Informe sobre desarrollo humano para Mercosur 2009-2010 - OEI
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Apartado 2 | Juventudes rurales del <strong>Mercosur</strong><br />
migrantes, se van construyendo nuevas relaciones<br />
sociales, ancladas en identidades en las<br />
que se solapan los valores de la urbanidad y la<br />
ruralidad.<br />
Lo rural ya no es lo mismo que lo agrícola.<br />
Vivir en el campo ya no implica necesariamente<br />
trabajar en actividades agropecuarias. Se trata<br />
de un fenómeno de larga data que se verifica<br />
en diferentes lugares. En la Unión Europea, por<br />
ejemplo, más de 70% de la población rural no<br />
se dedica a actividades agropecuarias.<br />
En el <strong>Mercosur</strong>, distintos estudios demuestran<br />
que cada vez más hogares rurales adoptan<br />
estrategias productivas que incluyen actividades<br />
no agrícolas. Riella y Mascheroni (2008)<br />
analizan el caso de Uruguay, donde existen<br />
ciertas regiones rurales en las que la actividad<br />
principal no es la agricultura sino la industria<br />
o los servicios.<br />
Más tecnología, menos mano de obra. Los<br />
problemas laborales de los agricultores tradicionales<br />
han estado marcados históricamente<br />
por una serie de factores: la imposibilidad de<br />
acceder a recursos productivos –tierra, crédito,<br />
herramientas y conocimientos– debido a la<br />
concentración de la riqueza; la inserción desventajosa<br />
en los mercados (financiero, de insumos,<br />
de productos) por el aislamiento y la falta<br />
de información; y la inserción desventajosa u<br />
ocasional en los sistemas de seguridad social,<br />
debido a falencias en las políticas públicas.<br />
El agotamiento de los recursos productivos<br />
y el cambio climático. Las transformaciones<br />
productivas han generado profundos impactos<br />
en los territorios y sus bienes naturales, al mismo<br />
tiempo que su continuidad se ve amenazada<br />
por los cambios climáticos globales. Esto genera<br />
incertidumbre en cuanto a la productividad,<br />
que afecta la rentabilidad de las empresas y las<br />
posibilidades de las poblaciones rurales de permanecer<br />
en sus lugares de origen.<br />
El problema de la tierra se ha agudizado por<br />
el crecimiento sostenido de la demanda, que<br />
ha elevado sus precios a niveles inalcanzables<br />
<strong>para</strong> el pequeño agricultor. Esto ha potenciado<br />
el conflicto entre pequeños productores rurales<br />
y empresarios y ha contribuido a consolidar la<br />
dualización de la estructura de la sociedad rural,<br />
como advertían Calderón, Pinheiro y Chiriboga<br />
(1991). También debe considerarse el<br />
agotamiento de tierras productivas, que pone<br />
en disputa a campesinos y empresarios con la<br />
naturaleza, ya que la única alternativa <strong>para</strong> la<br />
extensión de la superficie agrícola en muchos<br />
casos es el avance <strong>sobre</strong> territorios boscosos.<br />
El uso de agroquímicos 1 , junto a la presión<br />
que ejerce el monocultivo <strong>sobre</strong> las tierras<br />
1<br />
En la región está permitido el uso de plaguicidas<br />
(deforestación, erosión, destrucción de cursos<br />
y espejos de agua), produce severos daños al<br />
medio ambiente, a la salud e incluso a la vida<br />
de comunidades campesinas e indígenas, dificulta<br />
su acceso a importantes recursos productivos<br />
y, <strong>sobre</strong> todo, el derecho a un medio<br />
ambiente sano.<br />
A2.3. La crisis global y los<br />
desafíos <strong>para</strong> el <strong>desarrollo</strong><br />
<strong>humano</strong><br />
Los cambios mencionados se producen en<br />
un contexto internacional signado por el recrudecimiento<br />
de la crisis alimentaria que golpea<br />
a millones de personas. La Organización<br />
de las Naciones Unidas <strong>para</strong> la Agricultura y<br />
la Alimentación (FAO) calcula que actualmente<br />
1020 millones de personas pasan hambre<br />
cotidianamente, de las cuales 53 millones se<br />
encuentran en América Latina, en 2006 dicha<br />
cifra era 850 millones.<br />
Además de las dificultades <strong>para</strong> el <strong>desarrollo</strong><br />
de las capacidades y las libertades de las personas<br />
en condiciones de vulnerabilidad, aparecen,<br />
cada vez más, conflictos sociales, desde la<br />
revuelta de los hambrientos en Haití, pasando<br />
por la militarización del control de camiones<br />
que transportan alimentos en Pakistán, hasta<br />
la situación de Paraguay, donde la “<strong>para</strong>militarización”<br />
o el resguardo policial de los campos<br />
cultivados con soja es un hecho cotidiano.<br />
Jacques Diouf, director de la FAO, calcula que<br />
en los últimos años el hambre ha sido motivo<br />
de conflictos políticos y sociales en por lo menos<br />
37 países.<br />
Un informe de PNUD (2008) asegura que<br />
el aumento de la pobreza extrema en Paraguay<br />
entre 2005 y 2007 no se debe al deterioro de los<br />
ingresos de las familias pobres, sino al drástico<br />
incremento de los precios de la canasta básica.<br />
En los últimos años, la inflación en el sector<br />
alimentario ha estado por encima del resto:<br />
39,2% entre 2005 y 2007, mientras que en otros<br />
bienes y servicios se observan tasas cercanas a<br />
6% <strong>para</strong> el mismo período.<br />
Vinculadas con la crisis alimentaria se encuentran<br />
la crisis ambiental, la energética y la<br />
sanitaria. Las crisis ambiental y climática limitan<br />
las posibilidades de producir alimentos,<br />
poniendo en riesgo tanto los ingresos como<br />
la seguridad alimentaria de empresas y familias<br />
rurales. La crisis energética, <strong>sobre</strong> todo las<br />
prohibidos en otros países por su elevada toxicidad. Un<br />
ejemplo es el Paraquat, prohibido en la Unión Europea.<br />
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