22.07.2013 Views

Vol. 2, Page 99 - Colegio de Capellanes de Venezuela

Vol. 2, Page 99 - Colegio de Capellanes de Venezuela

Vol. 2, Page 99 - Colegio de Capellanes de Venezuela

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

e “pequeñas escuelas” cuyo propósito fundamental era formar el carácter <strong>de</strong> los<br />

discípulos, y que contrastaban con la educación <strong>de</strong> tipo autoritario <strong>de</strong> las escuelas <strong>de</strong><br />

entonces —en particular las <strong>de</strong> los jesuitas, que pronto tuvieron razones para oponerse a<br />

San Cirano y los suyos.<br />

[<strong>Vol</strong>. 2, <strong>Page</strong> 301] Empero el hecho mismo <strong>de</strong> que San Cirano ganaba tantos a<strong>de</strong>ptos<br />

le creaba también serias enemista<strong>de</strong>s. Los jesuitas veían en sus escuelas una crítica y una<br />

amenaza a las <strong>de</strong> ellos. A<strong>de</strong>más, era la época <strong>de</strong> máximo po<strong>de</strong>río <strong>de</strong>l car<strong>de</strong>nal Richelieu,<br />

para quien todo exceso <strong>de</strong> celo religioso era una amenaza a la integridad <strong>de</strong>l estado. Por<br />

razones semejantes a las que le llevaron a oponerse a los hugonotes, Richelieu veía con<br />

recelo el creciente círculo que se formaba alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> San Cirano. Por algún tiempo<br />

trató <strong>de</strong> ganarse al abad. Pero éste no daba nuestras <strong>de</strong> querer aliarse al primer ministro,<br />

sino que, al contrario, se atrevió a criticarlo. A la postre, Richelieu or<strong>de</strong>nó que San<br />

Cirano fuera arrestado y llevado al castillo <strong>de</strong> Vincennes, don<strong>de</strong> pasó los próximos cinco<br />

años.<br />

Una semana antes <strong>de</strong>l arresto <strong>de</strong> San Cirano, Jansenio había muerto. Por tanto, su<br />

proyectada reforma parecía haber abortado. En la prisión, aunque se le trataba bien y se le<br />

permitía continuar escribiéndoles a sus amigos y seguidores, San Cirano llegó a dudar <strong>de</strong><br />

la causa a la que había consagrado varios años.<br />

En esto estaban las cosas cuando se publicó el Agustín <strong>de</strong> Jansenio, dos años <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> su autor. La obra <strong>de</strong> Jansenio era un ataque a las doctrinas sobre la gracia<br />

y la pre<strong>de</strong>stinación que ya hemos visto al referirnos a Luis <strong>de</strong> Molina. Frente a tales<br />

opiniones, sostenidas por los <strong>de</strong>más jesuitas, Jansenio apela a la autoridad <strong>de</strong> San<br />

Agustín. Según ese santo venerado, el ser humano, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la caída, no tiene libertad<br />

para no pecar. Según fue creado originalmente, sí la tenía. Pero la caída <strong>de</strong> tal modo<br />

corrompió su libertad, que ahora, en su estado natural, solamente es libre para pecar. El<br />

humano pecador no tiene fuerzas ni voluntad para mirar a Dios, y por tanto se ama a sí<br />

mismo y ama a las criaturas con el amor que <strong>de</strong>bía reservarse únicamente para el<br />

Creador. El libre albedrío <strong>de</strong>l pecador es en realidad esclavo <strong>de</strong>l pecado, y necesita ser<br />

libertado por la gracia divina. Sin esa gracia, nada bueno po<strong>de</strong>mos hacer. Esa gracia es,<br />

como su nombre lo dice, absolutamente gratuita. Nada po<strong>de</strong>mos hacer para merecerla<br />

(pues <strong>de</strong> lo contrario estaríamos diciendo que nuestro albedrío pecador si pue<strong>de</strong> hacer el<br />

bien). Como gracia inmerecida, es don <strong>de</strong> Dios. Y es soberana e irresistible, no porque<br />

fuerce la voluntad, sino porque obra <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la voluntad <strong>de</strong> tal modo que la lleva a<br />

<strong>de</strong>sear el bien. En consecuencia, la salvación <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> la pre<strong>de</strong>stinación, pues Dios ha<br />

pre<strong>de</strong>stinado a unos para salvación, mientras que ha pre<strong>de</strong>stinado a los <strong>de</strong>más a seguir<br />

siendo parte <strong>de</strong> esa “masa <strong>de</strong> con<strong>de</strong>nación” que es la humanidad <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l pecado. La<br />

salvación y la con<strong>de</strong>nación no <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>n en última instancia <strong>de</strong> la voluntad humana, sino<br />

<strong>de</strong> la pre<strong>de</strong>stinación divina, que hace que los electos reciban el don <strong>de</strong> la gracia, y los<br />

réprobos, al carecer <strong>de</strong> ese don, sigan siendo parte <strong>de</strong> la “masa <strong>de</strong> con<strong>de</strong>nación”.<br />

Sin lugar a dudas, todo esto había sido enseñado por San Agustín, y el libro <strong>de</strong><br />

Jansenio ofrecía abundantes pruebas <strong>de</strong> ello. Pero también era cierto que lo que Jansenio<br />

le atribuía al venerado obispo <strong>de</strong>l siglo cuarto se parecía mucho a lo que Calvino y sus<br />

249

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!