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Vol. 2, Page 99 - Colegio de Capellanes de Venezuela

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[<strong>Vol</strong>. 2, <strong>Page</strong> 263] Los<br />

dogmas<br />

y las dudas 29<br />

Aunque una religión sea muy razonable en sí misma, esto<br />

no basta para probar que viene <strong>de</strong> Dios... porque podría<br />

ser el producto <strong>de</strong> la razón humana. Y aunque parezca<br />

probarse por muchos milagros, si su doctrina es absurda,<br />

indigna <strong>de</strong> Dios, y contraria a lo que nuestra naturaleza<br />

nos dice acerca <strong>de</strong> la Deidad, por muchos milagros que<br />

produzca no ha <strong>de</strong> ser creída.<br />

John Tilloston<br />

En la Sexta Sección <strong>de</strong> esta Historia, vimos cómo la cristiandad europea fue sacudida por<br />

diversos movimientos reformadores. Quienes vivieron en aquella época fueron<br />

arrastrados por los fuertes vientos <strong>de</strong> una renovada vitalidad religiosa. No solo los<br />

teólogos, sino también príncipes y emperadores como Fe<strong>de</strong>rico el Sabio y Carlos V,<br />

estaban convencidos <strong>de</strong> que las cuestiones religiosas que se <strong>de</strong>batían eran la causa<br />

suprema por la cual había que sacrificar todo interés personal y político. Tanto Lutero<br />

como Loyola vivieron años <strong>de</strong> profunda angustia antes <strong>de</strong> llegar a las conclusiones y<br />

actitu<strong>de</strong>s que los harían famosos; y <strong>de</strong>spués sus ímpetus, y los <strong>de</strong> sus primeros<br />

seguidores, llevarían el sello <strong>de</strong> aquellas experiencias. Hasta Enrique VIII, con todo lo<br />

que podría <strong>de</strong>cirse en tacha <strong>de</strong> su carácter, era un hombre sincero en materia <strong>de</strong> religión,<br />

<strong>de</strong>cididamente preocupado por cumplir con las exigencias divinas. En consecuencia, la<br />

acrimonia con que los cristianos <strong>de</strong> diversas persuasiones luchaban entre sí se <strong>de</strong>bía en<br />

parte a la firmeza inconmovible <strong>de</strong> sus convicciones, y a lo profundo <strong>de</strong> las experiencias<br />

que les habían llevado a ellas.<br />

Empero con el correr <strong>de</strong> los años fue aumentando el número <strong>de</strong> los que, aun en medio<br />

<strong>de</strong> amargas luchas religiosas, no participaban <strong>de</strong>l entusiasmo —y a veces tampoco <strong>de</strong> las<br />

convicciones— <strong>de</strong> las generaciones anteriores. Quizá el ejemplo más claro, que aparece<br />

como el prototipo <strong>de</strong> los políticos <strong>de</strong> épocas posteriores, sea Enrique IV <strong>de</strong> Francia.<br />

Como vimos este rey cambió varias veces <strong>de</strong> filiación religiosa. La frase que se le<br />

atribuye, “París bien vale una misa”, aunque no venga directamente <strong>de</strong> sus labios, sí<br />

refleja su actitud en cuestiones teológicas. Lo que le [<strong>Vol</strong>. 2, <strong>Page</strong> 264] importaba a<br />

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