Informe sobre desarrollo humano para Mercosur 2009-2010 - OEI
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Capítulo 3 | Hacia la búsqueda de un nuevo <strong>para</strong>digma: imaginario social y agencia<br />
de exclusión la decisión de seguir estudiando,<br />
o trabajar es discutida a menudo en la familia.<br />
Hay un consenso <strong>sobre</strong> la necesidad de intentar<br />
continuar los estudios. Esto implica un<br />
imaginario compartido entre padres e hijos,<br />
más que una fuente de conflicto o aislamiento<br />
intergeneracional.<br />
La gran mayoría de los jóvenes entrevistados<br />
vive con sus padres. Las excepciones son<br />
los jóvenes que se han ido a vivir solos y aquellos<br />
que han formado una pareja o una familia.<br />
Fenómeno que se incrementa con la edad y con<br />
el descenso en el nivel socioeconómico. Gran<br />
parte de los jóvenes entrevistados con hijos y<br />
que han formado una familia se encuentran<br />
en los sectores populares y excluidos y tienen<br />
entre 20 y 29 años. Esto ilustra el peso diferencial<br />
de la “moratoria social” según el nivel socioeconómico.<br />
La situación de los jóvenes que<br />
han formado su propia familia es sensiblemente<br />
diferente a la de aquellos que, independientemente<br />
de su nivel socioeconómico, viven con<br />
sus padres. Para quienes han dado este paso se<br />
abre un nuevo universo de relaciones y preocupaciones.<br />
Es, sin dudas, el punto de inflexión<br />
en esta etapa de la vida. En general, es vivido<br />
como una etapa complicada, <strong>sobre</strong> todo en los<br />
niveles socioeconómicos más bajos: nuevas<br />
obligaciones, recursos escasos, relaciones de<br />
pareja a negociar y una maternidad o paternidad<br />
<strong>para</strong> los que nadie sabe si están pre<strong>para</strong>dos<br />
son los signos más importantes.<br />
—Con mi marido vivimos a destiempo básicamente<br />
porque él trabaja de noche, yo de día. Por<br />
ende, nuestros horarios de matrimonio, de compartir<br />
un mate, o simplemente cruzarnos porque<br />
yo llegué tarde con el colectivo entonces yo entro<br />
y él sale, es como decimos nosotros, te dejo los paquetes<br />
y me voy. Los paquetes son los tres chicos.<br />
Él los cuida durante el día y después yo llego y se<br />
quedan conmigo.<br />
—¿De toda esa situación, hay algo que te gustaría<br />
cambiar?<br />
— Disfrutar un poco más de la familia, qué sé<br />
yo. Son tres nenes, o sea, una nena de diez años<br />
que ya está en la edad que empieza a hablar de<br />
los novios, que esto, que lo otro, el varón de ocho<br />
años que quiere jugar a la pelota y lo anotamos<br />
pero el papá no lo puede acompañar porque<br />
tiene que trabajar, tiene que descansar <strong>para</strong> ir<br />
a trabajar, es todo un tire y aflore. La chiquita<br />
tiene dos años y medio y no va al jardín, nada, es<br />
un loquero mi casa.<br />
(Buenos Aires, inclusión desfavorable 20-29)<br />
Testimonios como éstos muestran que habría<br />
un déficit en las políticas públicas <strong>para</strong><br />
parejas jóvenes. Si bien existen programas<br />
dedicados a la salud materno-infantil, parece<br />
haber poco apoyo <strong>para</strong> ayudar a los jóvenes<br />
de menores recursos a transitar este período<br />
de profundos cambios y nuevas obligaciones.<br />
No se trata sólo de cuestiones prácticas; toda la<br />
subjetividad cambia cuando un joven se transforma<br />
en padre o madre, cónyuge, responsables<br />
de sí mismos y de sus hijos. La formación<br />
de una familia se trata de una etapa clave en la<br />
formación de los jóvenes como ciudadanos. En<br />
este sentido, sería importante pensar en políticas<br />
ligadas a las necesidades objetivas y subjetivas<br />
de este grupo. De hecho, en muchos casos,<br />
los jóvenes entrevistados parecían sentirse un<br />
tanto solos o desorientados, y era recurrente<br />
que surgiera, a modo de refugio imaginario,<br />
un pasado de roles tradicionales:<br />
—Es que antes se podía, trabajaba el hombre y la<br />
mujer se encarga de la casa y los hijos y tendría<br />
que ser así porque yo quisiera que mi mujer esté<br />
con mi nene.<br />
(Buenos Aires, inclusión desfavorable 20-29).<br />
En tal sentido, esta generación parece bastante<br />
semejante a la anterior en cuanto a las relaciones<br />
de género en el hogar, que se habrían<br />
democratizado pero sólo en parte. Se comparten<br />
más tareas en la crianza de los hijos, pero<br />
menos en los roles domésticos tradicionales:<br />
limpieza y compras. Perdura, <strong>sobre</strong> todo en los<br />
sectores populares, una distribución “ideal”,<br />
señalada por muchos varones y algunas mujeres:<br />
el varón trabaja todo el día y, a su lado,<br />
una trayectoria laboral femenina secundaria,<br />
como aporte adicional, con las interrupciones<br />
propias del ciclo vital, como el nacimiento y<br />
la crianza de los hijos pequeños. En rigor, se<br />
tiende a aceptar que la mujer trabaje, que haga<br />
una carrera, que aporte al hogar, pero sin que<br />
esto implique per se una renegociación profunda<br />
de las relaciones domésticas. No se advierte<br />
un cuestionamiento radical a los parámetros<br />
tradicionales o bien un cambio en las relaciones<br />
de género en el hogar. Todo sucede como si<br />
se hubiera llegado a un nuevo status quo, en el<br />
cual, el esquema tradicional de jefe proveedor<br />
y mujer ama de casa ha sido relegado por un<br />
nuevo modelo de dos perceptores, sin que esto<br />
implique una renegociación total de las relaciones<br />
domésticas (Cerruti, 2003).<br />
3.6. Amigos reales y amigos<br />
virtuales: las relaciones<br />
sociales en tiempos de internet<br />
La sociabilidad actual de los jóvenes del<br />
<strong>Mercosur</strong> es atravesada por tendencias tradicionales<br />
y otras novedosas. Las tradicionales<br />
aluden a la amistad clásica y a los ámbitos típicos<br />
de selección de los amigos, como la escuela<br />
y el barrio. Las nuevas se asocian a otras<br />
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