Informe sobre desarrollo humano para Mercosur 2009-2010 - OEI
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Capítulo 5 | Juventud y espacio público: movilizaciones, identidades y una nueva plataforma cultural<br />
• La nueva fuerza de los grupos<br />
culturales<br />
El deporte, el entretenimiento y el uso del<br />
tiempo libre se encuentran asociados a la juventud.<br />
Los resultados de la Encuesta IDHM<br />
indican que, entre las alternativas de participación<br />
juvenil, luego de los grupos religiosos y<br />
estudiantiles, aparece la “organización deportiva<br />
o de recreación”, “grupo musical/artístico/<br />
cultural” y “barra de fútbol”. Estos espacios<br />
motivan la creación de grupos, definen amistades<br />
e incluso llegan a producir identidades. En<br />
algunos casos, estas identidades se limitan a la<br />
vida privada, sin efectos en el espacio público.<br />
En otros, generan comportamientos considerados<br />
de riesgo y hasta violencia. Sin embargo,<br />
a menudo producen experiencias y acciones<br />
que inciden en el espacio público, ya sea a través<br />
de la búsqueda de reconocimiento de los<br />
derechos a la ciudad o mediante la formación<br />
de redes que conectan experiencias locales con<br />
cuestiones más amplias de la juventud excluida<br />
o en situación de inclusión desfavorable.<br />
La diversidad es amplia. En Brasil, por<br />
ejemplo, existen grupos de jóvenes interesados<br />
en deportes (destacándose el skate, el básquet<br />
callejero que muchas veces se juega de noche,<br />
y los campeonatos de fútbol en áreas pobres y<br />
violentas). Otros grupos se interesan por radios<br />
comunitarias, teatro, danza, grafiti y variados<br />
estilos musicales (rock, punk, heavy metal,<br />
reggae, hip hop, funk, entre otros). Mediante<br />
ritmos, gestos, rituales y palabras, los llamados<br />
“grupos culturales” instituyen sentidos,<br />
negocian significados, modifican territorios<br />
y trayectorias. Con sus formas de expresión<br />
y comunicación, buscan visibilidad pública,<br />
disputan adhesiones de otros jóvenes, transmiten<br />
valores sociales. Funcionan como articuladores<br />
de identidades y se convierten en<br />
efectivos referentes en la elaboración de proyectos<br />
individuales y colectivos. Autónomos,<br />
independientes, usufructuando recursos materiales<br />
y simbólicos propios o incentivados por<br />
mediadores (las iglesias, los organismos internacionales<br />
o las ONG), sus acciones pretenden<br />
transformar sus comunidades. En los años<br />
1960, el “arte comprometido” se ponía a disposición<br />
de las causas del movimiento estudiantil,<br />
la lucha sindical y política. Actualmente existe<br />
otro camino posible: los “grupos culturales”<br />
de la periferia llevan sus expresiones artísticas<br />
hacia la polis (la ciudad política) y se tornan<br />
“politizables”; es decir, adquieren significados<br />
y repercusiones políticas, pues provocan una<br />
redistribución simbólica de la reputación y el<br />
prestigio.<br />
Algunos ejemplos: en su libro Jóvenes en la<br />
Metrópoli, el antropólogo brasileño José Guilherme<br />
Magnani (2007) reunió diez estudios<br />
etnográficos <strong>sobre</strong> rappers, skaters, adeptos al<br />
hip-hop, grafiteros y otras tendencias juveniles.<br />
El autor destaca un fenómeno interesantísimo<br />
descubierto en la estación Conceição del metro<br />
de San Pablo: jóvenes descendientes de japoneses<br />
que practican street dance se dividen el<br />
espacio con jóvenes negros de la periferia que<br />
bailan break. Allí se encuentran, se miran y se<br />
intercambian experiencias. Otro caso: en Barra<br />
Funda, un barrio de clase media baja de San<br />
Pablo, los investigadores verificaron la manera<br />
en que los niños que habitan en casas precarias<br />
asisten a un decadente centro deportivo en el<br />
que realizan diferentes actividades. Guiados<br />
por una maestra, van hasta el lugar cantando<br />
en voz alta, llamando la atención de las personas,<br />
pues así el camino se hace más seguro. En<br />
ambos casos, negocian con la ciudad.<br />
En Uruguay, la Movida Joven nació en 1998<br />
como iniciativa de la Secretaría de la Juventud<br />
de la Intendencia de Montevideo, con el objetivo<br />
de impulsar y apoyar distintas manifestaciones<br />
culturales de los jóvenes. Entre ellas se<br />
destacan las “murgas jóvenes”, desparramadas<br />
por todos los barrios de Montevideo e incluso<br />
por algunas ciudades del interior. En las murgas<br />
jóvenes, la amistad, tan importante <strong>para</strong> la<br />
sociabilidad juvenil, ocupa un lugar central.<br />
Al reavivar la tradición, las murgas jóvenes innovan:<br />
dejan de tener un dueño y funcionan<br />
como cooperativas, ya no son exclusivamente<br />
masculinas e incluso existen algunas integradas<br />
sólo por mujeres.<br />
En Argentina, según Semán (<strong>2009</strong>), la literatura<br />
ha constatado que un número considerable<br />
de jóvenes construyen su identidad alrededor<br />
del consumo y la música. A partir de ahí han<br />
surgido varias investigaciones <strong>sobre</strong> el sentido<br />
y las repercusiones de las prácticas culturales<br />
juveniles en torno al rock, los grupos de circo,<br />
los recitales, el fútbol y el grafiti. Estas y otras<br />
formas de utilización del espacio público producen<br />
nuevas estrategias de identidad. Por eso,<br />
algunos autores consideran que se convierten<br />
en lugares privilegiados <strong>para</strong> pensar, de manera<br />
menos adulto-céntrica, el quehacer político y las<br />
formas actuales de participación juvenil.<br />
En Paraguay, el peso de los grupos culturales<br />
ha sido menor, aunque recientemente<br />
grupos de teatro y circo (malabares y clowns)<br />
con vocación social han ganado alguna visibilidad<br />
en el espacio urbano. No obstante, en el<br />
ámbito rural <strong>para</strong>guayo los jóvenes se dedican<br />
a organizar eventos culturales (Caputo y Segovia,<br />
2007).<br />
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