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Cuerpos al límite: espacios y experiencias de marginalidad

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Solamente cuando la muerte <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> ser esa presencia ‘ajena e impropia’ en un cuerpo<br />

que, aun invadido por ella, no ha abandonado aún los últimos resabios <strong>de</strong> lo que fue su vida,<br />

cuando la muerte los gana por completo, ellos se sumen <strong>de</strong> forma <strong>de</strong>finitiva en la absoluta<br />

indistinción <strong>de</strong> una fosa común. En ese momento, nos dice el narrador, “sus cuerpos son<br />

envueltos en unos sudarios que yo mismo confecciono con las telas <strong>de</strong> sábana que nos donaron.<br />

No hay velatorio ni nada. Se quedan en sus camas hasta que unos hombres que tengo contratados<br />

los trasladan en carretillas. Yo no los acompaño y cuando vienen los familiares a preguntar, me<br />

limito a informarles que ya no están en este mundo.” (48)<br />

Mientras la ‘partida <strong>de</strong> este mundo’ no sea un hecho <strong>de</strong>finitivo, los agónicos cuerpos <strong>de</strong><br />

los huéspe<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l Mori<strong>de</strong>ro conforman una peculiar comunidad que no preten<strong>de</strong> ni absorberlos,<br />

ni organizarlos, ni implicarlos en un fin trascen<strong>de</strong>nte a su propia condición plenamente singular.<br />

Haciendo nuevamente nuestras las reflexiones <strong>de</strong> Nancy, diríamos que las singularida<strong>de</strong>s –en<br />

este caso los cuerpos moribundos <strong>de</strong> S<strong>al</strong>ón <strong>de</strong> belleza–, que toman contacto para conformar esta<br />

peculiar comunidad inoperante, no representan partículas individu<strong>al</strong>es, autónomas e<br />

in<strong>de</strong>pendientes, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un conglomerado soci<strong>al</strong> que supuestamente las contiene, las organiza y<br />

las justifica. En tanto singularida<strong>de</strong>s, estos cuerpos no pue<strong>de</strong>n ser pensados <strong>de</strong> forma aislada y<br />

autónoma, pues se constituyen como integrantes <strong>de</strong> la comunidad <strong>de</strong> la que hacen parte,<br />

solamente en el contacto que establecen con aquellas otras singularida<strong>de</strong>s que, <strong>de</strong> forma<br />

simultánea, la limitan y la contaminan en el espacio cerrado <strong>de</strong>l antiguo s<strong>al</strong>ón <strong>de</strong> belleza. Los<br />

jóvenes que resi<strong>de</strong>n en el Mori<strong>de</strong>ro –<strong>al</strong> igu<strong>al</strong> que los peces que sobreviven en los acuarios <strong>de</strong><br />

aguas estancadas y verdosas– aún en su anonimato, no <strong>de</strong>jan <strong>de</strong> ser seres singulares que día con<br />

día exponen y se exponen en un incansable ir y venir <strong>de</strong> dolores, quejidos, nauseabundos olores,<br />

llantos contenidos, inevitables resignaciones. Todos ellos <strong>de</strong>vienen quienes son en ese<br />

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