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Vol. 2, Page 99 - Colegio de Capellanes de Venezuela

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hubiera <strong>de</strong>seado ser misionera, pero su sexo se lo impedía. Por tanto, se <strong>de</strong>dicó a la vida<br />

<strong>de</strong> meditación, y tuvo experiencias <strong>de</strong> bodas espirituales con Cristo y <strong>de</strong> éxtasis. El suyo<br />

era el mismo i<strong>de</strong>al <strong>de</strong> Santa Teresa y <strong>de</strong> tantas “beatas” (ése era el nombre oficial que se<br />

les daba) que existieron en España en aquel siglo dieciséis.<br />

Otro santo limeño, San Martín <strong>de</strong> Porres, era mulato, y por tanto la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> los<br />

dominicos no le permitió pasar <strong>de</strong>l grado <strong>de</strong> “donado”, es <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> sirviente <strong>de</strong>l<br />

monasterio. Pero pronto llegó a ser uno <strong>de</strong> los más conocidos resi<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> la prioría <strong>de</strong>l<br />

Santo Rosario, en Lima, don<strong>de</strong> su padre lo colocó. Su fama se <strong>de</strong>bió a su modo <strong>de</strong> ser<br />

afable y servicial. Aunque dominico, su carácter era el <strong>de</strong> San Francisco. Puesto que<br />

había sido barbero y aprendiz <strong>de</strong> farmacéutico antes <strong>de</strong> entrar al monasterio, sabía <strong>de</strong><br />

curas y <strong>de</strong> sangrías (en ese entonces eran los barberos quienes se ocupaban <strong>de</strong> cierto tipo<br />

<strong>de</strong> cirugía), y con ellas y con su presencia y cuidado [<strong>Vol</strong>. 2, <strong>Page</strong> 217] aliviaba a los<br />

enfermos, tanto humanos como animales. Pronto tuvo todo un hospital en el monasterio,<br />

hasta que lo obligaron a trasladar a sus enfermos a otra parte, y los llevó a casa <strong>de</strong> su<br />

hermana. En sus ratos libres, iba por los montes sembrando higos y otros frutales, con la<br />

esperanza <strong>de</strong> que un día sirvieran <strong>de</strong> alimento a algún hambriento. Pero lo que sorprendía<br />

a todos era su humildad, pues frecuentemente se trataba a sí mismo <strong>de</strong> “mulato perro”.<br />

Fue esa humildad, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> los muchos milagros que se le atribuían, lo que le valió el<br />

titulo <strong>de</strong> santo, concedido por el papa en 1888.<br />

Naturalmente, lo que se implicaba con ello era que la verda<strong>de</strong>ra santidad, en el caso<br />

<strong>de</strong> una persona “inferior” como un mulato, negro o indio, consistía en estar dispuesto a<br />

aceptar el lugar que le correspondía en la sociedad.<br />

El otro santo peruano, San Francisco Solano (1549–1610), muestra las ten<strong>de</strong>ncias<br />

apocalípticas que tendían a aparecer entre quienes buscaban ser fieles cristianos en medio<br />

<strong>de</strong> aquella sociedad corrompida e injusta. Francisco Solano era un hombre callado que<br />

había servido <strong>de</strong> “doctrinero” en Argentina y Paraguay, y a quien todos conocían por su<br />

amabilidad y su buen humor. Y sin embargo, una noche <strong>de</strong> diciembre <strong>de</strong> 1604 aquel<br />

espíritu sosegado salió corriendo y clamando por las calles <strong>de</strong> Lima que Dios estaba<br />

pronto a castigar a aquella nueva Nínive, y que si los limeños no se arrepentían, esa<br />

misma noche la ciudad sería tragada por la tierra en medio <strong>de</strong> un gran terremoto. El<br />

impacto <strong>de</strong>l nuevo Jonás fue gran<strong>de</strong>, y las gentes corrieron a las iglesias, prometiendo<br />

enmendar sus costumbres.<br />

Por tierras <strong>de</strong>l Collasuyu<br />

Hasta aquí nos hemos ocupado principalmente <strong>de</strong> aquellas porciones <strong>de</strong>l<br />

Tahuantinsuyu que hoy pertenecen a Perú y Ecuador, y hemos dicho poco acerca <strong>de</strong><br />

Bolivia y <strong>de</strong> Chile. Por tanto, aunque sea <strong>de</strong> forma somera, <strong>de</strong>bemos <strong>de</strong>stacar ciertos<br />

hechos <strong>de</strong> la iglesia en esas regiones, ocurridos en aquella “era <strong>de</strong> los conquistadores”.<br />

La caída <strong>de</strong>l Cuzco en manos <strong>de</strong> los invasores europeos fue también la caída <strong>de</strong>l<br />

altiplano boliviano, aunque allí también continuó la resistencia por algún tiempo. La<br />

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