Informe sobre desarrollo humano para Mercosur 2009-2010 - OEI
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<strong>Informe</strong> <strong>sobre</strong> <strong>desarrollo</strong> <strong>humano</strong> <strong>para</strong> <strong>Mercosur</strong> <strong>2009</strong>-<strong>2010</strong>. Innovar <strong>para</strong> incluir: jóvenes y <strong>desarrollo</strong> <strong>humano</strong><br />
obtención. También se advierte una perspectiva<br />
clara acerca del sistema educativo en general,<br />
de las desigualdades presentes y su impacto<br />
en el futuro, así como del hecho de que la resolución<br />
de sus demandas depende, en buena<br />
medida, del estrato social al que se pertenezca.<br />
Por otro lado, la demanda se dirige siempre al<br />
Estado y la capacidad de agencia colectiva en la<br />
educación se limita a algunas demandas puntuales,<br />
de las cuales los movimientos juveniles<br />
analizados en el Capítulo 5 constituyen buenos<br />
ejemplos.<br />
3.4. ¿Y después de la educación<br />
qué? Un horizonte laboral<br />
incierto<br />
Mientras en el terreno educativo la capacidad<br />
de aspiración y la percepción de un derecho<br />
adquirido están consolidadas, en el trabajo<br />
la marca central es la incertidumbre (Miranda,<br />
2007; Camarano et al., 2004). A esto se suma<br />
la escasa percepción de derechos adquiridos,<br />
presentes o futuros. Con respecto a la educación,<br />
los incluidos y aquellos en situación desfavorable<br />
se acercan entre sí en com<strong>para</strong>ción<br />
con los excluidos, ya están dentro del sistema<br />
educativo, desde donde expresan sus demandas<br />
y proyectan su futuro. En el aspecto laboral,<br />
en cambio, la situación de ambos grupos se<br />
aleja: el horizonte de vulnerabilidad ubica a los<br />
jóvenes en situación de inclusión desfavorable<br />
en una posición ambigua, entre la dificultad de<br />
una inclusión plena y el temor a la exclusión<br />
futura. No ven amenazada su inclusión en el<br />
sistema educativo, pero sí perciben el riesgo en<br />
relación con el mundo del trabajo. Esto los sitúa<br />
cerca de los excluidos: en su familia, en el<br />
pasado cercano o en sus mismos barrios, hay<br />
personas en tal situación, de modo que el paso<br />
de la inclusión educativa actual a formas de<br />
vulnerabilidad –y hasta de exclusión laboral–<br />
futura serían posibles. Sin embargo, no se trata<br />
de pesimismo ni de ausencia de planes futuros,<br />
sólo que éstos exigen un alto grado de agencia,<br />
sin certeza alguna.<br />
En tal contexto, los jóvenes de sectores altos<br />
y medios se encontrarían ante diversas oportunidades:<br />
estudiar, trabajar, combinar ambas<br />
actividades o llevar a cabo emprendimientos,<br />
sin necesariamente pasar por la universidad.<br />
Sus opciones y elecciones se definirían según<br />
sus deseos, búsquedas y posibilidades. En los<br />
sectores de inclusión desfavorable, la informalidad,<br />
la precariedad y la inestabilidad caracterizan<br />
la situación presente y futura. Por<br />
su parte, los excluidos perciben un horizonte<br />
de inestabilidad, una trayectoria marcada por<br />
puestos de trabajo precarios y posiblemente<br />
interrumpida por el desempleo, las salidas del<br />
mercado laboral por desaliento y otras vicisitudes.<br />
Si la preocupación de los jóvenes de<br />
los sectores populares es mejorar sus trabajos,<br />
vía la “salida” individual, en la mayoría de los<br />
jóvenes excluidos se trataría simplemente de<br />
“hacer algo” <strong>para</strong> <strong>sobre</strong>vivir mediante algún<br />
“rebusque”, relegando la preocupación por las<br />
condiciones de trabajo.<br />
El sentido del trabajo tampoco es homogéneo<br />
en los tres estratos. Entre los jóvenes<br />
incluidos, el trabajo actual, excepto <strong>para</strong> aquellos<br />
que ya han finalizado sus estudios y han<br />
obtenido un empleo acorde, es transitorio. La<br />
estabilidad futura no pasa por la permanencia<br />
en un puesto, sino por la inserción estable en<br />
el mercado laboral, con el deseo de elegir entre<br />
quedarse en un mismo trabajo o experimentar<br />
distintas opciones en el futuro. Las perspectivas<br />
laborales de los jóvenes en situación de<br />
inclusión desfavorable son diferentes. La inserción<br />
laboral no es vista como una opción sino<br />
como un deber, tanto si se han emancipado<br />
como si desean continuar sus estudios o tienen<br />
que ayudar a sus padres.<br />
Las condiciones laborales actuales, y presumiblemente<br />
futuras, serían negativas y, ante la<br />
imposibilidad de acciones colectivas de reclamo<br />
y escasez de derechos, se opta por la salida<br />
individual en busca de un trabajo mejor. Los<br />
problemas más mencionados son los salarios<br />
bajos, la vulneración de los derechos laborales,<br />
el maltrato y la inestabilidad. Más aún, la<br />
mayoría considera muy baja la posibilidad de<br />
que se produzcan mejoras y destaca la cantidad<br />
de obstáculos. Solicitar un aumento, en general<br />
parece imposible. El temor al despido y la<br />
certeza de que hay otras personas que pueden<br />
ocupar ese lugar inhiben la protesta y el reclamo.<br />
El disciplinamiento es explícito: “Hay tres<br />
mil atrás tuyo esperando”, comenta un joven<br />
de Asunción que respondió el propietario del<br />
comercio en el que trabajaba diez horas diarias<br />
ante un reclamo de aumento. Incluso se impide<br />
explícitamente la organización sindical, como<br />
se desprende del siguiente testimonio de Salta:<br />
—Se entraba a las 6 de la mañana y salía algunas<br />
veces a las 8 de la noche, a las 12 de la noche,<br />
depende de [...] yo soy mecánico también [...] se<br />
todo lo que aprendía adentro de la empresa.<br />
—O sea que había días que trabajabas más de 14<br />
horas. ¿Eran días excepcionales o era cualquier<br />
día?<br />
—Cualquier día. Cuando se rompía una máquina<br />
tenía que quedarme hasta que la termine y la<br />
deje andando <strong>para</strong> el otro día.<br />
—¿Y te pagaban las horas de más?<br />
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