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Vol. 2, Page 99 - Colegio de Capellanes de Venezuela

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Hume (1711–1776) fue un personaje <strong>de</strong> espíritu optimista que a pesar <strong>de</strong> ello se<br />

mostró en extremo pesimista en lo referente al alcance <strong>de</strong> la razón. Su optimismo y<br />

carácter alegre lo hicieron personaje favorito en los círculos intelectuales <strong>de</strong> la Gran<br />

Bretaña y <strong>de</strong> Francia, don<strong>de</strong> fue embajador por espacio <strong>de</strong> trece años. Tras una carrera<br />

poco acci<strong>de</strong>ntada, murió, rico y feliz, en su ciudad nativa <strong>de</strong> Edimburgo.<br />

Empero su misma jovialidad le permitía mostrarse escéptico en cuanto a los po<strong>de</strong>res<br />

<strong>de</strong> la razón. Si buena parte <strong>de</strong> lo que los filósofos y los <strong>de</strong>ístas daban por cierto no era<br />

más que opinión, tal cosa no le alarmaba, sino que espoleaba su curiosidad intelectual.<br />

Por tanto, partiendo <strong>de</strong>l empirismo <strong>de</strong> Locke, Hume llegó al convencimiento <strong>de</strong> que el<br />

alcance <strong>de</strong>l verda<strong>de</strong>ro conocimiento era mucho más limitado <strong>de</strong> lo que creían los<br />

racionalistas. En efecto, buena parte <strong>de</strong> lo que esos filósofos <strong>de</strong>cían ser producto <strong>de</strong> la<br />

experiencia no era en realidad tal, sino que era más bien el resultado <strong>de</strong> hábitos mentales<br />

<strong>de</strong> carácter irracional. Entre estas cosas que la mente da por sentadas sin razón suficiente<br />

se cuentan la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> causa y efecto y la <strong>de</strong> substancia.<br />

Los seguidores <strong>de</strong>l empirismo afirmaban que el único conocimiento verda<strong>de</strong>ro era el<br />

que resultaba <strong>de</strong> la experiencia. Pero Hume señaló que en realidad nadie ha visto eso que<br />

llamamos causa y efecto. Sí hemos visto, por ejemplo, una bola <strong>de</strong> billar que llega don<strong>de</strong><br />

está otra. Entonces oímos un ruido y vemos que la primera bola se <strong>de</strong>tiene y que la<br />

segunda empieza a moverse. Si repetimos el experimento varias veces, obtenemos<br />

resultados análogos. Entonces <strong>de</strong>cimos que la primera bola “causó” el movimiento <strong>de</strong> la<br />

segunda. Pero la verdad es que no hemos visto eso que llamamos “causar”. Todo cuanto<br />

vimos fue una serie <strong>de</strong> fenómenos, y nuestra mente los unió mediante la noción <strong>de</strong> causa<br />

y efecto. Este último paso, que todos damos al ver una serie <strong>de</strong> fenómenos que parecen<br />

guardar relación entre sí, no tiene base alguna en la experiencia. Es sencillamente el<br />

producto <strong>de</strong> nuestros hábitos mentales. Por tanto, no es verda<strong>de</strong>ro conocimiento racional.<br />

[<strong>Vol</strong>. 2, <strong>Page</strong> 330] Lo mismo pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse con respecto a la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> substancia.<br />

Decimos, por ejemplo, que vemos una manzana. Pero en realidad lo que percibimos es<br />

una serie <strong>de</strong> atributos: forma, color, peso, sabor, olor, etc. También percibimos que todos<br />

esos atributos coinci<strong>de</strong>n en un mismo lugar, y que parecen moverse juntos, como si algo<br />

los uniera entre sí. Entonces nuestra mente, por uno <strong>de</strong> esos hábitos que no son<br />

estrictamente racionales, dice que esos atributos existen en la substancia que llamamos<br />

manzana. Pero, una vez más, jamás hemos experimentado la substancia misma. La razón<br />

pura no nos permite afirmar que hay <strong>de</strong> veras tal cosa como una substancia en la cual los<br />

atributos que percibimos subsisten.<br />

Esta crítica <strong>de</strong> Hume le puso fin, no solo al racionalismo <strong>de</strong> los empiristas, sino<br />

también al <strong>de</strong>ísmo. Si la relación <strong>de</strong> causa y efecto no es verda<strong>de</strong>ramente racional, la<br />

prueba que los <strong>de</strong>ístas aducen para mostrar la existencia <strong>de</strong> Dios, en el sentido <strong>de</strong> que<br />

todo cuanto existe ha <strong>de</strong> tener una causa primera, no resulta ser tan racional como se<br />

preten<strong>de</strong>. A<strong>de</strong>más, si la razón pura no nos permite hablar <strong>de</strong> substancias tales como Dios<br />

y el alma, sino solo <strong>de</strong> experiencias inconexas, el intento <strong>de</strong> los <strong>de</strong>ístas <strong>de</strong> hablar acerca<br />

<strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong>l alma en términos puramente racionales cae por su base. Más tar<strong>de</strong> Kant<br />

diría que fue Hume quien lo hizo <strong>de</strong>spertar <strong>de</strong> su “sueño dogmático”.<br />

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