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Cuerpos al límite: espacios y experiencias de marginalidad

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sí mismo. El triángulo semiótico se rompe y la unidad sígnica no pue<strong>de</strong> ser sino un vocablo<br />

arbitrario en boca <strong>de</strong> un narrador cuyo relato oculta y <strong>de</strong>vela la re<strong>al</strong>idad que cuenta.<br />

La incertidumbre que esta ruptura genera aproxima la novela <strong>de</strong> Eltit a la tergiversación<br />

que produce la mentira. Ésta, como señ<strong>al</strong>a Nelly Richard,<br />

…funciona como recurso distorsionador que llena el relato <strong>de</strong> ambigüeda<strong>de</strong>s y<br />

contradicciones, y que plantea la duda ante cu<strong>al</strong>quier f<strong>al</strong>sa evi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> que la re<strong>al</strong>idad es<br />

una sola. La mentira es el jeroglífico <strong>de</strong> narraciones <strong>de</strong> pistas cruzadas que enredan <strong>al</strong><br />

lector en f<strong>al</strong>seda<strong>de</strong>s y f<strong>al</strong>sificaciones, obligándolo a mantenerse <strong>al</strong>erta frente a las trampas<br />

y burlas <strong>de</strong>l sentido. Pero la mentira es también <strong>al</strong>go que sobra, que está <strong>de</strong>más en<br />

relación a la estricta ceñidura <strong>de</strong> la verdad objetiva. (“Tres funciones” 44)<br />

Precisamente en esta contradicción entre los términos que utiliza el narrador para<br />

<strong>de</strong>scribir las relaciones entre los ocupantes <strong>de</strong> la casa y las acciones que narra; en este exceso que<br />

niega cu<strong>al</strong>quier objetividad evi<strong>de</strong>nte, es por dón<strong>de</strong> se cuela la <strong>de</strong>lirante cotidianidad que los<br />

personajes <strong>de</strong> “Puro Chile” viven. De este modo, el narrador no sólo cuenta aquello que percibe<br />

<strong>de</strong> manera cotidiana, sino que, en la disfuncion<strong>al</strong>idad <strong>de</strong> su mismo lenguaje, hace <strong>de</strong> su relato<br />

una apariencia hueca, como la mercancía, que no pue<strong>de</strong>, sin embargo, <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> evi<strong>de</strong>nciar su<br />

propia <strong>de</strong>scomposición. Y es en esta <strong>de</strong>scomposición que relato y re<strong>al</strong>idad vuelven a unirse. En<br />

el punto en que esta rearticulación tiene lugar, se ubica el lector <strong>de</strong> la novela. Es un punto móvil<br />

que permite lecturas múltiples, activas, polisémicas, por parte <strong>de</strong> quienes se enfrentan a la<br />

escritura más <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la inquietud que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la certeza. Como indica Diamela Eltit <strong>al</strong> referirse a su<br />

obra, ella no aspira re<strong>al</strong>mente a contar historias:<br />

Más importante me resulta ampararme en las ambigüeda<strong>de</strong>s posibles que me otorga<br />

escribir con la p<strong>al</strong>abra y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>al</strong>lí, emitir unas pocas significaciones. Me interesa la parte<br />

artesan<strong>al</strong> que tiene escribir una novela –quiero <strong>de</strong>cir una p<strong>al</strong>abra, otra p<strong>al</strong>abra, esa exacta<br />

única p<strong>al</strong>abra, la página– la lentitud en la cu<strong>al</strong> se van organizando los sentidos, una cierta<br />

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