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Vol. 2, Page 99 - Colegio de Capellanes de Venezuela

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Susana le pidió que antes <strong>de</strong> hacerlo oyera al predicador en cuestión, y a base <strong>de</strong> ello<br />

<strong>de</strong>cidiera si lo que estaba teniendo lugar era <strong>de</strong> Dios. Tras escuchar a Maxfield, Wesley<br />

<strong>de</strong>cidió que los predicadores laicos eran la respuesta a la angustiosa necesidad <strong>de</strong>l<br />

movimiento, y se <strong>de</strong>dicó a preparar otros más. Su propósito no era que tales laicos<br />

tomaran el lugar <strong>de</strong> los clérigos. Recuér<strong>de</strong>se que el centro <strong>de</strong>l culto cristiano era la<br />

comunión, y que Wesley creía que ésta solamente podía ser administrada por pastores<br />

or<strong>de</strong>nados <strong>de</strong> la Iglesia Anglicana. La función <strong>de</strong> los predicadores laicos, como la <strong>de</strong> las<br />

“socieda<strong>de</strong>s” y las “clases” metodistas, era paralela y complementaria a la función<br />

sacramental <strong>de</strong> la Iglesia Anglicana y su personal or<strong>de</strong>nado. Pero eso mismo le permitía a<br />

Wesley confiar la tarea <strong>de</strong> la predicación a laicos distinguidos por su fe, <strong>de</strong>voción y<br />

sabiduría. Entre esos predicadores laicos hubo también mujeres, lo que no era posible<br />

entre el clero anglicano.<br />

Con todos estos elementos, Wesley organizó a sus seguidores en una “Conexión”.<br />

Varias socieda<strong>de</strong>s formaban un “circuito”, bajo el cuidado <strong>de</strong> un “ayudante” que <strong>de</strong>spués<br />

se llamó “superinten<strong>de</strong>nte”. Para ayudarle a administrar la Conexión, Wesley comenzó a<br />

reunir periódicamente a sus predicadores laicos y a los clérigos que participaban <strong>de</strong>l<br />

movimiento. Con el correr <strong>de</strong>l tiempo, esta práctica se volvió la Conferencia Anual, en la<br />

que se nombraban los predicadores que <strong>de</strong>bían servir en cada circuito—normalmente por<br />

un período <strong>de</strong> tres años.<br />

[<strong>Vol</strong>. 2, <strong>Page</strong> 352] En todo este proceso, no faltaron conflictos. Al principio, hubo<br />

frecuentes hechos <strong>de</strong> violencia contra los metodistas. Algunos <strong>de</strong> los nobles y <strong>de</strong> los<br />

clérigos po<strong>de</strong>rosos no veían con buenos ojos la autoridad que el nuevo movimiento les<br />

daba a gentes humil<strong>de</strong>s. Por tanto, las reuniones metodistas se vieron interrumpidas por<br />

grupos <strong>de</strong> rufianes pagados para ello. Y la vida <strong>de</strong>l propio Wesley peligró en más <strong>de</strong> una<br />

ocasión. Poco a poco, sin embargo, la oposición violenta fue amainando, hasta que casi<br />

cesó por completo.<br />

También hubo conflictos teológicos y eclesiásticos. Muy a pesar suyo, Wesley se vio<br />

obligado a romper con los moravos, <strong>de</strong> quienes se había posesionado el espíritu <strong>de</strong>l<br />

quietismo. Aunque arminiano en lo referente a la pre<strong>de</strong>stinación, Wesley seguía siendo<br />

calvinista en lo que se refería a la importancia <strong>de</strong> la santificación y a las obligaciones <strong>de</strong><br />

los cristianos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la sociedad. Por tanto, el quietismo místico <strong>de</strong> los moravos<br />

ingleses le resultaba inaceptable, y así lo hizo constar.<br />

Empero el principal conflicto fue el que tuvo lugar con la Iglesia Anglicana. Wesley<br />

no tenía <strong>de</strong>seo alguno <strong>de</strong> separarse <strong>de</strong> esa iglesia en la que se había criado y hacia la que<br />

sentía gran respeto. Y hasta el fin <strong>de</strong> sus días reprendió a los metodistas que <strong>de</strong>seaban<br />

separarse <strong>de</strong> ella. Pero las causas <strong>de</strong> fricción eran muchas. Entre las autorida<strong>de</strong>s<br />

anglicanas, había quienes veían en las activida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los metodistas un índice acusador<br />

que señalaba sus propios fracasos. Otros veían en la insistencia <strong>de</strong> Wesley y los suyos en<br />

predicar por todo el país un acto <strong>de</strong> <strong>de</strong>sobediencia contra el or<strong>de</strong>n establecido. El propio<br />

Wesley se dolía <strong>de</strong> la necesidad <strong>de</strong> faltar a la disciplina <strong>de</strong> su iglesia, y predicar sin<br />

permiso <strong>de</strong> las autorida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> cada parroquia; pero se sentía obligado a hacerlo por no<br />

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