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Cuerpos al límite: espacios y experiencias de marginalidad

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el mesón <strong>de</strong> la carnicería” (154), Sonia que inicia el capítulo impregnada por el olor <strong>de</strong> sus<br />

excrementos y lo termina en la <strong>de</strong>gradación <strong>de</strong> su sangre menstru<strong>al</strong>:<br />

Sonia, la trozadora <strong>de</strong> pollos, se pasaba cagando en las noches y todos dormíamos m<strong>al</strong><br />

por los ruidos y por los quejidos que le provocaban los dolores […] La casa esta[ba]<br />

fétida (143)<br />

Sonia se ponía la to<strong>al</strong>la entre sus piernas, encuclillada en el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l pasillo […] porque<br />

le había bajado la regla y la sangre corría arrastrando unos coágulos <strong>de</strong>nsos, una masa<br />

viscosa y móvil que hedía con una <strong>de</strong>gradación sin <strong>límite</strong>s. (155-56)<br />

En su condición <strong>de</strong> impureza excesiva, el cuerpo femenino <strong>de</strong> Sonia es la expresión más<br />

categórica, pero no la única, <strong>de</strong> la actitud <strong>de</strong> repulsión que prev<strong>al</strong>ece entre los personajes que<br />

resi<strong>de</strong>n en la casa <strong>de</strong> esta segunda parte <strong>de</strong> Mano <strong>de</strong> obra. En las antípodas <strong>de</strong> cu<strong>al</strong>quier i<strong>de</strong>a <strong>de</strong><br />

comunidad, el contacto que se establece entre estos ocho empleados <strong>de</strong>l supermercado está<br />

<strong>de</strong>terminado por un roce que, aunque continuo, resulta contrario <strong>al</strong> menor encuentro<br />

significativo. A diferencia <strong>de</strong> la exposición recíproca <strong>de</strong> las singularida<strong>de</strong>s nancianas, lo que<br />

prima entre los personajes <strong>de</strong> Mano <strong>de</strong> obra es la discontinuidad y el <strong>de</strong>sencuentro. Encerrados<br />

en sus mezquinas y profundamente egoístas preocupaciones, estos personajes viven una<br />

disociación tan rec<strong>al</strong>citrante que incluso la lengua que posibilitaría <strong>al</strong>gún tipo <strong>de</strong> intercambio<br />

significativo se ve reducida <strong>al</strong> improperio, <strong>al</strong> insulto, a la grosería. Diamela Eltit explica su<br />

interés en la forma en que<br />

…la <strong>de</strong>sarticulación <strong>de</strong> las organizaciones labor<strong>al</strong>es (el sujeto obrero, las estructuras<br />

sindic<strong>al</strong>es) conducían a una pérdida <strong>de</strong> discurso, que se permuta en cambio <strong>de</strong><br />

expresiones que remiten a la esfera <strong>de</strong> un lenguaje residu<strong>al</strong> conformado básicamente por<br />

“m<strong>al</strong>as p<strong>al</strong>abras” o “garabatos”, como <strong>de</strong>cimos en Chile, y cómo ese lenguaje<br />

consi<strong>de</strong>rado “violento” empieza a natur<strong>al</strong>izarse y a reemplazar amplias zonas discursivas.<br />

Quiero <strong>de</strong>cir que en <strong>al</strong>gún sentido esta pulverización <strong>de</strong> las articulaciones labor<strong>al</strong>es trae<br />

consigo otro lenguaje y a su vez promueve un nuevo sujeto trabajador, que entrega su<br />

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