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Cuerpos al límite: espacios y experiencias de marginalidad

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soluciones, y por el contrario vimos que los tombos se <strong>al</strong>iaban con los <strong>de</strong>lincuentes, ¿qué<br />

podíamos hacer? Mucha gente se fue <strong>de</strong>l barrio, <strong>de</strong>jó sus casas, no las podían <strong>al</strong>quilar ni<br />

ven<strong>de</strong>r. Se fueron a pasar hambres y necesida<strong>de</strong>s a otras partes. Pero si todo lo que hay<br />

aquí nos ha costado trabajo y esfuerzo, uno no se pue<strong>de</strong> ir corriendo para empezar <strong>de</strong><br />

nuevo, a estas <strong>al</strong>turas <strong>de</strong> la vida. (85)<br />

Es un acto <strong>de</strong>sesperado que parece repetirse <strong>al</strong> infinito. “Es una vida triste en su interior,”<br />

afirma Ángel y uno no sabe si se refiere <strong>al</strong> interior <strong>de</strong> su persona o <strong>al</strong> <strong>de</strong> la capucha. Él ya no<br />

pue<strong>de</strong> mirar el mundo sin tener <strong>de</strong> manera constante una capucha, invisible las más <strong>de</strong> las veces,<br />

sobre su rostro. La i<strong>de</strong>ntidad <strong>de</strong> Ángel ha quedado marcada por esa i<strong>de</strong>ntidad performativa que<br />

asume en las noches en que s<strong>al</strong>e a limpiar el barrio. Des<strong>de</strong> su posición no <strong>de</strong> sicario, pero sí <strong>de</strong><br />

margin<strong>al</strong>, no pue<strong>de</strong> sino cuestionar su <strong>de</strong>recho a ejercerla. Des<strong>de</strong> su perspectiva y aún en el acto<br />

<strong>de</strong> aniquilarlos, los adolescentes ‘chichipatos’ no han perdido su i<strong>de</strong>ntidad concreta y particular<br />

en tanto muchachos que crecieron con él. Los habitantes <strong>de</strong> las barriadas sienten que se <strong>de</strong>baten<br />

en un medio incontrolable que, <strong>al</strong> parecer, a todos se les ha ido <strong>de</strong> las manos.<br />

Otra, en cambio, es la historia que se ejerce <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la autoridad polici<strong>al</strong>, ya sea en el barrio<br />

o en la reclusión <strong>de</strong> la cárcel <strong>de</strong> Bellavista. Bajo el título “La universidad <strong>de</strong>l m<strong>al</strong>”, S<strong>al</strong>azar<br />

introduce un capítulo acerca <strong>de</strong> las condiciones que imperan en la cárcel <strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín,<br />

consi<strong>de</strong>rada la más conflictiva <strong>de</strong> Colombia. La guardia <strong>de</strong> la cárcel colombiana se caracteriza<br />

por su abuso y crueldad, pero fundament<strong>al</strong>mente por su corrupción. Sin embargo, su po<strong>de</strong>r no es<br />

absoluto y, por el contrario, hay muchas instancias en que se ve obligada a negociar con los<br />

reclusos, en especi<strong>al</strong> con los po<strong>de</strong>rosos ‘caciques’ que dominan el lugar. El vínculo <strong>de</strong> los<br />

uniformados con las mafias <strong>de</strong> narcotraficantes es evi<strong>de</strong>nte y son éstas las que controlan la<br />

organización jerárquica <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la prisión y el tráfico <strong>de</strong> drogas “Aquí mandan los caciques.<br />

Ellos ponen las normas, <strong>de</strong>ci<strong>de</strong>n los castigos, son la ley. Como son los que controlan el mercado<br />

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