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Cuerpos al límite: espacios y experiencias de marginalidad

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[…] Envuelto en la nebulosa <strong>de</strong> mis adversas condiciones, el único recurso que me resta<br />

es implorarle a esta (última) manzana que, por piedad, me <strong>de</strong>vuelva mi s<strong>al</strong>ud perdida.<br />

(59)<br />

Las manzanas que el narrador or<strong>de</strong>na una a una, y en especi<strong>al</strong> esta manzana fin<strong>al</strong>,<br />

representan el último resquicio <strong>de</strong> un or<strong>de</strong>n que parece expulsarlo y que le resulta cada vez más<br />

extraño. Es el reflejo contrapuesto <strong>de</strong> aquella manzana que en el paraíso constituyó la tentación<br />

<strong>de</strong> los primeros humanos: si aquélla fue la primera manzana, ésta es la última. Si aquélla<br />

supuestamente fue fruto <strong>de</strong>l árbol sagrado <strong>de</strong> la sabiduría, ésta es un ejemplar más en una<br />

<strong>al</strong>ineación artifici<strong>al</strong> dispuesta por las manos <strong>de</strong> un ser absolutamente <strong>de</strong>nigrado. Si aquella<br />

representó la caída, ésta se ofrece como la última posibilidad <strong>de</strong> s<strong>al</strong>vación. Si aquella fue, <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

el relato bíblico, un fruto divino, esta no es sino un ejemplar más entre las merca<strong>de</strong>rías que<br />

abarrotan el supermercado. Sin embargo, ambas son expresión <strong>de</strong> un oculto equilibrio que el ser<br />

humano, débil, confundido, carente <strong>de</strong> sabiduría superior, no pue<strong>de</strong> transgredir. En esa medida,<br />

también esta manzana, la última manzana que el narrador acomoda encima <strong>de</strong> las otras,<br />

constituye un objeto sagrado que, en su misma caducidad, ofrece la postrera posibilidad <strong>de</strong> que el<br />

empelado <strong>de</strong>l supermercado pueda mantener su precario lugar <strong>de</strong>ntro el or<strong>de</strong>n mercantil.<br />

La relación que el narrador establece con esta última manzana es expresión <strong>de</strong> su<br />

sumisión <strong>al</strong> mundo mercantil, un mundo que él percibe como superior y trascen<strong>de</strong>nte a su propia<br />

actividad. La misma condición <strong>de</strong> ‘empleado <strong>de</strong>l súper’ que ostenta <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> manera absoluta<br />

<strong>de</strong> la existencia <strong>de</strong> los objetos que él cuida y organiza <strong>de</strong> manera casi ritu<strong>al</strong> en su <strong>de</strong>sempeño<br />

diario. Como lo indica Mónica Barrientos, en el supermercado,<br />

…el or<strong>de</strong>n y la repetición son dogmas que <strong>de</strong>ben ser respetados ante todo. El trabajador<br />

[…] <strong>de</strong>be mantener <strong>de</strong> manera ritu<strong>al</strong>ista y repetitiva, <strong>al</strong> igu<strong>al</strong> que [en la] plegaria u<br />

oración don<strong>de</strong> repite ‘Or<strong>de</strong>no una a una a las manzanas. Or<strong>de</strong>no una a una a las<br />

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