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Cuerpos al límite: espacios y experiencias de marginalidad

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su intención no es construir una representación fiel <strong>de</strong> los jóvenes que, en Me<strong>de</strong>llín, hacen parte<br />

<strong>de</strong> las bandas <strong>de</strong> sicarios, como tampoco es dotarles <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntidad estable por medio <strong>de</strong> la<br />

reconstrucción <strong>de</strong> sus historias. Las i<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s narrativas que sin duda se van configurando a<br />

medida que la escritura avanza son i<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s que en ningún momento pue<strong>de</strong>n ser<br />

<strong>de</strong>svinculadas <strong>de</strong>l ámbito <strong>de</strong> la práctica, una práctica que genera y se genera en los <strong>espacios</strong> <strong>de</strong><br />

contacto y exposición que estos adolescentes mantienen tanto <strong>al</strong> interior como por fuera <strong>de</strong> la<br />

esfera margin<strong>al</strong> <strong>de</strong> la banda y <strong>de</strong> la comuna en que habitan.<br />

Ahora bien, esta exposición continua produce una cierta sedimentación significativa que<br />

confirma la singularidad <strong>de</strong> los jóvenes en la historia que elaboran sobre sí mismos.<br />

Remitiéndonos a lo que Ricoeur plantea acerca <strong>de</strong> la construcción <strong>de</strong> las i<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s narrativas,<br />

diríamos que “aunque es complicado hablar directamente <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> una vida, po<strong>de</strong>mos<br />

hablar <strong>de</strong> ella indirectamente gracias a la poética <strong>de</strong>l relato. La historia <strong>de</strong> la vida se convierte, <strong>de</strong><br />

este modo, en una historia contada.” (216) Un historia que nunca pue<strong>de</strong> construirse como un<br />

texto clausurado y que, por tanto, está siempre abierto <strong>al</strong> movimiento, a la transformación, a la<br />

modificación que surgen <strong>de</strong> la acciones presentes como <strong>de</strong> los recuerdos que recrean un pasado<br />

siempre sujeto a ser reformulado. Es así que <strong>de</strong>ntro y fuera <strong>de</strong> la escritura, los jóvenes sicarios <strong>de</strong><br />

Me<strong>de</strong>llín están en una continua recomposición <strong>de</strong> una i<strong>de</strong>ntidad en la que, en p<strong>al</strong>abras <strong>de</strong><br />

Deleuze, regímenes <strong>de</strong> enunciación y estados <strong>de</strong> cosas, lenguaje y vida, se mezclan e interactúan<br />

incesantemente sin por ello llegar a confundirse. Los signos, la historias, por tanto, no<br />

representan lo re<strong>al</strong>, sino que participan en la composición <strong>de</strong> esa misma re<strong>al</strong>idad. (Duchesne,<br />

“Rata, cab<strong>al</strong>lo”)<br />

De este modo, las historias que se cuentan en el texto <strong>de</strong> S<strong>al</strong>azar configuran la i<strong>de</strong>ntidad<br />

<strong>de</strong> sus protagonistas en función fundament<strong>al</strong>mente <strong>de</strong> los recuerdos que a través <strong>de</strong> sus p<strong>al</strong>abras<br />

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