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Cuerpos al límite: espacios y experiencias de marginalidad

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ahora son los procesos <strong>de</strong> <strong>de</strong>subjetivación colectiva los que organizan la trama. Ya no es una<br />

crisis individu<strong>al</strong>, como en el caso <strong>de</strong> Peixeira, ni la carencia grup<strong>al</strong>, como en los territorios<br />

margin<strong>al</strong>es, los que <strong>de</strong>finen estos procesos <strong>de</strong> <strong>de</strong>subjetivación. Es una vivencia colectiva que<br />

supera y difumina todo <strong>límite</strong> y que termina involucrando a la tot<strong>al</strong>idad <strong>de</strong> reclusos <strong>de</strong>l pabellón<br />

nueve.<br />

Una intoxicación <strong>de</strong> violencia y agresión inva<strong>de</strong> todos los rincones y se apo<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> lo que<br />

en esas escenas parece ser la tot<strong>al</strong>idad <strong>de</strong> presos <strong>de</strong> Carandiru. Ellos suben y bajan las esc<strong>al</strong>eras<br />

<strong>de</strong> la prisión en un afán <strong>de</strong> <strong>de</strong>strucción gener<strong>al</strong>izado. Pero, curiosamente, todo acto <strong>de</strong> agresión<br />

mutua se ha suspendido: la ofensiva va dirigida hacia todos los objetos que conforman el<br />

universo carcelario. Se <strong>de</strong>struyen tuberías, celdas, rejas, puertas, colchones e incluso objetos <strong>de</strong><br />

uso person<strong>al</strong>, todo aquello que se encuentre en el camino <strong>de</strong> la turba enloquecida en que ha<br />

<strong>de</strong>venido la población carcelaria. Entre los reclusos no hay golpes ni enfrentamientos; hay una<br />

especie <strong>de</strong> loca carrera en pos <strong>de</strong> la <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong>l entorno carcelario. En una especie <strong>de</strong> rito<br />

dionisiaco, ellos se entregan a una borrachera <strong>de</strong> violencia colectiva. Solamente unos pocos<br />

presos, entre ellos Nego Preto y Majesta<strong>de</strong>, logran mantener la c<strong>al</strong>ma y observan, entre<br />

sorprendidos y asustados, la <strong>de</strong>bacle que ocurre en la prisión y las noticias que por medio <strong>de</strong> la<br />

televisión les llegan <strong>de</strong>l exterior.<br />

Mientras tanto en el exterior <strong>de</strong> la prisión la fuerza <strong>de</strong> choque -300 hombres<br />

completamente armados– se dispone en rigurosa formación frente a las ventanas <strong>de</strong> las celdas y<br />

frente <strong>al</strong> sinnúmero <strong>de</strong> objetos que, por esas ventanas, han sido arrojados. Gritan y golpean sus<br />

escudos en un gesto <strong>de</strong> amedrentamiento; están listos para invadir el pabellón. Solamente la<br />

intervención <strong>de</strong> Pires los <strong>de</strong>tiene; éste pi<strong>de</strong> a los reclusos que se rindan y entreguen las armas:<br />

una infinidad <strong>de</strong> cuchillos cae <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las ventanas y se multiplican las ban<strong>de</strong>ras blancas. La<br />

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