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Vol. 2, Page 99 - Colegio de Capellanes de Venezuela

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Los cuadros idílicos <strong>de</strong> climas maravillosos y habitantes dulces y amables no siempre<br />

resultaron ser ciertos. Mientras en algunas islas se daban muestras <strong>de</strong> [<strong>Vol</strong>. 2, <strong>Page</strong> 466]<br />

inusitada hospitalidad, en otras se practicaba el canibalismo, o se cazaban cabezas, o se<br />

estrangulaba a las viudas. Entre algunas <strong>de</strong> ellas había guerras endémicas. Entre otras no<br />

había contacto alguno.<br />

Todo esto cambió, para bien y para mal, con la llegada <strong>de</strong> los europeos.<br />

Probablemente el mayor impacto lo hicieron los recién llegados sin siquiera saberlo, pues<br />

introdujeron enfermeda<strong>de</strong>s contra las cuales los naturales <strong>de</strong> las islas no habían<br />

<strong>de</strong>sarrollado inmunida<strong>de</strong>s, y que por tanto diezmaron la población. En algunos casos el<br />

efecto fue semejante al <strong>de</strong> la peste bubónica en Europa a fines <strong>de</strong> la Edad Media. A<strong>de</strong>más<br />

los europeos introdujeron armas <strong>de</strong> fuego, con lo cual las constantes guerras se hicieron<br />

mucho más mortíferas. Los comerciantes y aventureros utilizaban sus conocimientos<br />

técnicos para engañar a los nativos, o para enseñorearse sobre ellos, y no faltaron quienes<br />

establecieron pequeños reinos a base <strong>de</strong> la astucia y <strong>de</strong>l engaño.<br />

[<strong>Vol</strong>. 2, <strong>Page</strong> 467] Durante casi toda la primera mitad <strong>de</strong>l siglo XIX, las potencias<br />

europeas no se interesaron verda<strong>de</strong>ramente en las islas <strong>de</strong>l Pacífico. Fue a mediados <strong>de</strong><br />

siglo, con el auge <strong>de</strong> la competencia imperialista, que cada nación se lanzó en pos <strong>de</strong> su<br />

parte <strong>de</strong>l botín. A la postre los británicos, cuya marina era más eficiente, tomaron la<br />

mayor parte <strong>de</strong> las islas. Pero en el reparto se beneficiaron también Francia, Alemania,<br />

los Estados Unidos, Australia y Nueva Zelandia. Al estallar la Primera Guerra Mundial,<br />

difícilmente quedaba en el Pacífico una roca que alguna potencia no reclamara para sí.<br />

Debido al gran número <strong>de</strong> islas en cuestión, no po<strong>de</strong>mos seguir aquí la historia <strong>de</strong>l<br />

cristianismo en cada una <strong>de</strong> ellas. Baste por tanto hacer algunos comentarios generales.<br />

El primero es que, en cuanto a apoyo <strong>de</strong>l estado se refiere, quienes más gozaron <strong>de</strong> él<br />

fueron los católicos, pues la política <strong>de</strong> Francia era utilizar las misiones católicas como<br />

medio <strong>de</strong> aumentar su imperio. Por ello, cuando algún jefe nativo se negaba a permitir la<br />

presencia <strong>de</strong> misioneros católicos, frecuentemente era persuadido a ello con la presencia<br />

frente a su al<strong>de</strong>a <strong>de</strong> un buque <strong>de</strong> guerra francés. Y en más <strong>de</strong> una ocasión las dificulta<strong>de</strong>s<br />

con que los misioneros católicos tropezaron llevaron al establecimiento <strong>de</strong> la soberanía<br />

francesa. En contraste, la mayor parte <strong>de</strong> los misioneros protestantes no contaba con el<br />

apoyo <strong>de</strong> sus gobiernos, que a veces temían las complicaciones que los misioneros<br />

pudieran causarles.<br />

Otro hecho notable es que las más <strong>de</strong> las veces el evangelio no llegó a una isla<br />

llevado por cristianos blancos, sino por misioneros naturales <strong>de</strong> alguna isla cercana.<br />

Des<strong>de</strong> muy temprano, las iglesias en las islas <strong>de</strong>l Pacifico se distinguieron por su celo<br />

misionero. Tan pronto como la iglesia se establecía en un lugar, había voluntarios<br />

ansiosos <strong>de</strong> llevar el mensaje a otro lugar. En más <strong>de</strong> una ocasión sucedió que tales<br />

voluntarios, al llegar a la isla don<strong>de</strong> iban a predicar el amor, eran muertos y comidos por<br />

aquellos a quienes esperaban convertir.<br />

Entonces, al tener noticias <strong>de</strong> lo sucedido, aparecían otros dispuestos a continuar tan<br />

peligrosa misión.<br />

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