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Cuerpos al límite: espacios y experiencias de marginalidad

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imaginación <strong>de</strong>s<strong>de</strong> saberes preestablecidos y, la segunda, en tanto diseño textu<strong>al</strong> con un origen,<br />

una unidad y un <strong>de</strong>sarrollo hacia un fin<strong>al</strong> <strong>de</strong>terminado. ( Renarración 240-41)<br />

En la opacidad <strong>de</strong> los textos contados en Carandiru, la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>, que evi<strong>de</strong>ntemente<br />

exce<strong>de</strong> el ámbito <strong>de</strong>l presidio, está presente, pero no en términos <strong>de</strong> conocimiento sino <strong>de</strong><br />

proximida<strong>de</strong>s que perturban y nos abren a la presencia <strong>de</strong>l otro margin<strong>al</strong>. Admitir esa presencia<br />

supone <strong>de</strong>jarse afectar por ella y actuar en función <strong>de</strong> esos afectos. Hablar <strong>de</strong>l ‘otro’ implica<br />

hacerlo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una cercanía que se establece con respecto a él. Por ello, no se habla simplemente<br />

sobre él; se habla <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su proximidad y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los discursos que esa proximidad produce.<br />

(Levinas 136) De ahí que la relación que se instaura con los sujetos margin<strong>al</strong>es que habitan el<br />

presidio y narran sus historias esté <strong>de</strong>terminada por la manera en que su cercanía perturba la<br />

aparente estabilidad <strong>de</strong> la propia subjetividad cognoscente.<br />

Babenco nos hace partícipes <strong>de</strong> las historias que los reclusos refieren a Varella y nos<br />

muestra el complejo entramado <strong>de</strong> interacciones person<strong>al</strong>es que se estructura <strong>al</strong> interior la<br />

prisión. Preten<strong>de</strong> que voces e imágenes nos lleguen sin que se interponga un juicio crítico o una<br />

explicación justificatoria <strong>de</strong> aquello que presenciamos. Vemos el mundo margin<strong>al</strong> <strong>de</strong> la prisión a<br />

través <strong>de</strong> los ojos <strong>de</strong>l personaje <strong>de</strong>l médico; y éste, como explícitamente lo indica Babenco, es<br />

fundament<strong>al</strong>mente una figura neutra que permite que nos aproximemos a los reclusos <strong>de</strong><br />

Carandiru sin otra mediación que la <strong>de</strong> su silenciosa mirada que, por lo gener<strong>al</strong>, no es sino<br />

aquella que la cámara nos brinda.<br />

Varella señ<strong>al</strong>a, casi <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el inicio <strong>de</strong> la película, su <strong>de</strong>seo explícito <strong>de</strong> no establecer<br />

sentencias mor<strong>al</strong>es: <strong>de</strong> acce<strong>de</strong>r <strong>al</strong> mundo que se <strong>de</strong>sarrolla en la prisión y <strong>de</strong> <strong>de</strong>sentrañar <strong>al</strong>gunos<br />

<strong>de</strong> sus secretos sin juzgar las acciones <strong>de</strong> quienes le confían sus historias. Carandiru da<br />

comienzo con la llegada <strong>de</strong>l médico <strong>al</strong> presidio; en esos primeros instantes, Varella constata la<br />

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