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Cuerpos al límite: espacios y experiencias de marginalidad

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“¿Quién soy?, me pregunto <strong>de</strong> manera necia. Y me respondo: ‘una correcta y necesaria<br />

pieza <strong>de</strong> servicio.’ No me respondo nada. Actúo silencioso en los pasillos resistiendo a la<br />

multitud <strong>de</strong>saforada…” (73) La voz narrativa se respon<strong>de</strong>, consciente <strong>de</strong> su precaria condición<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l sistema, y, <strong>de</strong> manera simultánea y contradictoria, no se respon<strong>de</strong>: actúa en función <strong>de</strong><br />

esa ‘forma labor<strong>al</strong>’ diligente, <strong>de</strong> ese <strong>de</strong>lant<strong>al</strong> que lo i<strong>de</strong>ntifica como empleado <strong>de</strong> servicio, como<br />

víctima que se ofrece en su <strong>de</strong>nigrante actuación en la arena <strong>de</strong>l supermercado, para el disfrute<br />

<strong>de</strong> una multitud <strong>de</strong>sbocada que compra y <strong>de</strong> un ojo supervisor –una cámara– eternamente<br />

pendiente <strong>de</strong>l cumplimiento <strong>de</strong> su tarea. Sólo en la medida en que pueda ser reconocido en esa<br />

‘su apariencia’ tiene el ínfimo trabajador garantía <strong>de</strong> que existe, <strong>de</strong> que es re<strong>al</strong> <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l sistema<br />

que simultáneamente lo oprime y le otorga la posibilidad <strong>de</strong> ser.<br />

La i<strong>de</strong>ntidad <strong>de</strong>l este mísero empelado se reduce a la función que cumple en el ‘súper’, la<br />

que, su vez y sin ninguna <strong>de</strong>nsidad significativa, se resume en una etiqueta que el supermercado<br />

le ha otorgado. El proceso i<strong>de</strong>ntificatorio, que lo disminuye a la condición <strong>de</strong> un nombre<br />

expuesto en su <strong>de</strong>lant<strong>al</strong> e incluido en una nómina, representa, a<strong>de</strong>más, su única opción <strong>de</strong><br />

reconocimiento soci<strong>al</strong>: él no es sino ese nombre que, paradójicamente, refiere solamente a una<br />

por <strong>de</strong>más inestable posición labor<strong>al</strong>. Su condición humana se vacía <strong>de</strong> significado y, como una<br />

ruina en el pleno sentido benjaminiano, termina siendo tan sólo la corteza hueca, el materi<strong>al</strong><br />

f<strong>al</strong>lido y sin vida, <strong>de</strong> aquello que en <strong>al</strong>gún momento pudo haber sido. Una apariencia entre tantas<br />

que se multiplican en el supermercado; formas-fachadas-imposturas, como la manzana, la última<br />

que or<strong>de</strong>na y que ha entrado ya en su postrera fase comestible. Todas ellas no son sino<br />

merca<strong>de</strong>rías <strong>de</strong> segunda que escon<strong>de</strong>n su propia <strong>de</strong>scomposición:<br />

Allí, entre la transparencia <strong>de</strong>l plástico, está escondida la certidumbre <strong>de</strong> una carne <strong>de</strong><br />

segunda que se presenta como si fuese <strong>de</strong> primera. (28) […] El plástico es fat<strong>al</strong> (aunque<br />

claro extraordinario el plástico). Yo sé cómo, <strong>al</strong>lí mismo, <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la materia<br />

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