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Cuerpos al límite: espacios y experiencias de marginalidad

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condición <strong>de</strong> ‘vida <strong>de</strong>snuda’, in<strong>de</strong>fensa y <strong>de</strong>sprotegida sobre la cu<strong>al</strong> la policía pue<strong>de</strong> ejercer la<br />

tortura <strong>de</strong> manera gratuita y arbitraria.<br />

Sin necesariamente estar recluidos en ámbitos clausura –don<strong>de</strong> su situación <strong>de</strong> exclusión<br />

y vulnerabilidad se haría por <strong>de</strong>más evi<strong>de</strong>nte– estos sectores <strong>de</strong>samparados <strong>de</strong> la sociedad<br />

santateresena habitan un espacio simbólico marcado por la margin<strong>al</strong>idad y el <strong>de</strong>sconocimiento.<br />

Su recorrido y su práctica no establecen en la ciudad lugares propios 45<br />

El caso más extremo en 2666 es quizá el <strong>de</strong> aquel inmigrante s<strong>al</strong>vadoreño, un casi no-<br />

personaje sin nombre, que tuvo la m<strong>al</strong>a fortuna <strong>de</strong> h<strong>al</strong>lar uno <strong>de</strong> los cuerpos femeninos<br />

brut<strong>al</strong>mente asesinados en la ciudad mexicana. En su condición migrante, el centroamericano<br />

pone en evi<strong>de</strong>ncia que aquellos que no representan sino su mera existencia física “están privados<br />

204<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> los cu<strong>al</strong>es ellos<br />

podrían relacionarse con la <strong>al</strong>teridad y concretar estrategias mínimas para enfrentar un po<strong>de</strong>r que,<br />

como lo anota Mor<strong>al</strong>es, “se sumerge y disemina hasta volverse ubicuo (que por lo <strong>de</strong>más es la<br />

forma en que mejor funciona cuando no está en peligro).” Este po<strong>de</strong>r, en nuestros regímenes<br />

supuestamente <strong>de</strong>mocráticos, no necesita erigir mur<strong>al</strong>las físicas que mantengan a los sujetos<br />

margin<strong>al</strong>es recluidos es <strong>espacios</strong> <strong>de</strong> excepción claramente <strong>de</strong>finidos. En principio, se les permite<br />

‘estar’ en la ciudad y <strong>de</strong>splegar en ella sus tácticas <strong>de</strong> supervivencia, sin que ese ‘estar’ pueda en<br />

ningún momento convertirse en un acto <strong>de</strong> apropiación <strong>de</strong> un entorno que, obviamente, los<br />

<strong>de</strong>sconoce como sus resi<strong>de</strong>ntes legítimos y que les es, a<strong>de</strong>más, profundamente hostil. En esa<br />

medida, ellos son los no-ciudadanos <strong>de</strong> Santa Teresa para quienes, retomando una vez más las<br />

reflexiones <strong>de</strong> Benjamin y <strong>de</strong> Agamben, ‘el estado <strong>de</strong> excepción,’-aun sin un campo amur<strong>al</strong>lado–<br />

<strong>de</strong>viene la norma que rige su existencia carente <strong>de</strong> <strong>de</strong>rechos.<br />

45 La diferencia que Michel <strong>de</strong> Certeau establece entre espacio y lugar ha sido revisada con anterioridad en el<br />

capítulo primero, <strong>de</strong>stinado a No nacimos pa’semilla; es en el contexto <strong>de</strong> las reflexiones <strong>de</strong> este autor que retomo la<br />

i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> un ‘lugar propio’.

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