojo entre la<br />

población, que el conquistador <strong>de</strong>sistió por algún tiempo.<br />

Llegaron entonces noticias <strong>de</strong> que Velázquez había enviado a Pánfilo <strong>de</strong> Narváez para<br />

castigar al rebel<strong>de</strong> Cortés, y que aquél marchaba hacia Tenochtitlán con una fuerte<br />

columna. Cortés salió inesperadamente <strong>de</strong> Tenochtitlán, cayó por sorpresa sobre Narváez,<br />

lo <strong>de</strong>rrotó, y reclutó a casi todos sus seguidores.<br />

De regreso a Tenochtitlán, Cortés encontró que la situación se había <strong>de</strong>teriorado<br />

sobremanera. Cuando los principales jefes indios estaban reunidos en una fiesta en honor<br />

<strong>de</strong> Huichilopochtli, los españoles habían caído sobre ellos y los habían matado sin<br />

misericordia alguna. Ante tal atrocidad, el pueblo se rebeló. Cortés trató <strong>de</strong> calmar los<br />

ánimos haciendo aparecer a Montezuma. Pero éste había perdido el respeto <strong>de</strong> los suyos,<br />

que lo apedrearon <strong>de</strong> tal suerte que murió a los pocos días.<br />

La situación <strong>de</strong> los españoles se hacia insostenible, pues se hallaban sitiados en medio<br />

<strong>de</strong> una enorme ciudad. Por fin, el 30 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1520, <strong>de</strong>cidieron abandonar la capital.<br />

En aquella noche triste perdieron buena parte <strong>de</strong> sus soldados y caballos, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> casi<br />

todo el oro que trataron <strong>de</strong> sacar. En la batalla <strong>de</strong> Otumba, Cortés y los suyos pudieron<br />

por fin reorganizarse y <strong>de</strong>rrotar a los aztecas que los perseguían.[<strong>Vol</strong>. 2, <strong>Page</strong> 179]<br />

Entonces comenzó para los españoles la difícil tarea <strong>de</strong> conquistar Tenochtitlán. Con<br />

la ayuda <strong>de</strong> sus aliados tlascaltecas, se <strong>de</strong>dicaron a atacar varias ciuda<strong>de</strong>s vecinas, al<br />

tiempo que traían <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la costa algunos bergantines, <strong>de</strong>sarmados en piezas. Con aquella<br />

flota, armada <strong>de</strong> nuevo en el lago, comenzó el asedio. Fue una larga batalla. Los<br />

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