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Cuerpos al límite: espacios y experiencias de marginalidad

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sufrido se traduzca, <strong>al</strong> fin, en p<strong>al</strong>abras, en frases “dichas por indígenas para quienes seguramente<br />

recordar los hechos que ahí relataban significaba remover sus más dolorosos recuerdos, pero<br />

también entrar en una etapa terapéutica <strong>al</strong> po<strong>de</strong>r confrontar su pasado, orear a esos fantasmas<br />

sanguinarios que acechaban sus sueños...” (30) El efecto terapéutico <strong>de</strong> los relatos contenidos en<br />

el informe arzobisp<strong>al</strong> (hablamos <strong>de</strong>l informe que existe por fuera <strong>de</strong> la novela <strong>de</strong> Castellanos<br />

Moya) surgiría entonces <strong>de</strong> la posibilidad <strong>de</strong> conjurar el dolor y <strong>de</strong> la viabilidad <strong>de</strong> eliminar el<br />

trauma por medio <strong>de</strong> la verb<strong>al</strong>ización <strong>de</strong> la experiencia sufrida. No obstante, recrear esas<br />

<strong>de</strong>sgarradoras vivencias en el plano <strong>de</strong> los signos, implica necesariamente dotar <strong>al</strong> lenguaje <strong>de</strong> la<br />

capacidad <strong>de</strong> abrirse a la comprensión <strong>de</strong> las fuerzas perturbadoras que exce<strong>de</strong>n las habitu<strong>al</strong>es<br />

habilida<strong>de</strong>s lingüísticas. Más aún cuando, como lo señ<strong>al</strong>a Elaine Scarry en su texto Body in Pain,<br />

el lenguaje ineludiblemente se <strong>de</strong>sestructura por efecto <strong>de</strong> la tortura.<br />

Así, según Scarry, en contextos <strong>de</strong> extrema <strong>al</strong>ineación soci<strong>al</strong> y person<strong>al</strong>, como aquellos<br />

vividos durante la tortura, los cuerpos se ven sumergidos en un espacio <strong>de</strong> fuerzas encontradas<br />

que implican un inminente riesgo <strong>de</strong> auto<strong>de</strong>strucción y aniquilamiento. El dolor extremo, las<br />

sensaciones contrapuestas, la fragmentación <strong>de</strong> la subjetividad y la <strong>de</strong>sarticulación <strong>de</strong>l mundo<br />

significante, conducen a la incapacidad <strong>de</strong> reconstrucción verb<strong>al</strong> <strong>de</strong> ese mismo dolor y hasta <strong>de</strong><br />

organización semántica <strong>de</strong>l entorno cotidiano más inmediato. De ahí que el lenguaje que <strong>de</strong>berá<br />

forjar ese relato testimoni<strong>al</strong> tenga que restablecerse, reconstruirse, reformularse incluso, para dar<br />

cuenta <strong>de</strong> los recuerdos que los episodios <strong>de</strong> tortura inevitablemente <strong>de</strong>jan en la mente <strong>de</strong> sus<br />

sobrevivientes. En estas condiciones, el habla habitu<strong>al</strong> y cotidiana resulta insuficiente para referir<br />

las situaciones <strong>de</strong> sufrimiento extremo, <strong>experiencias</strong> excepcion<strong>al</strong>es que se presentan como<br />

prácticamente imposibles <strong>de</strong> ser comunicadas.<br />

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